Este 22 de marzo se celebró mundialmente el Día del Agua, fecha que quedó establecida desde el año de 1993 por la Asamblea de las Naciones Unidas (AGNU) para “sensibilizar acerca de la gestión sostenible (prácticas y tecnologías que tienen el objetivo de integrar la gestión del agua para satisfacer las necesidades humanas y garantizar la sostenibilidad o planificación a largo plazo de este recurso), de los recursos hídricos y destacar el papel vital del agua en el desarrollo sostenible”.
A propósito de esta fecha tan reciente, quiero referirme una vez más, por su importancia vital, a este tema que ha encendido las alarmas por la grave escasez del agua que estamos padeciendo y que se ha agudizado en los últimos meses en todo el territorio nacional, sobre todo en los sectores más pobres.
A los Gobiernos de esta ciudad no les ha interesado invertir en el cambio de tuberías, porque no se ven, y los políticos apuestan por las obras de relumbrón, aunque sólo sirvan para “tomarse la foto”.
En varias alcaldías de la Ciudad de México no tenemos agua desde hace varios meses y sólo se tiene acceso a ella a través de pipas, que proporcionan a las familias dos tambos a la semana para quince días, o a través del tandeo, recibiendo agua una vez cada semana, pero es insuficiente.
Especialistas en el tema del surtimiento del agua, han venido anunciando el tan temido “Día cero” para el próximo 26 de junio, fecha en que, aseguran, el Sistema Cutzamala ya no podrá abastecer de agua a la Zona Metropolitana del Valle de México en un 28 %, como lo ha venido haciendo por cuatro décadas (ahora con altas deficiencias pues ya excedió su vida útil por 20 años), debido a que las tres presas que lo alimentan (Valle de Bravo, El Bosque y Villa Victoria) están a un 36 % de su capacidad, el nivel más bajo de su historia, sin mostrar signos de recuperación debido a la ausencia de lluvias.
Pero el “Día cero” (fecha en la que falte agua de forma irreversible) empieza también a vivirse en varios estados del país: Nuevo León, Chihuahua, Guanajuato, por mencionar algunos. La causa, se dice, es el calentamiento global debido al cambio climático; claro está, esto no lo podemos ignorar.
Sin embargo, hay factores que no dependen del comportamiento de la naturaleza, pues, ante esta grave catástrofe que nos amenaza, no vemos que el Gobierno federal esté interesado en instrumentar medidas urgentes para evitar tanta escasez de agua.
Lejos de ello, el presidente de la república, como ya es costumbre minimiza el problema y desestima, como otros tantos problemas, también éste; sólo acierta a decir que sus adversarios están politizando el tema, cuando éste no es un asunto de partidos sino de seguridad nacional, de salud pública, pues sin agua no podríamos vivir.
El problema lo está tratando por encima de manera superficial, a pesar de que debería ser un tema de amplia prioridad para el Estado mexicano. La agenda del agua debe ser abordada como riesgo a la seguridad nacional, insisto.
Ante esta grave problemática de escasez de agua existen varias vertientes, por ejemplo, los organismos operadores de agua están obsoletos, esto es resultado de los pocos recursos que el Estado les destina, que los vuelve incapaces de subsanar o reemplazar las tuberías dañadas que han rebasado su vida útil, por ejemplo.
En la Ciudad de México “de acuerdo al estudio Perspectiva del agua en el Valle de México, elaborado por Agua Capital, Red de Agua de la UNAM y la Unesco, del total de agua potable que se distribuye para uso doméstico, 40 % se pierde por fugas en las tuberías y 10 % no está contabilizada. Esto equivale a 23 metros cúbicos por segundo, más que la cantidad de agua que suministra el Cutzamala, que en 2023 fue de 15.3 metros cúbicos por segundo” (Expansión, 1 de marzo de 2024).
De hecho, especialistas recomiendan que “al menos la mitad de la tubería del Sistema Cutzamala, que mide 12 mil km. sea sustituida, y para esto se requiere una inversión de 40 mil 500 millones de pesos adicionales a lo que se destina en la actualidad a la infraestructura hidráulica y que ronda los 13 mil millones de pesos. Esta cifra es una doceava parte de lo que se ha presupuestado tan sólo para la construcción del Tren Maya en los planes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público hasta 2024 y que ya suman más de 500 mil millones de pesos” (Expansión, 1 de marzo de 2024).
“Somos una de las ciudades con los niveles más altos de fugas. Si nosotros lográramos en la ciudad reducir del 40 % al 20 % se tendría agua suficiente para darle a toda la población de la Ciudad de México sin ningún problema” (N+, 7 abril de 2023).
A los Gobiernos de esta ciudad no les ha interesado invertir en el cambio de tuberías, porque no se ven, y los políticos apuestan por las obras de relumbrón, aunque sólo sirvan para “tomarse la foto” y se derrochen recursos en obras sin utilidad; ejemplo de ello: las obras faraónicas de esta administración.
Es urgente que los organismos operadores del agua realicen los cobros debidos a la gran industria que gasta millones de litros de agua al año, además de hacer una revisión profunda para evitar que se desperdicie este líquido vital. Con los recursos obtenidos se tendrían los fondos necesarios para el mantenimiento de la red y la búsqueda de nuevas fuentes de abasto.
Es urgente que el Gobierno de la república lleve a cabo un plan hídrico que garantice agua a la población mexicana. Debemos exigirlo como mexicanos, como parte de una sociedad que paga sus impuestos, que representan grandes cantidades de dinero.
El Gobierno está obligado a garantizar los servicios públicos: el agua potable (que es una necesidad vital), y otros como: la luz eléctrica, salud, educación, vías de transporte.
Antorcha ha iniciado el Movimiento de las “Cubetas Vacías” exigiendo que se garantice agua para todos. Estamos a tiempo para evitar que nos alcance el “Día Cero”; mañana será demasiado tarde.
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