“Creo que los que hicieron tantas cosas
deben ser dueños de todas las cosas”.
P. Neruda
Ganarse el pan de cada día, es hoy, el objetivo principal de millones de seres humanos en el mundo, en ésta y otras fechas, para ellos no hay días de descanso y mucho menos festivos, está prohibido dejar de trabajar o no buscar que llevarse a la boca a pesar de ser Navidad y los que siguen también, ya que, si bien la pobreza y la desigualdad no son nuevas, la pandemia sanitaria provocada por el virus SARS-CoV-2, que inició hace dos años, las ha agudizado con creces, dañando terriblemente la salud y la economía de las grandes mayorías.
En fechas recientes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, dieron a conocer que más de 500 millones de persona cayeron en pobreza extrema -El Sol de México, 16.12.2021- Según estos organismos, el impacto que la Covid-19 tuvo a nivel mundial fue devastador, pues las personas se vieron en la necesidad de pagar gastos médicos con sus propios recursos, que ahora con la pandemia, aumentaron exponencialmente, ya ni hablar de la pérdida de empleos, que representaron el sustento de millones de familias.
En México, también se acrecienta la pobreza y la desigualdad. Según datos que se desprenden de la Evolución mensual del valor de la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos (canasta alimentaria) enero 2015-noviembre 2021, medición realizada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en nuestro país hay 55.7 millones de pobres; en tanto, la pobreza laboral (ingreso insuficiente de un hogar para alimentar a todos sus miembros) alcanzó el 40.7 por ciento; situación atribuible, según José Nabor Cruz Marcelo, secretario ejecutivo de ese organismo, a efectos de la Covid-19, y a una tendencia inflacionaria al alza que no se ha controlado.
En esta medición, el Coneval señala también que las entidades con mayor incremento de porcentaje de pobres (2018-2020) fueron Quintana Roo, Baja California Sur, Tlaxcala, Estado de México y Yucatán; de estas cinco entidades, tres tienen una dependencia importante con el sector turístico, sector que fue seriamente afectado por las medidas sanitarias impuestas por la pandemia.
Entonces, si la crisis sanitaria y económica continúan y el mundo sufre la aparición de una nueva variante del virus SARS-CoV-2, el número de personas que carecen de lo indispensable para sobrevivir seguirá creciendo a pasos agigantados. Urge que los tres niveles de Gobierno inviertan en el mejoramiento del sistema de salud, que se inmunice a todos los mexicanos sin importar la edad; que se creen más empleos, que estos sean mejor remunerados y reorientar el gasto social que realiza, para que los beneficios lleguen al pueblo trabajador que es quien más lo necesita.
Sin embargo, la gravedad de la situación que vivimos, es opacada por la verborrea de nuestros gobernantes que no les aflige lo que ocurre con los sectores más pobres; antes bien, atendiendo a las fechas decembrinas, se desviven por sumarse a quienes en esta época hacen grandes ganancias y explotan el sentimentalismo de la gente.
El 23 de los corrientes, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, externó desde Palacio Nacional, sus deseos a todos los mexicanos: “Que la Navidad sea de felicidad, reconciliación, amor y esperanza con los seres queridos y los amigos, mucho amor, mucha felicidad que no haya sufrimientos y que no perdamos nunca la esperanza en vivir, en salir adelante”, dijo.
Pero 55.7 millones de mexicanos, seguramente no tendrán que llevar a la mesa en esta fecha, para ellos, la Navidad será un día más que vivirán con el estómago semivacío, pues los “buenos deseos” vertidos por el presidente de la república, no los llenarán y tampoco les proporcionará felicidad. México es un país enfermo de pobreza y uno de los países con mayor desigualdad en el mundo, donde el 10 por ciento de la población más rica concentra el 79 por ciento del capital y los activos; mientras el 50 por ciento más pobre tiene “cero riquezas” -World Inequality Report 2022-.
Se necesita que el Gobierno federal aplique políticas públicas de envergadura, capaces de subsanar los males que laceran la vida de los mexicanos y poder curar el mal de raíz, aplicando una política progresiva en el pago de impuestos a las grandes fortunas de las personas y a las ganancias globales del capital financiero y garantizar la inversión de esos recursos en producir bienes públicos universales, para garantizar educación, salud e ingreso básico, especialmente para los más pobres de este país.
Mientras esto no ocurra, los buenos deseos de una Feliz Navidad, no dejarán de ser un sustituto barato de la verdadera justicia social a que tienen derecho todos los seres humanos, seguirán siendo un decidido apoyo y promoción para los poderosos grupos económicos, que en estas fechas realizan grandes negocios, mientras las justas demandas de los grupos vulnerables, duermen el sueño de los justos.
Los antorchistas, somos mexicanos que seguiremos aportando nuestro modesto esfuerzo en la lucha por erradicar la pobreza, por lograr una felicidad verdadera para aquellos que se debaten en una situación de miseria, de insuficiencia de recursos y desamparo social. Para ello seguimos organizados, para protestar por la injusta situación de marginación, insalubridad e ignorancia en que vivimos y por la conquista de mejores condiciones de vida.
Con todo, los sentimientos profundos que estas fechas despiertan en el pecho de los hombres y mujeres buenos, sirvan a cada uno de nosotros, para convertirnos en mejores seres humanos, entendiendo que solamente nuestra unidad y acción organizadas, lograrán la transformación de este mundo tan injusto para quienes crean la riqueza social, en uno más luminoso y generoso, en donde la Navidad, sea felicidad para todos.
Llamo al antorchismo yucateco a cerrar filas y que el espíritu y discurso de estas fechas, no distraigan ni minen nuestro ánimo; por el contrario, nos dispongamos en el venidero 2022, luchar por la solución de las justas demandas del pueblo organizado en nuestras filas.
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