De lo malo del gobernador perredista de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu, de sus malas acciones u omisiones al frente del Estado de Morelos, hay material a montones, mucho ya se ha dicho y mucho aún se habrá de decir. Por más que se le busque, sería un tarea árida defenderlo; lo digo en descargo de todos aquellos que ya debieran haber dicho algo en su defensa y han preferido el cauto silencio. En la copiosa crítica de su trabajo, hay de chile, de manteca y de dulce; se ha ganado la antipatía de diferentes fuerzas políticas.
Pero Graco descalifica de bulto todas las protestas, y acusa una confabulación de lo que llama "fuerzas conservadoras" en contra de un gobierno progresista, para llevarlo a juicio sumario con la intensión de desaparecer los poderes del Estado, teoría fabulosa que deja en ridículo el complot de conocido paisano suyo.
Su teoría de la confabulación no tiene futuro pues, de aceptarla, tendríamos que admitir que en ella han conspirado no solamente las más de 100 organizaciones del Frente Amplio Morelense (FAM), sino también instituciones oficiales tales como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el Consejo Nacional de Población (CONAPO), y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otras, y prácticamente todos los diarios locales y nacionales, las empresas de información, los mismos Portales de Transparencia de su administración, y hasta muchos de sus amigos, que alguna vez le apoyaron en sus aspiraciones, y hablan ahora de que el perredista sufrió una grave metamorfosis negativa, "...todos aquellos que le dieron la bienvenida de modo cordial y abierto, ahora exigen con violencia que se retire...". Graco pareciera el loco de la autopista, que cree que todos los demás van en sentido contrario y él va en el correcto, su falta de objetividad es inaudita y raya en la esquizofrenia. Pero, ¿es loco o se hace el loco?
No hay tal confabulación, las protestas son en esencia el reflejo de un descontento auténtico, motivado sin duda por la falta de resultados de un diluido Graco, por su soberbia para tratar al ciudadano, por la presunción de Graco que le hace creerse el nuevo David de Morelos, y por los escándalos de nepotismo, corrupción, cabildeos y compra de conciencias para lograr hacerse de poder y recursos, desvío de los mismos o falta de claridad en las cuentas, abusos de poder y acusaciones de colusión con el crimen organizado, y por la percepción de la sociedad morelense acerca del incremento de la inseguridad y la violencia, que en efecto ha aumentado con el gobierno de Graco, según revelan las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), que sigue un método estricto en sus registros y tienen valides científica y oficial, y un largo etcétera.
De toda la letanía de grotescos deslices de Graco, y la correspondiente crítica y protesta que ha despertado en su contra, quiero destacar, por ser la que me parece el mejor ejemplo y, por ello, en donde se revela con más evidencia como injusta, insana y reprobable la actitud agresiva de Graco, la lucha de los más pobres morelenses organizados en el Movimiento Antorchista. Ellos vienen organizándose desde hace 23 años para luchar contra la pobreza y en ese bregar se han acercado a cada gobernador que ha pasado por Morelos para solicitarles soluciones a demandas añejas de servicios y programas sociales, pero de Graco Ramírez solo han recibido el desdén, la burla, la amenaza, la cruda represión y la agresión. No solo no resuelve las humildes y justas peticiones que respetuosamente se le hacen, sino que engaña a la gente, la humilla y maltrata, y cuando vienen los reclamos, amenaza y golpea.
Los antorchistas morelenses intentaron reinstalar un plantón frente del Palacio de Gobierno, en protesta por la falta de soluciones, pero fueron brutalmente desplazados por 400 granaderos. Graco dice que los antorchistas son también parte de esa "confabulación", y en semejante aberración, además de una calumnia, lo que sí podemos observar con claridad es la verdadera esencia del Gobernador y de la "izquierda" que representa, en la que se inició desde su juventud. En toda su carrera política ha sido una verdadera sanguijuela presupuestivora, cosa que está perfecta y conocidamente documentada, y para logarlo - afirman los que le conocen de cerca- no ha tenido escrúpulos de ningún tipo para ofrecerse como un mercenario político a los intereses de los grupos de poder en turno, sean del partido que sean (por ello, en sus fantasías febriles, se ofrece ya como candidato de una alianza entre las izquierdas, el PAN y hasta un sector del PRI). Graco, pues, se ha afanado con eficacia para demostrar la involución de la "izquierda" oficial mexicana, de cómo desperdiciar fatal y lastimosamente la oportunidad de emplear los instrumentos del poder en favor de los más necesitados, y poner un ejemplo histórico de lo que la izquierda verdadera evitará hacer jamás al frente de un gobierno.
Los antorchistas de Morelos y de todo el país estamos decididos a denunciar a Graco, a su política de engaño, de corrupción y de represión, y a luchar hasta que solucione las justas peticiones antorchistas. ¿Es esto último mucho pedir? ¿Realmente vale la pena que Graco siga ganándose el repudio de las grandes masas a las que debería representar? ¿Tiene que seguirse ganando enemigos cuando lo único que debe hacer es solucionar las demandas de la gente?
Pero eso no va a suceder, por su probada y definitiva abdicación a las causas populares y su paso con todo y bagaje, como un siervo fiel e interesado, al bando de los tiranos, al lado de los verdugos del pueblo, quienes parece ser que ya también se quieren deshacer de tan incómoda compañía. Nos tendremos que conformar entonces con que Graco Ramírez cumpla sus funciones como gobernador y corrija su actitud, o que acepte de una vez su ineptitud, deje el cargo, se vaya lejos y se haga olvidar.
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