Ahora que la maestra Delfina Gómez Álvarez toma la batuta de la Secretaría de Educación Pública, considero oportuno enfocar el tema de la investigación científica, misma que adquiere notabilidad por los esfuerzos que hace el Gobierno federal para adquirir vacunas en el extranjero, más visible aún, porque somos vecinos de la pequeña y asediada isla de Cuba, cuyo gobierno acaba de anunciar que están a unos días de tener lista su propia vacuna llamada "Soberana 02”.
La abrumadora dependencia en ciencia y tecnología que sufre nuestra patria se suma a la dependencia en alimentación y energéticos, de tal manera que la idea de "nación soberana” queda reducida a simple ficción.
¿Qué pasa con la ciencia y la tecnología? ¿Por qué no avanzamos, y más bien vamos hacia atrás, en plena "era del conocimiento”? La respuesta consta de múltiples aristas. Por ejemplo, dice Viridiana Mendoza Escamilla (Forbes México, octubre 23, 2020): "La educación se ha concebido como memorizar y aprender sólo lo que se limita a los programas educativos. tenemos que empezar a discutir la necesidad de que los niños y jóvenes tengan un pensamiento científico…&rdquo, problema eminentemente educativo. La maestra Delfina Gómez tiene aquí un importante reto.
Otra arista del problema es que a la investigación científica se le trata como trapo sucio desde que se estableció su necesidad allá en los años 30 del siglo pasado, en pleno gobierno del general Lázaro Cárdenas; desde entonces se le escatiman los recursos financieros indispensables para cumplir su cometido.
El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, en octubre 2020, informó que en 2018 México apenas destinó el 0.46 por ciento del PIB a investigación, porcentaje que en el sexenio de la 4T baja a 0.38. ¡Es como darle un peso a un pordiosero!
En cuanto al número de investigadores mexicanos, dice Juan Alberto González Piñón (expansión.mx, 11 mayo 2020) que "según el Conacyt, al 2018 México contó con 28,579 investigadores (…), es decir, 1.8 investigadores por cada 10 mil habitantes&rdquo, cuando en países desarrollados, "la proporción es de 30 o 40 investigadores (por cada 10 mil habitantes)”.
En la investigación de la covid-19, según informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aparecido en la página electrónica "El Conspirador&rdquo, del 22 de enero, "de una lista de 30 países que han aportado investigaciones científicas y médicas sobre la covid-19, México se encuentra en el último lugar, junto con Polonia”.
Para colmo de males, el gobierno del presidente López Obrador ha eliminado casi todos los fideicomisos, entre el los que apoyaban la investigación científica, por ejemplo, la biotecnología, la química y la bioquímica, ramas fundamentales de la ciencia, capaces de investigar el virus que actualmente nos agobia, y de crear vacunas propias. No es el momento de desmontar la estructura científica, con el pretexto de la corrupción, sino de renovarla. Estoy seguro que tenemos sabios dispuestos y capaces de encontrar una vacuna nacional.
¿Acaso la nación mexicana, orgullosa nación milenaria, descendiente de hombres sabios y valientes, como Huematzin, Xólotl, Tlacaélel, Moctezuma Ilhuicamina, Nezahualcóyotl, y muchos más, está condenada a ser siempre, desde la conquista española, sólo un apéndice de los poderosos? No lo creo, nuestra historia nos enseña que cientos de años antes de los españoles, tuvimos médicos, matemáticos, astrónomos… ¡Nuestra ciencia debe renacer, y eso empieza por la educación básica!
A ver si algo puede hacer la maestra Delfina Gómez álvarez. Me adelanto y vaticino que no hará nada, pues la educación pública y, además, de calidad, no es prioridad de este gobierno, creador de universidades patito.
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