MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Gasto del Gobierno en favor del pueblo, cuando este gobierne

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Todos los mexicanos y muy en especial los Antorchistas debemos entender, por lo menos en lo general, cómo es eso del gasto del Gobierno en infraestructura, de qué modo nos afecta a nosotros las familias trabajadoras, qué está haciendo el Gobierno actual y qué es lo que nosotros los mexicanos más pobres necesitamos y debiéramos hacer.

Lo primero es recordar que todo el gasto del Gobierno, el actual, los anteriores y los que vienen, sale del bolsillo de los mexicanos, casi en su totalidad de los más pobres, como usted y yo. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador gastaría en 2024, 9 billones 60 mil millones de pesos de nuestro dinero.

De acuerdo con el CIEP, la infraestructura puede diferenciarse en dos grandes grupos: la económica, como el desarrollo de redes eléctricas, autopistas y puentes, y la de tipo social, con el desarrollo de viviendas, hospitales, escuelas, centros deportivos y de la salud.

El 80 % es intocable, está comprometido, para “la sostenibilidad financiera y la estabilidad de la economía”; se destina a gastos entre los que destaca el pago de pensiones, el gasto federalizado y el pago de los intereses de la deuda externa, esa misma que AMLO y los diputados de Morena aprobaron aumentar. El otro 20 por ciento es lo que le llaman “espacio fiscal”, se gasta en el funcionamiento del Gobierno (presupuesto a las diferentes áreas, y se gasta la mayoría en salario de la burocracia), y la otra parte para el pueblo, a través del gasto en infraestructura pública y en programas sociales. Este “gasto programable” o espacio fiscal se redujo 57 % respecto a 2023.

El gasto en infraestructura pública “es de suma importancia porque influye en el desarrollo económico y humano de los habitantes de una región o un país”. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), “la infraestructura puede diferenciarse en dos grandes grupos: la infraestructura económica, como el desarrollo de redes eléctricas, autopistas y puentes, y la infraestructura de tipo social, con el desarrollo de viviendas, hospitales, escuelas, centros deportivos y para el cuidado de la salud”.

Entender la diferencia entre las obras de infraestructura económica o de infraestructura social nos permite entender por qué el sistema y las clases poderosas prefieren gastar más en las económicas, las cuales, dicen, “son importantes para el desarrollo de la economía, generan nuevas inversiones y empleos”, pero en realidad son las que benefician a las empresas, a las clases poderosas; representa, en ese sentido, un gasto que favorece a los ricos e incrementa la desigualdad.

Entre estas se puede poner de ejemplo, la construcción de autopistas, trenes, aeropuertos e infraestructura de comunicación, que sirven principalmente al funcionamiento de las empresas y hacen más efectiva la explotación del trabajo de los obreros.

Las obras de infraestructura social, en cambio, están destinadas al pueblo en general y, por ello, aumentan la parte que le toca al pueblo, sí reparten mejor la riqueza entre los pobres.

Es decir, el gasto en el pueblo para ajustar la distribución de la riqueza no consiste sólo ni principalmente en los programas sociales, sino también en las obras de servicios básicos tales como agua potable, escuelas, vivienda, etc., y estas tienen mayor impacto en el “desarrollo con justicia social” que las despensas o tarjetas de apoyo, sólo que estas se entregan directamente e influyen más en el ánimo de la gente que el arreglo de una calle o un hospital.

Esto quiere decir que lo que necesitamos los trabajadores mexicanos es que se gaste más en infraestructura que en ayudas sociales, y que se debe priorizar la infraestructura social y no la económica.

Pero nuestros Gobiernos, los anteriores y el actual también, prefieren construir grandes obras como trenes y aeropuertos en lugar de hospitales, escuelas y vivienda popular. Es importante que lo entendamos, para que veamos que, si no se lleva el agua potable o el pavimento a las colonias o rancherías marginadas, a las comunidades indígenas, no es porque no se pueda o porque no haya dinero, sino porque el Gobierno prefiere gastar en las obras para beneficiar a las constructoras, a los contratistas y proveedores y a las empresas poderosas que son las que se van a beneficiar y a hacer dinero con esas obras.

