MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La clase obrera, los creadores de la riqueza, cada día son más pobres

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Desde que vivimos en el sistema capitalista, el hombre ha sido explotado por sus pares. Me explico. En el inicio de la humanidad, el hombre se agrupaba en tribus y clanes para poder sobrevivir a los diferentes embates que le daba la naturaleza: huracanes, tifones, heladas, incendios, sequías y las temibles bestias. De ahí nació la necesidad de agruparse y en colectivo defenderse y así poder sobrevivir a las catástrofes a las que se enfrentaban de manera cotidiana, en colectivo son más fuertes que dispersos, en colectivo pueden enfrentar a otras tribus, así como cazar más y mejores presas. Así, en colectivo, logran permanecer en un mundo en que vivir un día más, es un gran logro. Han descubierto un modo de vida en el que todos tienen la misma oportunidad, así como también los mismos derechos y obligaciones, hablamos del “comunismo primitivo”, así, se desarrollará una de las etapas más importantes, el inicio de la humanidad. El hombre consume lo que caza, pesca, o bien lo que recolecta, la naturaleza le provee de lo necesario para subsistir y, él, no requiere de más, no existen bienes ni lujos, así como tampoco la necesidad de acumular objetos que no sean más que aquellos que han de ayudarles en los oficios de la caza.

Con el paso de los años y el mejoramiento de sus enseres, así como con el aprendizaje de la domesticación de los animales y el descubrimiento de la agricultura, los productos necesarios para su vida diaria, se ven superados, por primera vez, la oferta de productos, supera a la demanda de los mismos. Ahora es posible poder acumular productos y con ello se crea la propiedad privada.

La posibilidad de poder acaparar bienes y productos es llevada a cabo por los más audaces o los más fuertes, los que han de defender esas posesiones hasta con la fuerza de ser necesario. Así, surge uno de los sentimientos más mezquinos, la ambición y, que ha de cambiar la forma de vida hasta entonces conocida. Ahora, los fuertes obligan a los débiles a trabajar a su servicio, se apropian del resultado de su esfuerzo y de ellos se benefician, los que se niegan a colaborar son reprimidos y obligados por la fuerza, también son dogmatizados y controlados con ideas espirituales, modificando y sustituyendo a sus dioses, incluso haciéndoles creer que los dominadores, tenían tintes divinos, ya que fueron elegidos por los mismos dioses para representarlos en la tierra o que ellos mismos son la encarnación de ellos, se hicieron llamar reyes, príncipes, papas, etc. El sistema y la forma de vida han cambiado, ahora, el resultado del esfuerzo de muchos, será únicamente para beneficio de muy pocos, ha surgido “el esclavismo”. Y con ello, surgen también dos clases sociales que perduran hasta nuestros días: la clase opresora que son los menos y la clase oprimida que son los más.

Así, pasarían varios siglos durante los cuales, se llevaría a cabo infinidad de infamias, desde hacerles perder su identidad, separarlos de sus seres queridos, adueñarse de sus voluntades, obligarlos a trabajar hasta el último hálito de su vida, así como la compra y venta de esclavos como si fuesen una mercancía. Todo esto y más, en beneficio de la clase opresora, haciendo que sus caudales crecieran de manera exorbitante, al grado de que podían adueñarse de grandes extensiones de tierra y mar y controlar la venta, y traslado de las mercancías que eran producidas por sus esclavos.

Ésta etapa, también tenía sus contras y, algunas de ellas es que había que alimentar a toda esta gran masa de mano de obra y cuando el mercado se saturó de las mercancías producidas, tuvieron que buscar nuevos espacios allende sus fronteras, así, se dan a la tarea de buscar nuevos mercados y ya sea por el don del convencimiento, o por el uso de las armas, se expanden y con ello sus haberes y sus poderes.

Con los años, después de asonadas, levantamientos e ideas libertarias, así como fundamentos filosóficos de igualdad entre otros sucesos más, se transforma el esclavismo, pero de una manera más mesurada, se da la idea de que los antes esclavizados ahora son libres. Pero, ¿de qué pueden vivir, si carecen de todo, a donde pueden ir si no tienen haberes?, su miseria es tal, que no les queda de otra más que seguir en el mismo lugar donde han dejado sangre sudor y lágrimas, así, pasan a ser de esclavos a “siervos de la gleba”. Trabajarán de manera incansable en la tierra del amo, que, a cambio de eso, les dará en comodato, un espacio donde vivir y donde sembrar para su sustento. El nuevo sistema no falla, antes, como esclavos, trabajaban y había que alimentarlos para que pudieran rendir en los campos de labranza, ahora como siervos también trabajan, pero su sustento, ya no depende del amo, sino de los mismos lugareños, a los que les suman impuestos y la obligatoriedad de vender y o comprar todo al amo.

Con la necesidad de aumentar la producción de mercancías, surge una nueva era, “la revolución industrial” y con la posibilidad de emigrar a nuevos centros de trabajo, la clase trabajadora se desplaza a las zonas fabriles, donde ahora ofrecerá lo único que tiene, “su fuerza de trabajo” la mano de obra de cientos y miles de obreros, crearán grandes emporios, forjarán grandes fortunas, crearán nuevos ricos, y a los que ya lo eran, los harán aún más ricos, pero de todas esas grandes fortunas creadas con sus manos y producto de su trabajo, no recibirán más que un mísero salario que apenas les permitirá vivir en un hediondo rincón de algún pestilente y derruido edificio, donde albergará a otros tantos obreros, que como ratas se hacinarán por las noches, donde intentarán reponer fuerzas después de extenuantes jornadas de trabajo de hasta 18 horas. A esta humillante forma de vida, se sumará una nueva desgracia, incapaces ya de poder fabricar sus artículos personales, de sembrar y cosechar sus propios alimentos, se encuentran a expensas de los patrones que ahora, serán los proveedores de todas sus necesidades. Las pinzas se cerraron, están en manos (nuevamente) de sus explotadores, que con una mano les pagan exiguos salarios y con la otra se lo arrebatan para cobrarles elevadas cuotas por alimentos, enseres laborales, renta de su vivienda, ropa y cuanto se les ocurra. Y así surgen las dos últimas clases sociales que rigen hasta nuestros días, “la clase empresarial” y la “la clase obrera”.

Los opresores y los oprimidos hoy, somos los mismos de ayer, unos, los empoderados explotadores de siempre, con los mismos apellidos y las mismas formas de producir dinero a costa del dolor, la salud y la dignidad. Otros, los obreros, empleados y prestadores de servicio, tratando de sobrevivir, sin servicios de salud a la altura de sus necesidades, sin la posibilidad de tener un salario digno que le permita tener una vida plena, ya ni hablar de un retiro decoroso.

Nosotros, la clase trabajadora, somos los verdaderos creadores de la riqueza, nosotros transformamos la materia prima y la convertimos en mercancía que ha de ser puesta a la venta (y que nosotros mismos les compramos) con ganancias que a nosotros no nos tocan, esas ganancias se las quedan los hoy patrones y, ayer amos. Es necesario e indispensable, que esta situación termine y se acabe esta desigual e injusta relación obrera patronal.

Antorcha Obrera te invita a formar parte de la lucha por la igualdad y la dignidad.

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