Vivimos en tiempos donde no existe la importancia suficiente para que los niños, jóvenes y adultos puedan llevar una vida sana por medio del deporte.
Esto se ve reflejado en el poco presupuesto que se dispone para que el deporte sea una realidad para el pueblo mexicano. Si esto se hiciera, podría enfrentarse a uno de los graves problemas por los que atraviesa la juventud, pues ayudaría a crear valores y responsabilidades que en un futuro les servirían para actuar como buenos ciudadanos y, además, los ayudaría a no ser objeto fácil de las drogas.
El deporte es uno de los grandes rubros olvidados, ya que carece de todo interés por parte de los Gobiernos. Hay pruebas suficientes para describir esto que aquí decimos.
Estamos lejos de poder conseguir un país que se enfoque en el deporte no como un espectáculo televisivo, sino como una práctica accesible y promovida desde las más altas esferas del Gobierno.
Para demostrarlo, es suficiente con visitar las áreas verdes que existen en las colonias, las cuales se encuentran en el olvido.
Esto aplica no sólo para deportes como el fútbol, sino también para otros deportes como el baloncesto, voleibol, entre otros. Ni qué decir del deporte profesional, pues aquí solo un sector de la población puede tener acceso a incursionar en él, mientras que los demás tienen poca o nula posibilidad.
La situación es grave, y el problema se puede apreciar en los niveles más básicos de la educación mexicana. Lo mismo ocurre en otras instancias como la primaria, secundaria, preparatoria y universidad, donde no se les enseña a los estudiantes a llevar una disciplina más acorde a su nivel educativo. Tampoco existe el interés por parte de las instituciones por mejorar y promover la vida saludable en las escuelas a través del deporte.
Y aunque organizaciones sociales como el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) hacen sus intentos por exigir que se atiendan las demandas primordiales, entre las que se encuentra el apoyo al deporte, estos todavía no son suficientes para que se atienda como es debido y se le dé la importancia que debería tener, porque no existe el interés suficiente para creer que el deporte sí puede contribuir a la construcción de una sociedad mejor.
Estamos lejos de poder conseguir un país que se enfoque en el deporte no solo como un espectáculo que se vea a través de la televisión, sino como algo que se pueda practicar, que se promueva desde las más altas esferas del Gobierno y que se apoye como es debido. Esto es necesario para que todos estén en condiciones de poder practicar, que lejos de perjudicarles, como se promueve ahora, les ayude a mejorar su salud.
En nuestro país, el tema del deporte es uno de los rubros donde poco se invierte y esto, como ya dijimos, se debe en gran medida al poco interés que existe, pues al Gobierno no le interesa formar niños y jóvenes sanos, capaces de utilizar su criterio y que el día de mañana señalen las cosas que están bien o las que están mal. Esto ha provocado que el deporte sea objeto de grandes intereses particulares que lo explotan al máximo, siempre pensando en las ganancias que se pueden obtener, no en promover el fútbol como un deporte para recuperar la salud de las personas.
Las ganancias que se obtienen de la promoción del deporte son vastas; estamos hablando desde apostar grandes cantidades de dinero, la venta y promoción de bebidas gaseosas y alcohólicas, hasta la venta de ropa deportiva, entre otras cosas que convierten al deporte en general en un jugoso negocio capaz de satisfacer a los grandes inversionistas que apuestan millones de pesos. Esta situación termina por privar a un gran número de deportistas.
Atrás quedó el ánimo de inculcar una vida sana, muy contrario a lo que en años anteriores se intentó, y que dejó de fructificar, convirtiéndose en el deporte de élite, donde solo unos cuantos pueden tener acceso y que se lleva al mercado a vender como forma de vida, pero también como una forma de lucrar y obtener ganancias estrepitosas, como ahora vemos por las grandes cadenas televisivas.
Es necesario entonces seguir señalando los errores de los Gobiernos y exigir que se le dé prioridad a los deportes, que se promuevan como una forma de vida saludable. Sólo así estaremos salvando al deporte de la privatización y de las grandes ganancias de las que hoy es objeto.
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