La pobreza de los campesinos ha sido la cara de nuestro campo mexicano debido a una constante crisis, en la que primero se explotaba al campesino con una agricultura que sólo beneficiaba a los grandes hacendados, mismo que terminó en la revolución de 1910. Ésta solamente atendió parte del problema y la crisis continuó, teniendo un retroceso con la implantación del sistema agrícola ejidal.
La crisis en el sector rural se ha hecho cada vez más profunda porque la mayoría de los cultivos y de los productos pecuarios y forestales han dejado de ser rentables. La falta de políticas de planeación, fomento y regulación en la economía rural ha provocado, mayor atraso y pobreza en el medio rural.
Esta crisis se ha agravado con la falta de infraestructura y servicios, la reducción de los subsidios, la poca protección a la producción nacional y el mercado interno, la falta de crédito para millones de productores, la carencia de investigación, innovación tecnológica, asistencia técnica y capacitación.
Como consecuencia del abandono en el que se encuentra el campo, la actividad agropecuaria y forestal se ha descapitalizado, se ha reducido la producción, se ha incrementado la dependencia alimentaria, se ha destruido la planta productiva, sobre todo de oleaginosas y algunos granos básicos, además de que se han desarticulado las cadenas de producción.
Asimismo, en el campo, es cada vez más creciente la expulsión de la población, mientras que los empleos se reducen, los recursos naturales se degradan, los ingresos de las familias campesinas han caído, al tiempo que la pobreza y la marginación aumentan.
La falta de planeación en los procesos productivos ha provocado que seamos el primer importador de alimentos en América Latina, al no poder competir con nuestros socios comerciales, debido a las asimetrías que tenemos con Estados Unidos y Canadá en productividad y rentabilidad, ya que los productores de esos países tienen acceso a mejores tecnologías, créditos más accesibles y subsidios más altos.
Por ello, es necesario definir una política de planeación a partir de la demanda de los mercados, la vocación productiva de nuestros suelos, pero, sobre todo, tratando de alcanzar la autosuficiencia alimentaria de nuestro país.
Con una política pública incluyente y estratégica, y una equilibrada inversión en el sector rural, el desarrollo agropecuario mexicano podría alcanzar mayores niveles de productividad y disminuir la dependencia en granos, principalmente con mejores tecnologías de producción, e insumos de mayor calidad.
Los gobiernos no hacen un plan para desarrollar el campo, porque la planeación de los procesos productivos permitirá también regular la producción, en función de la oferta y la demanda, evitando así los serios problemas de comercialización y caída de precios, que tanto lastiman a la economía de los campesinos.
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