Mientras el presidente, Andrés Manuel López Obrador, preocupado por los mexicanos atrapados en medio del conflicto entre Rusia y Ucrania, envía un avión para traerlos desde Rumanía, y toma partido a favor de los que nos han puesto la bota en el cuello; su secretaria de Educación quiere acabar con lo único que aún les queda a las clases populares: las Escuelas de Tiempo Completo.
Su argumento es que “ya no les alcanza el dinero” y que el Gobierno de la denominada Cuarta Transformación tiene otras prioridades. A esto se suma su idea de tergiversar la historia y de convertirla a su modo.
La frase de “primero los pobres” ha pasado a la historia, ahora se denomina “primero mis hijos”, como la llorona.
Sí, al presidente ya no le preocupa los hijos de los pobres de México; se veía venir con la cancelación del seguro popular y las estancias infantiles porque, según él, esos lugares eran un nido de corrupción y había que cortar el brazo para sanar la mano.
Ahora miles han buscado algunas alternativas para continuar con su superación, recordemos que las estancias infantiles eran un gran apoyo para miles de madres solteras que existen en México. A cambio, ahora sólo les ofrecen 1600 pesos bimestrales para que cubran todas sus necesidades.
Al parecer no fue suficiente con cancelar todos los apoyos, ahora, en busca de más recursos, intenta acabar con este programa que nació en 2007, en el sexenio del expresidente, Felipe Calderón, de lo poco bueno que dejó.
Con la cancelación de las Escuelas de Tiempo Completo se afecta a 3.6 millones de niños y adolescentes, y se destruye la perspectiva de un futuro mejor para ellos y sus familias.
Cifras oficiales indican que 5.2 millones de estudiantes dejaron sus estudios por motivo de la pandemia y con esto, aumentarían aún más.
Las escuelas de tiempo completo dieron resultados positivos en los 15 años de trabajo y era un pilar fundamental para los hijos de madres solteras y cientos de familias de escasos recursos, como lo pude apreciar de primera mano, en la sierra de Durango y en la huasteca potosina en donde tenían garantizado por lo menos sus dos comidas y educación que, a decir de organismos internacionales, es un pilar fundamental para sacar a los países de su atraso y pobreza.
La cancelación, por supuesto, no sólo afectará a las familias más pobres que el actual gobierno dice defender, sino también a todo el magisterio que estaba empleado en este programa y que recibía algunas compensaciones por trabajar allí.
Aún están a tiempo de enmendar este crimen que se ceba nuevamente sobre las clases populares, y que es una muestra de que el actual gobierno le da una vez más la espalda al pueblo bueno.
La edad promedio de los estudiantes atendidos, en el programa de Escuelas de Tiempo Completo, ha sido de nueve años de edad, la mitad son niñas, el 36.9 por ciento padece sobrepeso y obesidad, mientras que 12 de cada 100 padecen desnutrición crónica y 11 tienen talla baja.
Organismos internacionales como la UNICEF, recomiendan aumentar el número escuelas de tiempo completo y aumentar el presupuesto, pero en México vamos en sentido contrario; cada día es más evidente que estamos en manos de un gobierno inepto, además de insensible y corrupto por donde se le mire.
Hay un presidente que dice defender al pueblo, pero lo desdeña, quiere vendarle los ojos para que siga creyendo en él, mientras le quita el pan de la boca.
Mientras se preocupa por lo que hicieron los españoles, el hace lo mismo con el pueblo que dice defender, sometiéndola a una triple esclavitud constituida por la ignorancia, pobreza y hambre.
Si Lula Da Silva le da espaldarazo al presidente, sólo significa que hizo las cosas mal porque a ellos los une el pensamiento de las clases ricas para con los pobres de la tierra: “El pueblo sólo es objeto de misericordia, para que los sigan adulando y defendiendo”.
Pero aquí, en Nuevo León, lo mismo que en el resto del país, cada día se suman más a la causa del Movimiento Antorchista que impulsa a un pueblo digno que no pide limosna, sino justicia.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario