MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Justicia social reclaman los afectados por los “desastres naturales”

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En la semana que hoy concluye tuve la oportunidad de platicar con algunos vecinos de Tula, Hidalgo de los más afectados por las inundaciones, y pude, nuevamente, confirmar que la tragedia pudo ser de mucho menores dimensiones si las autoridades correspondientes hubiesen cumplido con su deber y con su responsabilidad de atender los avisos del Sistema Meteorológico Nacional, de monitorear los niveles de los ríos y prever, de acuerdo con los conocimientos, experiencia y equipo adecuado, el desbordamiento de las aguas y su magnitud y, por lo tanto, haber tomado la decisión de evacuar a la población por la tarde del lunes 6 y el hospital del IMSS. Con la prevención y la evacuación a tiempo, la gente pudo haber salvado parte de su patrimonio, pero sobre todo, no estaríamos lamentando la muerte de 17 hidalguenses en terribles circunstancias.

Pude constatar que ahora lo que más preocupa es, por un lado, cómo recuperar muebles y enseres domésticos, pues muchas familias no tienen ni una pequeña estufa para cocinar, ni una cama para descansar; todo se lo llevó el río o lo dejó inservible. Por otro lado, obviamente, las condiciones de sus respectivas casas, ya que algunas de ellas se están cayendo o están cuarteadas, inhabitables. Los dueños de pequeños negocios, con lágrimas en los ojos relatan sus angustias, sin saber qué hacer o cómo recuperar su pequeño capital, sostén de la familia. La diferencia con los propietarios de grandes negocios o que pertenecen a algunas cadenas comerciales, se nota, a simple vista, pues estos, en su mayoría, ya están nuevamente funcionando en el Centro de Tula.

El pasado miércoles 8 de los corrientes, señalaba en una entrevista en el programa “Hablando Claro”, del renombrado conductor Manuel Aparicio, que, efectivamente, la inundación debió y pudo prevenirse; que el monitoreo permanente del río Tula está a cargo de la Conagua y, por lo tanto, esta dependencia, como las correspondientes del Gobierno estatal y municipal, debieron alertar a la población y evacuarla; también comentaba que esto era de indispensable responsabilidad y lógica, pues ya teníamos varios días con lluvias intensas en la entidad y en todo el Valle de México; el suelo estaba saturado y también las presas.       

Asimismo comentaba que ante la tragedia por las inundaciones en Tula, Ixmiquilpan, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan, Chilcuautla, Tepeji, Tezontepec, principalmente, no debíamos olvidar la que días antes varios municipios de la sierra Otomí-Tepehua y de la Huasteca estaban viviendo con el paso del huracán Grace: 27 municipios con severas afectaciones en viviendas y caminos que vienen a sumarse a la de por sí deplorable infraestructura carretera para comunicar a las diferentes poblaciones y municipios; hasta hoy varios caminos siguen intransitables, y por lo tanto, las comunidades siguen sin tener comunicación segura con las cabeceras de sus respectivos municipios. Los caminos simplemente están destrozados y con graves riesgos para quienes transitan por ellos.

Hasta hoy, a varios días del paso del huracán y de las inundaciones, lo único que se sabe es que “se está levantando un censo” para conocer de las afectaciones en cada vivienda; la pregunta que se hacen las familias afectadas es: ¿cuándo llegará el apoyo gubernamental para la reparación de los daños? En cuanto a los caminos y carreteras destrozadas, lo único que se ha hecho por parte del gobierno estatal o en algunos casos de los municipales es mandar maquinaria para retirar piedras y lodo derivados de los derrumbes, pero ¿y la construcción de los muros de contención, la pavimentación de los caminos y carreteras? De eso nadie dice nada. Igualmente pasa con los afectados por la inundación: sí, dicen, nos han apoyado con ropa y con despensa, cosa que agradecemos, pero y ¿nuestros muebles, nuestras casas, qué vamos hacer, cómo reponerlos?

La respuesta, creo, no es fácil o de inmediata solución; antes, los gobiernos estatales,  para hacer frente a los desastres naturales, mínimamente contaban con el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), fideicomiso desparecido (como muchos otros) por el actual gobierno del presidente López Obrador, pero sin haberlo sustituido por otro, dejando en el completo desamparo a las familias víctimas de los desastres naturales: sin techo, sin caminos, sin trabajo cuando los cultivos son arrasados por la tormenta o el granizo o por las sequías, etc.; López Obrador desaparece el Fonden con el argumento de la corrupción, pero no da alternativa: tiró al niño junto con el agua sucia de la bañera.

Coincido con quienes plantean que ya es momento de que se atienda y se resuelva por parte del Gobierno federal, de la Conagua y del Gobierno estatal el gran problema de las aguas residuales del Valle de México, que por su orografía necesariamente tienen que ser bombeadas hacia nuestra entidad, pero como hoy, por la irresponsabilidad, omisión y desprecio a la vida de los menos favorecidos por la diosa Fortuna, sigue costando vidas y salud, pues no se quiere pagar los costos de una obra bien hecha, cuidada y bien manejada. Justicia social reclama el pueblo hidalguense y todos los afectados por las inundaciones y por los huracanes que siempre afectan a los más débiles.

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