La política de abrazos, no balazos para combatir a la delincuencia, que el presidente Andrés Manuel López Obrador aplica en el país desde el 1 de diciembre de 2018 cuando asumió el control político nacional, ha generado una crisis humana que se manifiesta en el incremento de la desaparición de personas –entre las que se encuentran niños, adolescentes y jóvenes mujeres– que son sustraídos de su círculo familiar y de amigos para incorporarlos a la mafia delincuencial o explotarlas sexualmente.
El doloroso fenómeno de la desaparición de personas no solo encierra miles de vidas segadas o desviadas de su camino, sino el sufrimiento de madres, hermanos y demás familiares y amigos porque ven perturbadas sus vidas: muchos de ellos dejan sus trabajos y actividades cotidianas para dedicarse solo a buscar a sus seres queridos, actividad que les consume la vida de la manera más triste y desesperante.
La descomposición de la sociedad capitalista en la que vivimos, que está dividida en ricos y pobres, en dueños de los medios de producción y trabajadores; en donde lo único que vale es cuánto tienes, cuánto vales, ha traído como consecuencia el incremento de la delincuencia, pues esas acciones les permiten a los criminales obtener dinero fácil para darse una vida de riquezas y satisfacciones materiales, además de que pierden todo respeto por el prójimo, al que le roban sus pertenencias sin ningún rubor ni arrepentimiento y luego la ultrajan y le quitan la vida a fin de que no quede testigos de sus fechorías.
Ciertamente, esa enfermedad social es producto de una cruel sociedad dividida en clases, en la que a los dueños del capital solo les interesa el volumen de las ganancias que se llevarán a la bolsa y no la vida humana, ni siquiera la vida de niñas, niños y adolescentes a los que los delincuentes les roban sueños y anhelos con el objeto de insertarlos en las redes de la delincuencia organizada o para prostituirlos.
Y así como a la clase dominante –a los burgueses tipo Carlos Slim Helú (propietario de Telmex, Telcel, Sanborns), Ricardo Salinas Pliego (dueño de TV Azteca), Germán Larrea Mota Velasco (dueño de la minera de cobre más grande del país), entre otros-, no le importa la vida de los mexicanos, tampoco le interesa a la gente que los representan en el sistema político que renuevan cada seis años en la presidencia y Senado de la República, o cada tres años en la Cámara de Diputados.
Aunque la desaparición de personas ha existido en México, desde hace muchos años, dicen los especialistas en el tema que el fenómeno se agudizó con la guerra antidrogas que en 2006 inició Felipe Calderón Hinojosa, en cuyo periodo de gobierno se perdieron ocho personas diariamente en promedio; el número se duplicó con Enrique Peña Nieto con 16 persoas desaparecidas; y, a pesar de su flamante estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos” con la que el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que pacificaría al país porque ya no habría inseguridad, la vorágine de desaparecidos no ha parado; es más, la cifra ya va en 25 personas desaparecidas diariamente.
O sea, López Obrador ha generado una grave crisis de humanidad que no solo afecta a las víctimas y sus familiares, sino a millones de mexicanos de todos los estratos sociales. Es más, es tanto el sufrimiento regado por todo el país, que desde hace tiempo hay comentarios soterrados y abiertos en torno a que López Obrador sostiene convenios con el crimen organizado: a eso se refiere, dicen, aquello de abrazos, no balazos.
De acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), en el Estado de México, donde se obedece la estrategia nacional de seguridad, también se han incrementado las desapariciones de niñas, adolescente y mujeres jóvenes durante el sexenio de Alfredo del Mazo: entre 2017 y 2022 desaparecieron 850 niñas y adolescentes en el Edomex; 148 más de las que desaparecieron entre 2011 y 2017, durante la administración de Eruviel Ávila Villegas.
Es más, las desapariciones aumentaron a pesar de que desde octubre de 2019 la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) emitió la segunda Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres (AVGCM) en siete de los 11 municipios que ya contaban con esta segunda alerta, como son: Toluca, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Cuautitlán Izcalli, Chimalhuacán, Ixtapaluca y Valle de Chalco.
Es más, el Estado de México fue la entidad más feminicida durante los primeros seis meses de 2022. Encabezó los números absolutos en presuntos delitos de trata de personas, con 102 casos, de los cuales al menos 50 están relacionados con menores de edad, según datos de Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
De acuerdo con la directora de Incidencia Política en Save The Children, Nancy Ramírez, los varones de entre 14 y 17 años son reclutados por organizaciones criminales para la comisión de delitos y en el caso de las mujeres mayores de 13 años las desapariciones obedecen a fines de explotación sexual.
Ningún gobierno, por poderoso que sea, por ejemplo, el del Estado de México, puede ponerle un policía a cada ciudadano para que lo proteja; pero, a lo que sí está obligado es a tener investigadores pertrechados con todas las herramientas tecnológicas posibles para que puedan dar con su paradero en el menor tiempo posible.
En el Estado de México existe una Fiscalía General de Justicia del Estado, la cual, a su vez, cuenta con una Unidad Especializada Contra el Secuestro, la cual está ubicada en San Juan Ixhuatepec, municipio de Tlalnepantla. De acuerdo con los que saben, la fiscalía mexiquense está dotada de las más poderosas herramientas tecnológicas para saber con exactitud dónde se encuentran tanto las víctimas como los delincuentes.
El Gobierno del Estado de México también cuenta con una Comisión de Búsqueda de Personas, la cual emite boletines de búsqueda de desaparecidos: la Alerta Amber para menores de edad o la Odisea para el resto de la población. Aunque lento el servicio, una vez cubiertos los protocolos esa oficina emite los boletines de búsqueda que circulan por todo el país para tratar de encontrar a las víctimas, pero el trabajo de investigación y operación se realiza en la Unidad Especializada Contra el Secuestro, el cual es tan lento que, en muchísimas ocasiones, las víctimas son localizadas sin vida y además vejadas, lo que una vez más desata el dolor de sus familiares y amigos.
Cierto que todos los mexicanos merecemos instituciones eficientes y empáticas, que tomen los casos de desaparecidos como si se tratara de sus hijos o hermanos y, por tanto, que inmediatamente pongan manos a la obra y dispongan de todos los recursos materiales y la más alta tecnología para encontrar sanos y salvos a sus familiares víctimas de desaparición y secuestro. Eso, en la era de López Obrador, no está sucediendo en el Estado de México ni en el país entero.
Pero, lo mejor sería que en México tuviéramos una sociedad sana, limpia de toda delincuencia para que no se gaste tanta energía en la búsqueda de niñas, niños y mujeres jóvenes, quienes seguirían sus vidas sin contratiempo alguno y, por tanto, su inteligencia y fuerza contribuiría a la grandeza del país.
Cada día se suman más mexicanos al ideal de construir un país donde no haya división de clases sociales, donde no haya gente que se siente superior debido a las grandes cantidades de ganancias que obtienen, pero que son producto del trabajo colectivo, trayendo como consecuencia que esas enormes ganancias queden en unas cuantas manos y dejan en la pobreza a los productores directos.
Para tener una sociedad equitativa y justa es urgente que la gente se organice, que tome el poder político del país, no para gobernar como lo han hecho hasta ahora los políticos tradicionales, incluido López Obrador que es un siervo más del neoliberalismo, sino para gobernar con justicia social, lo que equivale a beneficiar a los marginados y olvidados de la sociedad dividida en clases.
Un mundo mejor es posible, pero la condición para lograrlo es que la clase trabajadora se una y, como un solo hombre, impulse la construcción de una nueva sociedad que realmente le brinde una vida mejor.
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