Hace tiempo que cazaba la oportunidad de unir mi voz, mi grito, por los muchachos de ahora que sufren mucho en nuestro país. Y llegó un importante motivo para pronunciarme: el próximo 25 de noviembre, a las cinco de la tarde, se inaugurará en la ciudad de Morelia, en la Plaza Melchor Ocampo del centro histórico, el XIV Torneo Nacional de Básquetbol que organiza el Movimiento Antorchista Nacional y que se desarrollará en la espléndida Unidad Deportiva “Wenceslao Victoria Soto” de la capital de Michoacán.
El Movimiento Antorchista Nacional es la única agrupación política que organiza periódicamente y sin falta, grandes eventos deportivos que concentran a miles de jóvenes mexicanos.
La verdad sea dicha, no tengo temor a decir de manera tan contundente que es la única organización política porque estoy seguro de que la expresión es exacta y, en el remoto caso de que llegara a responderme otro colectivo político reclamando el mismo reconocimiento, sería para mí un gran honor reconocerlo. Pero, desgraciadamente, no existe. Nosotros, los antorchistas, no solamente hablamos en favor de los jóvenes, dedicamos mucho de nuestro trabajo diario a ellos.
Es una verdad de a kilo que el deporte organizado está proscrito de la educación pública en nuestro país. Los maestros de educación física son muy pocos y pasan las de Caín para que una escuela los contrate, las escuelas públicas con una cancha de básquetbol son muy raras y las que cuentan con una de futbol, casi se pueden contar con los dedos.
Son rarísimos los equipos estables de básquetbol o futbol en las primarias y las secundarias que participan durante el año escolar en torneos organizados, de los de otros deportes y torneos, como la natación, ya ni hablar, son de sueño y sólo se ven en las películas. La oficialidad los trata como diversiones prescindibles.
Pero el deporte organizado y constante es fundamental para la educación del hombre y la mujer. Enseña a vencer a un adversario, a disputar una pelota, a disfrutar el triunfo, a soportar la desventaja o la derrota y rehacerse para acometer de nuevo, enseña a trabajar en equipo y a querer al equipo, muestra las cualidades de los compañeros y las habilidades de los adversarios. Enseña a ser valiente y esforzado. Divierte, aleja del alcoholismo y de la drogadicción. Enseña, pues, al individuo a enfrentar problemas y, por tanto, es un espejo de la vida. Todos los que sueñen con un hombre y una mujer nuevos, deberían pensar en la práctica masiva del deporte.
¿Avanzamos hacia allá, aunque sea un poco en el país? No. Los jóvenes y hasta los niños, caen cada vez más en el alcoholismo y la drogadicción, muchos padres viven angustiados. Ahora, como importante novedad de los últimos años, en nuestro país, existen muchos niños y niñas pequeñas con una depresión profunda incapacitante y han aumentado espantosamente los suicidios.
Los lectores de unos 40 años o más, coincidirán conmigo en que eso no existía cuando fuimos jóvenes, ningún compañero o hermano de un compañero, ningún muchacho conocido de la escuela, del barrio o del pueblo, menos aún, un niño, se suicidaba, era impensable, en cambio, ahora, cada vez nos impacta más de cerca. Se extravían las razones para vivir.
“México enfrenta un crecimiento acelerado en el número de suicidios. En 2021 se estima que ocho mil 848 personas se quitaron la vida, es decir, 23 al día. Con una tasa de incidencia a escala nacional de 6.6 por cada 100 mil habitantes, es un problema de salud pública con causas multifactoriales que afecta principalmente a los jóvenes, pues 65.6 por ciento de las muertes por voluntad propia en nuestro país corresponden a personas de entre 10 y 39 años, señalaron expertos” (La Jornada, jueves 8 de septiembre de 2022, p. 13.). Nótese bien: “65.6 por ciento de las muertes por voluntad propia en nuestro país corresponden a personas de entre 10 y 39 años” ¿Es eso lo que construimos, lo que queremos para el futuro de la patria? Algo anda mal, muy mal en la patria.
¿Quién tiene los recursos y los instrumentos para diseñar y llevar a cabo una política social que impacte verdaderamente a la educación de los niños y jóvenes? El Estado.
¿Y qué hace el grupo que actualmente se encuentra a cargo del Estado? Nada en serio, como no sea, la cancelación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo. El primer secretario del ramo de la educación se fue de embajador a Estados Unidos (EE. UU.), la segunda secretaria, se fue a hacer campaña para ser gobernadora de un importante estado del país y, la tercera, la tercera, la tercera ¿todavía está ahí?, porque de ella sólo se supo que dijo que ignoraba cómo se habría de enseñar matemáticas a los niños y desapareció de la escena pública. Consecuencia obligada: “De cada 100 niños que ingresan a la educación básica, sólo 26 logran egresar de alguna licenciatura, de acuerdo con cifras de la secretaría de Educación Pública”. (El Universal, 20 de junio de 2022).
Lo que presume el régimen al respecto, son las llamadas Becas Benito Juárez. Pero esas becas, como todas las ayudas que publicita la Cuarta Transformación que, supuestamente, están revolucionando a México entero son, si las vemos con un poquito de atención, malos complementos de los salarios raquíticos o, de plano, malos sustitutos de los ingresos de los desempleados y los ancianos sin pensión que, en lugar de que los paguen los empleadores, los pagan los causantes y, por tanto, no van a acabar jamás con la pobreza. Una beca Benito Juárez, pues, es un complemento al malísimo salario de los padres que se les entrega a los jóvenes y, como la práctica lo ha demostrado, a veces llega a manos de la madre o el padre y, otras veces, la gastan los mismos jóvenes en pitos y flautas.
Y eso, hablando de los afortunados a los que les llegan las ayudas porque hay muchos otros a los que sólo les llegan las declaraciones. “Siete de cada 10 familias en México padecieron durante la pandemia de covid-19 la pérdida de empleo de uno de sus integrantes o un recorte en las remuneraciones, pero las transferencias de gobierno sólo llegaron a tres de cada 10, reportó el Banco Mundial este miércoles”. (La Jornada, jueves 6 de octubre de 2022, p. 19).
La desesperanza y la depresión se han apoderado de cada vez más niños y jóvenes. Su causa última no está adentro de la mente, sino afuera, en la realidad. Una realidad de espanto. “En los últimos cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto, 3,971 niños, niñas y adolescentes fueron asesinados en México. En los primeros cuatro del gobierno de Andrés Manuel López Obrador fueron asesinados 4,090. 79 cada mes durante la administración de Peña Nieto; 90.9 durante la era de AMLO” (Datos publicados el 16 de noviembre en El Universal por Héctor de Mauleón).
El Movimiento Antorchista, pues, critica, señala, contribuye a la concientización de los graves problemas de la inmensa mayoría de los mexicanos y fomenta su organización para construir un país más justo pero, al mismo tiempo, con sus magros recursos y su enorme capacidad de trabajo y abnegación, pone manos a la obra. Contribuye con su ejemplo a hacer realidad una educación diferente para el pueblo promoviendo el deporte. Por eso organiza las Espartaqueadas deportivas en Tecomatlán, la cuna del Movimiento Antorchista, el Torneo Nacional de Voleibol en la ciudad de Veracruz y, ahora, en Morelia, el XIV Torneo Nacional de Básquetbol, al que ya han confirmado su asistencia más de 70 equipos del país. Muy bien, queridos compañeros antorchistas, la gota de agua, acaba partiendo la roca. Siempre.
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