Recordemos a Andrés Manuel López Obrador como el individuo que durante toda su vida “luchó” para llegar a ser presidente de la república y que, al momento de llegar, fracasó rotundamente.
Hoy podemos decir: ¿Para eso quería llegar a la presidencia?, ¿para eso tanta lucha? Sin duda, su gobierno lo posiciona como un político más del montón y ha dado mucho de qué hablar.
El lema de López de “primero los pobres” quedó en eso: sólo un lema para ganar adeptos, pues en los hechos, los pobres han sido los menos beneficiados de sus políticas; con la mínima excepción de los programas sociales que, por cierto, ya existían y que, como lo dije en un artículo anterior, es lo más fácil que pueden hacer los políticos: agarrar una bolsa de dinero y repartir.
Hoy quiero dejar constancia de programas que AMLO eliminó, programas con los cuales el Estado mexicano ofrecía ayuda y servicios de calidad a grupos vulnerables. Él, en cambio, privilegió la entrega de dinero como herramienta para provocar el incremento en el consumo de los pobres, pero no con miras en sacarlos de la miseria.
Como ustedes recordarán, amigos lectores, antes contábamos con el apoyo a la vivienda a través de la Sedatu; el de Atención a Jornaleros Agrícolas; el de Empleo Temporal de SCT y Semarnat; el de Comedores Comunitarios; el de apoyo a la comercialización de Sader; el de formación de recursos humanos basado en competencias de la SEP; el de apoyo para la Protección de las Personas en Estado de Necesidad de salud; el de Consolidación de Reservas Urbanas; el de Guarderías Infantiles del extinto Sedesol y Prospera.
Con su política de eliminación de programas que ayudaban a los que menos tienen, ¿podemos seguir creyendo en el “primero los pobres” de AMLO? ¡Claro que no!
Todos los programas mencionados fueron eliminados con excepción de Prospera, que cambió de nombre y forma pues, según el Coneval, contribuía fuertemente al ingreso, a la disminución del rezago educativo, de la carencia por acceso a los servicios de salud, a la no discriminación y al acceso efectivo al derecho a la alimentación nutritiva y de calidad; hoy el programa de bienestar es menos abarcador.
Como dijimos, el Estado mexicano prioriza la entrega de dinero para provocar el incremento en el consumo de los pobres.
Con esta política de eliminación de programas que impactaban de manera integral en la vida de los que menos tienen, ¿podemos seguir creyendo en “primero los pobres”? ¡Claro que no! Ese ha sido un lema con el que el presidente trata de engañar al pueblo.
Hoy por hoy debemos recordar a quien peleó con uñas y dientes para llegar a la presidencia de la república para agredir y menospreciar a los pobres con sus políticas clientelares; debemos recordar a López Obrador como un hampón más de la política mexicana, y recordarle día con día que el pueblo sí es sabio y que más temprano que tarde los echará al bote de la basura. Sí, al lugar que realmente les corresponde; por el que debieron luchar desde hace mucho tiempo.
Finalmente, quiero hacer un llamado a mis queridos compañeros antorchistas: se acercan momentos decisivos para nuestro país; momentos en los que debemos poner por encima de todo los intereses de nuestro pueblo: a ese pueblo que todos los días se parte el alma entera en sus trabajos para llevar sustento a sus casas; ese pueblo que lucha y seguirá luchando por ver a los suyos bien.
Hoy más que nunca, se debe formar un partido del pueblo; un verdadero movimiento que luche por cambiar el estado actual de las cosas; que luche por cambiar el actual modelo económico.
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