Un mandato de la Sociedad de naciones (antecesor de la ONU) confiado a Gran Bretaña, que en 1917 acordaba crear un “un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina”, añadiendo también que nada se haría “que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no-judías que existen en Palestina”. No se respetó ninguno de los acuerdos y la inmigración judía no tuvo límites, pues llegaban con la idea de que tenían derecho al territorio entero del Israel bíblico, que dio le había dado al pueblo elegido y consideraban que ahí no había una población nativa que hubiese que respetar.
El historiador Josep Fontana, nos sigue narrando en su obra Por el bien del imperio. Ante el despojo de sus tierras los palestinos en 1936, inician una huelga general, que se convirtió posteriormente en revuelta, para frenar la inmigración ilegal de judíos, que se estaba produciendo ante la impotencia de los británicos. Esta inmigración se convirtió en una organización militar que se convertiría en el ejército o Fuerza de Defensa de Israel.
El terrorismo judío, protagonizó una verdadera limpieza étnica en todas las tierras que iba invadiendo, en 1939 grupos armados judíos intensificaron tiroteos contra civiles árabes y en un acto brutal volaron el Hotel Rey David en Jerusalén, sede de la administración civil y militar británicas en Palestina, el 22 de julio de 1946: una operación que causó 91 muertos (británicos, árabes y judíos), que fue denunciada por Churchill como un crimen “uno de los más miserables y cobardes registrados en la historia”, mientras los jefes judíos proclamaban con orgullo que ellos eran los inventores de la guerrilla urbana.
En 1947, los judíos boicotearon el plan inicial de un estado Palestino en que convivieran árabes y judíos, las Naciones Unidas aprobaron, el 29 de noviembre, la resolución 181, un plan de división entre dos estados, que dejaban Jerusalén y Belén bajo la tutela de las naciones unidas, además de la inconformidad de los Palestinos, por que daba a los judíos, que eran el 33% de la población y poseían tan solo el 6% de la tierra, un 56 % de un territorio en el que Vivian 438 mil palestinos, mientras para los palestinos quedaba un 42% de la tierra, incluyendo la menos fértil, y se establecía un enclave internacional de Jerusalén, compartido por 200 mil palestino e israelíes a partes iguales.
El presidente de EE.UU. Harry Truman haba dado pleno apoyo a la inmigración judía en Palestina, sin hacer caso de los consejos de sus diplomáticos, aclarando el porqué de sus decisiones mencionó: “Lo siento, caballeros (había dicho a quienes le aconsejaban prudencia) pero he de atender a cientos de miles que ansían el triunfo de los sionistas; no tengo a centenares de miles de árabes entre mis votantes”.
Mientras tanto, los israelíes creaban un ejército centralizado (Fuerza de Defensa de Israel), integrando en él los grupos terroristas judíos ya existentes, a la vez que proseguían la limpieza étnica de su territorio, con masacres y destrucciones llevadas a cabo de manera despiadada.
En los 50 años siguientes Israel acogió a 5 millones de inmigrantes en un Estado en armas con el más alto porcentaje de gasto militar del mundo, que pudo subsistir económicamente gracias a las ayudas de todo tipo de los Estados Unidos: las mayores que cualquier país haya recibido de otro a lo largo de la historia.
Hoy la masacre del pueblo palestino que habita la franja de Gaza por parte del Estado terrorista de Israel, de ninguna manera es nuevo, su política de exterminio contra el pueblo Palestino, no es más que la secuela de agresiones, para afianzar a Israel como una fuerza militar para continuar con el sometimiento de los pueblos árabes sin importar el sufrimiento y despojo de sus tierras que durante decenios que ha sufrido el heroico pueblo Palestino, los grandes medios de comunicación como en múltiples ocasiones cumplen su función de torcer la realidad y presentarnos al agresor como la víctima.
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