La nota del periódico sonorense Expreso no deja dudas de que ya van dos administraciones municipales de Morena, y el puerto de Guaymas sigue en picada. De acuerdo con el reportaje de Daniela Martínez, la actual administración de la 4T “ha sido lo peor que le ha pasado a Guaymas” (“Reprueban primer año de Karla Córdova”, pág 2A, edición impresa Expreso del 17 de septiembre de 2022).
La descripción es lamentable: se han descuidado los temas más apremiantes como salud, servicios públicos y seguridad. En el último tema “hay muchos delitos de alto impacto, homicidios, desapariciones forzadas, pero nada se ha hecho para mitigar los robos a casa habitación, como de carros, asaltos, no se nota presencia de policías en la ciudad que patrullen cuidando la seguridad de la gente”.
Morena prometió en campaña solucionar los problemas de derrames de drenaje por toda la ciudad, pero es ampliamente conocido que el problema continúa: calles saturadas de cúmulos de lodo, piedras y polvo de drenaje con el viento seco, Guaymas huele a drenaje. Y dicen los morenistas que gobiernan que aún siguen pensando dónde poner la clínica de la vista que prometieron también en campaña.
Por su lado, la actual alcaldesa tiene una opinión del gobierno de su antecesora, del mismo partido, que da pena ajena y vergüenza: dijo que recibió el municipio “en estado de emergencia sanitaria, con basura por todos lados, drenajes colapsados, cárcamos vandalizados, canales abandonados llenos de cacharros, basura domiciliaria por la misma emergencia” (“Promete Karla Córdova un 2023 muy productivo”, nota del mismo día y edición, pág. 6A) y uno se pregunta, pero ¿por qué teniendo esa opinión tan lamentable participó en elecciones por el mismo partido? Porque sólo así podía ganar, claro, como tantos morenistas, montándose en el prestigio de Andrés Manuel López Obrador, pero ya se ve que era para seguir manteniendo a Guaymas en las mismas, no para verdaderamente mejorar la situación de sus habitantes.
A Morena le bastaron menos de 15 mil votos para ganar la presidencia municipal de Guaymas, de un total de 95 mil votos que era el padrón electoral municipal. Con eso fue suficiente para llevar a este municipio a la tragedia que ahora tiene; es decir, si hubieran participado todas las personas que podían votar, cuando menos 80 mil personas no hubieran votado por Morena y sí por otra opción. Dicen que el hubiera no existe, pero yo digo que es uno de los mejores verbos para motivar a la reflexión, objetivo de estas líneas.
Con ese objetivo, hay que reflexionar. Entonces, ¿Qué le hace ganar a Morena a pesar de todo? Primero, que más del 54 por ciento de los posibles electores no votó. Quizá por decepción, desilusión, desconfianza, lo que sea, pero de lo que no hay duda es que no votar hizo ganar al más malo: y Guaymas huele a sangre y apesta a drenaje, esas son las graves consecuencias.
El caos generado por los gobernantes durante décadas, la falta de soluciones, la tardanza y las promesas reiteradamente incumplidas tienen un resultado real: el desaliento entre nuestro pueblo, el desgano y la creencia de que votar no cambiará nada.
Hace 70 años, las mujeres luchaban por el derecho a votar; hoy lo tienen y las jóvenes lo desperdician. Hace 120 años los peones de las haciendas querían derecho al voto universal, hoy sus descendientes están más sometidos que sus ancestros, y por medio de la peor esclavitud posible: por voluntad propia, sus hijos más jóvenes en edad de votar no le hayan sentido ni a la vida ni a votar ni a nada. Esta, pues, es una razón ideológica para el triunfo de Morena; no es la única, pero a mi juicio es la más importante, es real y claramente medible en el nivel de abstencionismo. Recobrar la confianza en nosotros mismos mediante una inmensa labor ideológica nacional es, por tanto, una consecuencia de este análisis. Sólo así podemos llegar a la conclusión masiva de que no hay que volver a votar por Morena ni por sus políticos reciclados.
