El problema de fondo de la inseguridad del país es que todos los niveles del gobierno no representan a los intereses del pueblo; no les importa, no forma parte de sus preocupaciones el que los trabajadores vivan felices, con todo lo necesario para tener una vida digna, alimentación, vestido, educación, esparcimiento y, por supuesto, en un entorno seguro, donde puedan salir a las calles sin miedo a la delincuencia.
Pese a que los gobiernos morenistas se llenan la boca afirmando que “primero los pobres” o que “aman al pueblo”, en los hechos han puesto las condiciones para que aumente la pobreza, se encarezcan los productos de la canasta básica, se rompan récords de deserción escolar, ya no haya salud pública y exista más delincuencia, además del rezago en infraestructura por falta de obras y servicios.
Esos datos, bien conocidos, demuestran que en los hechos los gobernantes de Morena no están al servicio de los trabajadores, sino que hasta se comportan como sus enemigos.
Los verdaderos intereses del gobierno son a favor de la clase multimillonaria del país. Esto no significa que los que gobiernan sean de esa clase social. Para que llegaran al gobierno fueron previamente seleccionados o aprobados por la clase adinerada, y, por supuesto, fueron impulsados por esa clase con todos sus recursos mediáticos. No es que sea un líder fuera de serie, es que los empresarios lo impulsan en la televisión, radio, prensa y en redes sociales.
¿Cuál es el verdadero talento que tiene Andrés Manuel López Obrador para manipular a las masas? El ser un servidor obediente de los intereses de los millonarios nacionales y extranjeros.
Desde que inició el gobierno de Morena no se ha visto a algún campesino, obrero, amas de casa, comerciantes, artistas, deportistas, médicos, científicos o estudiantes. Pero sí se ha visto, por ejemplo, al magnate Carlos Slim.
“El presidente de México, el hombre más poderoso políticamente hablando, tiene en el multimillonario (Carlos Slim) su empresario de confianza, a la persona más rica del país”, escribió el periodista Mario Maldonado en El Universal, el 12 de mayo.
La separación entre el poder económico y el poder político es también un mito creado por los propagandistas del régimen. No existe tal. Hoy es más evidente el acercamiento entre el millonario dueño de grupo Carso y la cabeza del poder ejecutivo.
Slim ha estado 12 veces en Palacio Nacional en comidas, almuerzos y hasta ha ido a una gira de trabajo en Estados Unidos, realizada en 2020, con otros empresarios insignes del país.
Otro de los cercanos a AMLO, es Ricardo Salinas Pliego, el multimillonario presidente de grupo Salinas, que incluye a Elektra, Banco Azteca, Televisión Azteca, entre otras empresas, es uno de los asesores favoritos del morenista; es decir, tiene capacidad de decisión en el gobierno.
En ambos casos, estos multimillonarios han incrementado sus fortunas durante el gobierno de Morena: Carlos Slim finalizó 2022 con una riqueza de 74 mil 300 millones de dólares. Al 17 de julio de 2023 ha incrementado en 24 mil millones de dólares, es decir, 857 millones en promedio por semana.
En tanto que la fortuna de Salinas Pliego creció en el mismo periodo tres mil 600 millones de dólares, 128 millones a la semana.
Mientras las fortunas de los millonarios se sigan acumulando, la propaganda a favor de Obrador, seguirá siendo reproducida en los canales de televisión y los noticieros cercanos a los empresarios.
López Obrador no es un líder amado por el pueblo, es un producto comercial financiado e impulsado por los magnates a quienes les conviene el gobierno de Morena.
Mientras que las clases más humildes, los trabajadores del país sufren las catástrofes que produce el mal gobierno de Morena en todos los niveles, desde el Federal hasta los municipales, catástrofes que por el contrario no les afecta a los millonarios.
La única forma de que el gobierno sí defienda los intereses del pueblo es volteando los papeles, que el gobierno no esté al servicio de las empresas sino de los más humildes. Pero ese cambio no se consigue por las puras buenas intenciones de los gobernantes, sino por la clase social con la que se identifica en su ideología, pero también en los hechos.
Solo un gobierno de la clase trabajadora podrá cambiar de fondo la situación que vive el país. De la oscuridad a la luz. Es posible que el pueblo gobierne bien, pero es necesario aglutinarnos como una poderosa roca social sacando ventaja de la superioridad numérica que tenemos.
Los antorchistas nos hemos propuesto la colosal tarea de gobernar este país para beneficio de los mexicanos, pero hacen falta muchas manos, cerebros, músculos y corazones que se sumen a este proyecto histórico. Vayamos sumándonos.
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