Norma Santamaría y su familia sufren todos los días la carencia de agua potable en su domicilio, como miles de familias de la capital del país a quienes las autoridades las han condenado injustamente a vivir sin este derecho humano en sus hogares.
Ellos habitan la comunidad del Capulín en la alcaldía, Xochimilco, un lugar alejado al que se tiene que viajar en camión más de 40 minutos partiendo del centro de esta alcaldía. Muchas han sido las ocasiones en la que los habitantes de esta comunidad han alzado la voz denunciando que tienen que pagar más de 300 pesos a la semana, o sea, más de 1,200 pesos al mes para que una pipa les proporcione agua, un recurso que por supuesto no les sobra y del que tienen que desprenderse renunciando a otras necesidades para poder garantizar agua para la semana para sus actividades cotidianas. Algo sumamente injusto para una pobre familia que vive al día.
Y así, durante más de 27 años han sido condenados por las autoridades a vivir de esta manera tan inhumana, desde que por necesidad tuvieron que llegar a habitar esta pobre comunidad tan alejada del centro de Xochimilco, y a pesar de las promesas del actual alcalde morenista de Xochimilco, José Carlos Acosta y la jefa de gobierno también morenista, Claudia Sheinbaum, quienes en campaña se ensuciaron sus zapatos y acudieron a estas comunidades a pedir el voto, con la promesa de otorgar un mejor presente y futuro para miles de familias que confiaron en ellos y los llevaron a la silla del poder y ahora parece ser que sufren de una profunda amnesia.
Norma y su familia son solo un ejemplo palpable y claro de los miles de familias que en la capital del país malviven padeciendo por la ineficiencia de los gobernantes, quienes no han sido capaces de dotarlos de los servicios básicos como el agua potable, la luz eléctrica y el drenaje, que son necesidades que por humanidad deberían de ser cubiertas para vivir una vida más decorosa, derecho que tenemos todos los mexicanos.
Es una vergüenza que a casi año y medio de gobierno Claudia Sheinbaum no ha cumplido con las promesas de servicios elementales que les hizo a muchas colonias antorchistas de la capital. Seguimos sin agua potable en las colonias de Tláhuac: Las Antenas, El Paraíso, Atotolco y Tempiluli, empeorando nuestras condiciones de vida; y en San Ignacio Loyola, Mixquic, seguimos sin luz eléctrica 600 familias: ¿Qué, esto es vida?
Además, se niega a asignar el terreno definitivo a la preparatoria Lázaro Cárdenas en Cuautepec, parte baja, en la alcaldía Gustavo A. Madero, perjudicando a 250 jóvenes de escasos recursos económicos. En Tlalpan cerró las clínicas de salud en Xicalco, Topilejo y Piñanona, que atendía a miles de personas necesitadas. La Ciudad de México es el segundo estado de la república con mayor criminalidad. Ejemplos: el feminicidio de la pequeña Fátima e Ingrid. Simplemente el año pasado hubo dos mil homicidios, 175 secuestros y más de 100 mil robos. Por eso los 8 y medio millones de capitalinos vivimos con el terror en el rostro todos los días.
Y, aun así, a pesar de todos los golpes que la propia vida le está dando en el rostro, la señora Sheinbaum continúa siguiendo los pasos de su mentor el señor López, en vez de ponerse a gobernar de una mejor manera; la insensibilidad y la cerrazón las está volviendo sus banderas. Por eso, el próximo miércoles 18 de marzo, una vez más los antorchistas de la capital del país, nos vemos en la necesidad de salir a las calles de manera pacífica, como todas las manifestaciones que Antorcha realiza, para expresar nuestra inconformidad y exigir soluciones.
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