Segundo, la existencia de programas electoreros que usa Morena para comprar votos sin comprarlos, al menos legalmente. Así, Morena gana elecciones de manera más barata que gastar en grandes obras de sanidad pública y de que pongan remedio de raíz a los problemas de la sociedad guaymense. Los programas electoreros, que reparten dinero en efectivo mediante tarjetitas del Bienestar están a todo lo que dan previo a las siguientes elecciones.
Pero lo que dan (en realidad es dinero del propio pueblo mediante los impuestos) no se compara con las cantidades de recursos que se necesitan para darle salud a todo el pueblo, educación efectiva a todo el pueblo, arte y deporte, perdón que insista: a todo el pueblo.
Gastar en infraestructura social y programas sociales efectivos es más caro que regalar unos cuantos pesos a unos 20 mil guaymenses, entre viejitos, jóvenes que supuestamente ni trabajan ni estudian y algunas amas de casa. Con eso se garantizará que vuelvan a votar por Morena ¡y volver a ganar con un total de unos 15 a 17 mil votos! Con eso basta. No importa que no haya escuelas dignas, ni escuelas de Tiempo Completo, que los centros de salud estén abandonados, que los gastos en cultura y deporte sean irrisorios, que la mayoría de los alumnos se queden sin becas, que no haya empleos. No importa que haya miles de guaymenses ancianos a los que no les alcanza a llegar ningún apoyo federal: con los votos que se obtengan en 2023 bastará para ganar, aunque Guaymas siga oliendo a mil diablos, aunque los jóvenes humildes vivan casi idiotizados, tienen tan pocas esperanzas que con un poco de dinero en efectivo se contentarán —recuerde usted que según el doctor en Economía Gonzalo Hernández Licona, fundador y exsecretario ejecutivo del Consejo Nacional de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su trabajo “¿Por qué ha crecido la pobreza?” señala que: hasta febrero de este año (2022), en “solo tres de cada 10 hogares se recibe algún apoyo del actual gobierno. Por donde se le vea, excepto para los ojos del gobierno, actualmente los más pobres reciben menos recursos que antes. Contrario a lo que pregona el presidente Andrés Manuel López Obrador, no ha habido tal interés hacia los más pobres”—.
Y en este sentido, los antorchistas de Guaymas podemos afirmar que las soluciones del gobierno morenista a nuestro pliego petitorio son prácticamente inexistentes. Para cualquier demanda nuestra o del pueblo en general la respuesta es negativa argumentando que no tienen recursos para nada: eso se entiende por pobreza franciscana.
Y así hemos dado con un elemento objetivo, material, que explica en gran parte por qué vuelve a ganar Morena, en Guaymas: dinero de por medio, poco, pero suficiente para deslumbrar al desesperanzado, al triste y abandonado. No a todos, pero tres de cada 10 que le garanticen quedarse con el poder otra vez. En este uso del dinero público hay abuso y desfachatez, cinismo como condición indispensable, una corrupción incomprobable, al menos por el momento.
He aquí dos razones para entender porqué Guaymas sigue enfermo: una ideológica y otra económica. La primera requiere una lucha sin cuartel para recobrar el espíritu de lucha de los humildes, requiere crear condiciones organizativas para el renacimiento de la capacidad de lucha del proletariado mexicano. La segunda, para resolverse verdaderamente, requiere que se quite del poder a la clase social que lo detenta actualmente y gobierne la clase humilde mediante los mecanismos y programas que propone Antorcha: sólo gobernando los pobres podrán resolver en definitiva sus carencias económicas mediante el proyecto antorchista de los cuatro ejes. Las dos condiciones requieren de la unión de los trabajadores, la fraternidad, la lucha organizada y el estudio constante. No hay vuelta de hoja.
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