A los pobres que solicitan el arreglo de una calle o un programa de vivienda le dicen “no hay dinero”, que debemos esperar al siguiente ejercicio fiscal, y en el siguiente no solo sucede lo mismo, sino que hay aún menos dinero y menos disposición para resolver.

Con estos datos, ahora sí puede usted ver lo que sucede con el Gobierno de AMLO y saber si realmente es un Gobierno que favorece al pueblo o a los ricos. Veamos:

La parte que recibe el Gobierno en forma de impuestos, es decir, la “redistribución de la Renta Nacional”, en vez de ser un mecanismo para hacer justicia social, fue con AMLO cada vez más injusta, decidió cobrar menos impuestos a los más ricos, y más a los más pobres.

AMLO gastó el dinero de programas sociales más en los ricos y menos en los pobres, porque no están focalizados en las clases humildes, sino que se entregan sin distinción. Por ejemplo, el 40 % de TODO el gasto social se va en Pensiones, pero la mayoría de los que las cobran son personas de mayores ingresos. Debieron focalizarse en los más pobres.

AMLO gastó más en infraestructura que en programas sociales, pero ese gasto de infraestructura se concentró de manera desproporcionada, como todo el mundo sabe, en las obras emblemáticas, que son obras económicas, es decir, que favorecen a los ricos, y recortó otros gastos y programas que antes favorecían a todos y sobre todo a los más pobres: salud, educación, apoyo al campo, deporte, cultura, obras públicas y servicios básicos, eliminó fideicomisos como el Fonden, se gastó las reservas de emergencia y ya no le alcanza para terminar esas obras que se convirtieron como ningunas otras antes en un barril sin fondo, mientras que la infraestructura social estuvo abandonada estos ya casi seis años.

Es decir, otra vez, AMLO favoreció a los ricos. Tal y como previno a tiempo el maestro Aquiles Córdova Morán, las acciones de AMLO consistieron en jalar la cobija para un lado y descobijar el otro; el lado que descobijó es el de los más pobres.

Ya habíamos advertido que estos recortes en los gastos necesarios nos van a cobrar factura al deteriorarse la infraestructura que luego va a ser más costoso reparar, tal es el caso del Metro y los accidentes que se han presentado, algunos fatales lamentablemente; de las calles, escuelas y hospitales, etcétera, situación que se agrava en los recortes en salud, pues los gastos no hechos en hospitales, vacunas, enseres, medicamentos, prevención, etcétera, tendrán como resultado a mediano y largo plazo más enfermos, reaparición de enfermedades controladas, nuevos contagios y más muertes.

Así se explican las muertes de los niños con cáncer por falta de medicamentos, y el caso del crecimiento monstruoso del dengue que son solo una muestra de lo que viene. Esos enfermos y muertos no debieron ser; son culpa de AMLO y su política de gasto que desfavorece a los más pobres.

Necesitamos un gasto orientado a la infraestructura social, y eso AMLO y sus cómplices de Morena no lo van a hacer. Debemos luchar para que lo hagan, así lo hicimos cuando peleábamos que se etiquetara recursos para las obras de los más pobres, ustedes lo recordarán, que íbamos en comisiones al Congreso de la Unión y gracias a ellos conseguimos aguas potables, electrificaciones, viviendas, fertilizante, escuelas, casas de salud y casas de estudiantes o de cultura en todo el país, todo esto antes de que tomara el poder AMLO, quien canceló este mecanismo e hizo regresivo el gasto del Gobierno, en favor de los más ricos.

Debemos luchar, pero sobre todo debemos entender que la solución no está en elegir otro candidato, sino en que los mexicanos más honestos y valientes se organicen en su propio partido, pongan sus candidatos, los voten, los lleven al poder, los defiendan, cuiden y vigilen, no solo para que puedan gobernar sino para que no se corrompan, y hacer desde el mismo poder de la nación un nuevo México más poderoso, progresista y justo, más igualitario y noble. Esto es lo que Antorcha Campesina les ha dicho a todos los mexicanos desde hace 50 años, y ya es tiempo de que lo llevemos a la práctica.

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