Tampoco en educación hubo transformación. Nos acaba de enterar la prensa estatal que, contra lo que prometió Andrés Manuel López Obrador cuando era candidato, más del 52 por ciento de los jóvenes aspirantes a ingresar a la Universidad de Sonora (Unison), la principal universidad pública del estado, fueron rechazados. Según los datos que se dieron en la prensa, de 21 mil aspirantes sólo ocho mil 410 fueron aceptados y, como cada año, para desinflar las protestas, la universidad se reserva 1,250 lugares más para negociar y desactivar la posible reacción estudiantil, así que sumarían en estos días 10 mil los aceptados en los seis campus que la universidad tiene, y 11 mil los rechazados, tan sólo este año.
Un cálculo básico nos acercaría a unos 50 mil rechazados mínimo en estos cinco años de gobierno de AMLO, tan sólo en Sonora, y de la Unison. Consulte usted algunas cifras nacionales en elinformador.mx con la nota Universidades rechazan a 420 mil al año, que proporciona datos que no se han reducido, como también da cuenta de ello Andrés Bonilla, del medio contigopuebla.mx, quien afirma en julio del año pasado que “En México, sólo 17 por ciento de los jóvenes logra estudiar en la universidad”, es decir, lo de Sonora es solo parte de un asunto nacional.
Recordemos que el 12 de mayo de 2018, en Oaxaca, durante la borrachera de promesas electorales, AMLO prometió que, en caso de ganar las elecciones de ese año, en su gobierno se acabarían los rechazados. De verdad, así lo dijo, con todas sus letras. Prometió el acceso universal a la educación superior, es decir, que, con él, por fin, todo mundo estudiaría una carrera y se iniciaría así, con su transformación, una era de luces, estudio y preparación que cambiaría para siempre los destinos de los mexicanos: ahora sí venía la nuestra, una transformación de a deveras. Anduvo diciendo por todos lados que todos los jóvenes que buscaran un lugar para estudiar una carrera lo obtendrían si él llegaba a ser presidente. Así nomás: millones de ojos apantallados y millones de oídos agradecidos prometían muchos votos.
De veras que no tenía ganas de agriarle a nadie su fe en el presidente, pero él solito se echó de cabeza al pozo. Allí, en Guelatao, ese mismo día, prometió un programa de 10 puntos que millones de mexicanos creyeron de buena fe, sin analizar que lo que prometía el entonces candidato era imposible si no se hacía una reforma fiscal progresiva que le garantizara al estado mexicano tener los recursos suficientes para lograrlo: ni la había ni lo intentó. (Presenta AMLO 10 compromisos por la educación en México – AMLO (lopezobrador.org.mx). Textualmente, entre otras cosas, el cuarto compromiso era lograr el “100 por ciento de inscripción a todos los jóvenes que deseen ingresar a las universidades”. Sin un intento serio de hacer una distribución más justa y equitativa de la riqueza del país, tal promesa era, pues, demagogia pura, engaño vil y muchos le creyeron. Nosotros no, al contrario, a quienes nos dieron un momento de su tiempo les insistimos y demostramos que AMLO y Morena no eran la opción política que más convenía a los trabajadores mexicanos (Consúltese también el libro “De la esperanza a la decepción”, del maestro Aquiles Córdova Morán, Editorial Esténtor, 2023). Pero, hastiada de pris, de pan y perredés inútiles y marrulleros, la gente acudió a votar por AMLO, esperanzada. Unos 30 millones de mexicanos le dieron su voto a Morena y ganó.
Cuando ya había sido electo presidente, antes de tomar el poder, en un acto autoritario, AMLO citó, como si ya fuera presidente, a todos los integrantes de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES) y prometió y prometió y prometió ayudas, cero recortes a los presupuestos universitarios, becas, pero pidió que todas las universidades abrieran sus puertas y nadie se quedara afuera. Pero a un año de que se vaya, la cosa está peor. Aunque las universidades dijeran que sí, la realidad le dijo que no.
Y sigue habiendo rechazados aquí; además, no se ve en el panorama, sonorense o nacional, que en 2024 la situación vaya a componerse: ni hay creación de nueva infraestructura educativa nacional o estatal que permita siquiera imaginarlo, ni hay maestros suficientes, ni creación de plazas ni aumentos suficientes a los presupuestos universitarios que posibiliten, aunque fuera solo en Sonora, que el año siguiente, 2024, no haya un solo rechazado. No, no hay posibilidades sociales de que así suceda, hay una clara insuficiencia educativa en todo. Volver a prometerlo para cumplirlo en un año es un disparate que sólo tendrá por objetivo volver a engañar.
Tampoco resolverán el problema las babosadas arquitectónicas de las universidades del Bienestar Benito Juárez, que han resultado un fiasco a la nación, según se acumulan datos pasmosos en la nota publicada en puntoporpunto.com, del 16 de octubre de 2022, titulada “Un fraude universidades del Bienestar, a pesar de los millones; faltan maestros, metodología y títulos. Esta nota es ilustrativa por sí sola, pero hay cientos de notas similares en todos los medios informativos.
López Obrador prometió lo que sabía que no podría cumplir, engañó para ganar el poder. Le dijo a nuestra gente lo que quería escuchar, no el problema real. Halagó los oídos, no puso a pensar al pueblo, sino a reaccionar con el sentimiento, no con el razonamiento. Ocultar los problemas reales al pueblo es una deslealtad inaceptable. Se aprovechó de la ingenuidad popular para fortalecer su instrumento de dominio: el partido Morena, a donde se han metido en sus seis años de existencia, políticos de todos los partidos, sabandijas, reciclados y cascajo político desde Bartlett hasta el todavía ayer priista Omar Fayad, ex gobernador de Hidalgo: así es el PRIMOR-AN, los mismos de siempre, pero pintados de guinda.
Y ellos metieron, en lugar de la transformación real una de a mentiritas: darles dinero en efectivo a cierto número de estudiantes y, con eso, tratar de hacernos creer que de veras hay una transformación. Por un lado, dan unos cuantos pesos a algunos miles de estudiantes cada cierto número de meses, pero, por otro, mandan al diablo el futuro de medio millón de muchachos cada año. Ya algo habíamos comentado de esto hace un año y con su permiso le remito a ese artículo del cual este es un complemento; Estudiantes rechazados, los oprimidos de mayo (Movimiento Antorchista Nacional).
Por lo pronto, sí, estamos de acuerdo en que se acepte a más muchachos en las universidades y exigimos que así sea, expresamos nuestra solidaridad con todo joven que desee estudiar; también estamos de acuerdo en que los jóvenes reciban becas, pero no nos hagamos ilusiones: eso es insuficiente para resolver el problema de fondo. El problema de los rechazados es un problema estructural del capitalismo mexicano que no se acabará hasta que el pueblo trabajador, con sus maestros y estudiantes revolucionarios, organizado en un partido revolucionario haga una transformación radical como la que proponemos en Nuestro Proyecto de Nación . Ojalá pueda usted estudiarlo y darse cuenta de que no hay de otra si queremos que nuestros jóvenes dejen de ser oprimidos por un sistema social que le cierra a la mayoría humilde las puertas de la educación y la cultura.
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