En México se padece hambre, igual que en otras partes del mundo. En nuestro país, cerca de 35 millones de personas padecían, hasta el 2022, inseguridad alimentaria, que a lo largo de seis años ha crecido un 13 %, es decir, 4.2 millones más que en 2016, según el reporte sobre el Estado de la Inseguridad Alimenticia en el Mundo 2023.
Día a día, las familias hacen cálculos de gastos e ingresos y llegan a la conclusión de que son más los gastos que las entradas de dinero. El panorama no es tan agradable, pues la inflación ha crecido y esto hace que disminuya sustancialmente el poder adquisitivo de su ingreso mínimo, el cual es y ha sido raquítico en comparación con el alza de precios de los productos de primera necesidad.
El problema alimentario afecta de modo especial de forma cruel e injustificada, pues históricamente fuimos autosuficientes como cultura milenaria en Mesoamérica.
En estos momentos en Gaza no hay comida para nadie, y lo peor de todo es que el gobierno israelí utiliza el hambre como arma de guerra.
Apenas hace 2 mil años, aparecieron las culturas europeas y entre estas “la de nuestros invasores, conquistadores por la fuerza y hasta la fecha depredadores del medio ambiente en toda la Tierra y sus capas vitales, mediante la sobrevalorada cultura del desarrollo tecnológico, la concentración de la propiedad y del capital, el empobrecimiento de la inmensa mayoría de las poblaciones… cuyo último deseo es migrar a inexistentes “tierras prometidas”, con una consecuente pérdida de biodiversidad, deterioro de los suelos, del agua y del clima, cuyo efecto predecible es terminar con nosotros, los habitantes del planeta, a través de nuestros descendientes empobrecidos en su cuerpo, sus funciones vitales y su capacidad cerebral, lo que no es novedad para muchos, pero es necesario que todos comprendamos, asimilemos y luchemos contra esa contundencia fatal”. (La Jornada, 12 de mayo de 2024).
La inflación en México durante el mes de abril volvió a afectar, en gran medida, a las familias de menores ingresos. De acuerdo con el índice nacional de precios al consumidor, la inflación nacional fue de 4.65 % en abril, mientras que para hogares con percepciones de hasta un salario mínimo fue muy superior, de 5.03 %, lo que provoca que las familias no alcancen para el abastecimiento de la canasta básica alimentaria.
El número de personas que padecen hambre en el mundo aumentó hasta alcanzar los 828 millones de personas en 2021, lo que supone un aumento de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde el brote de la pandemia de covid-19, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el que se aportan nuevas pruebas de que cada día hay más hambre.
América Latina y el Caribe es la región con la brecha de desigualdad más grande, por encima de África subsahariana, el sudeste asiático, el norte de África y Medio Oriente, pues en las últimas dos décadas los ricos han incrementado sus fortunas y los pobres se acercaron más a la miseria.
El Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) revela en un estudio regional que entre 2000 y 2022, el 1 por ciento de la población acaparó 5.85 veces más riqueza que la mitad más pobre de la región.
En estos momentos en Gaza no hay comida para nadie, y lo peor de todo es que el gobierno israelí utiliza el hambre como arma de guerra para acabar con la población palestina.
Según un informe divulgado por el Banco Mundial:
“… el aumento de los precios de los alimentos internos se mantiene alto: una inflación superior al 5 % se registra en 61.9 % de los países de ingreso bajo”.
Urge que en nuestro país el gobierno federal tome las medidas necesarias para hacer producir el campo, acabar con las malas prácticas en el sector agropecuario y evitar la formación de una perniciosa estructura asimétrica en el medio rural.
Las políticas públicas asistencialistas en México derivaron en un minifundismo que actualmente es identificado como figura de pobreza en la agricultura. Ganan siempre quienes cuentan con mayores recursos económicos en esta área.
De igual manera, el Gobierno debe ser sensible para resolver el problema alimentario, porque está en juego el bienestar alimentario de la mayoría de la población mexicana y el pleno empleo para los mexicanos obligados a dejar sus comunidades por falta de trabajos justos.
Asimismo, el Gobierno debe cumplir con el mandato de ofrecer al pueblo mexicano autosuficiencia alimentaria, seguida de la soberanía y, de igual manera, la exportación de bienes excedentarios.
Debe cumplir también con el artículo 4 Constitucional que a la letra dice: “Al mexicano se le debe garantizar alimentación suficiente, sana, de buena calidad y de acuerdo a la propia cultura”.
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