Cuando uno logra descubrir una verdad oculta, que es fundamental para entender el porqué de muchas cosas, se puede decir que es un tanto más libre que antes, pues inevitablemente se rompen esquemas, que quiebran prejuicios, y se avanza hacia la libertad del pensamiento, que es lo que nos diferencia de otro ser vivo, nuestro raciocinio.
Por eso, el día de hoy, quiero compartirles una opinión, que me surgió al aprender algunas ideas nuevas que nunca nadie me había enseñado, y lo hago con el único afán de que quien me lea pueda experimentar también un grado, aunque sea mínimo de emancipación.
Cuando nosotros nacimos, este mundo ya estaba hecho y nosotros solo llegamos a acomodarnos a él. Por ello, rara vez tratamos de encontrar explicaciones a fenómenos cotidianos, pues creemos que ha sido siempre y así seguirán. Por ejemplo, pocas veces nos hemos preguntado cuál es nuestra misión como ciudadanos, cuáles son nuestras funciones en la vida, para qué vivimos. Y a pesar de que pues pretender misiones imposibles, lo que es real y básico es que el hombre como especie, nace para reproducirse, es decir continuar la especie humana y para producir, es decir, generar todo lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas, o sea, trabajar, esas son sus tareas elementales.
Para producir cualquier clase de producto, se requieren tres elementos indispensables, llamados, elementos de producción, que son: 1) materia prima, herramientas de trabajo y fuerza de trabajo. Las materias primas son todas aquellas riquezas naturales existentes en el universo, como tierra, mares y sus peces, los ríos y sus plantas, los bosques y sus árboles, la minas y sus minerales, etc. Que son extraídas de la tierra y transformadas en un producto. 2) Herramientas de trabajo, que son todos aquellos artefactos utilizados para la extracción de las materias primas, por ejemplo, una retroexcavadora para sacar mineral, o un gran barco pesquero para sacar los peces del mar, o una gran fábrica para llevar a cabo el proceso de transformación de la materia. Y, por último, pero no menos importante, 3) fuerza de trabajo, que es la energía que el trabajador invierte en la producción del objeto. Sin estos tres elementos nada se podría producir, nada.
Aunque hubiera, como lo hay en nuestro país muchas riquezas naturales, como el petróleo por ejemplo, se requiere de los dos elementos más, un barco especial para extraerlo y un hombre que maneje las máquinas.
En el modo de producción, entendámoslo como el proceso necesario para producir cualquier producto u objeto, se desarrollan relaciones de producción, que son las que se establecen entre los hombres a la hora de ejecutar una función técnica y también social del trabajo, que inevitablemente generan dos clases antagónicas, opuestas. Por un lado, el que posee las materias primas y las herramientas de trabajo, y por el otro quien solo tiene fuerza para producir y nada más. O sea, el patrón y el obrero. Como el primero tiene a su favor, la propiedad de los dos primeros elementos, es el que determina las condiciones en que el obrero, que solo tiene su fuerza, trabajará. Es decir, establece su jornada laboral, su salario, las condiciones físicas en que trabajará. Sin embargo, el patrón, ocupa del obrero, y el obrero necesita al patrón, pues solo entre los dos podrán realizar la producción.
Pero en el sistema capitalista, que hoy domina casi al mundo entero, a repartición de la riqueza que se produce, es desigual, pues mientras que el patrón se queda con la mayor parte de las ganancias, aproximadamente 80 por ciento, el obrero solo se queda con el resto, un 20 por ciento, por el simple hecho de no poseer más que su fuerza de trabajo. Y esta forma de repartir ha generado una inmensa brecha de desigualdad, generando cada día más pobres y menos ricos.
Actualmente, se dice que el 99 por ciento de la población mundial posee solo el uno por ciento de las riquezas que ellos mismos producen, y solo el uno por ciento posee el 99 por ciento de las riquezas. Esta situación ha generado hambrunas, enfermedades, desigualdad social, violencia, homicidios, inseguridad pública, pues se propicia la explotación del hombre por el hombre, aunque no se perciba en primera instancia.
Al obrero no le alcanza para alimentarse como necesita, para curarse de sus enfermedades ocasionadas por el desgaste físico y emocional que generan las jornadas laborales, para educarse, mucho menos para recrearse, con vacaciones, o visitas a museos, o comprar libros o pinturas.
Hoy en día, el obrero está desprotegido incluso por el propio Estado, que debería protegerlos del maltrato y procurar una vida digna. Ejemplos cotidianos, tenemos muchos. Pero uno de ellos es el salario de los y trabajadores contra lo que se requiere para alimentarse, la canasta básica. Mientras el Estado, realizó un supuesto aumento de salario “a partir del 1 de enero de 2023 de acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) el salario mínimo en nuestro país aumentará un 20 por ciento subiendo de los $172,87 diarios a los $207,44 con la nueva actualización. Mientras en la Zona Libre de la Frontera el salario mínimo sumará unos 52 pesos logrando la cifra de $312,41 diarios”.
Pero la canasta básica alimentaria subió y sigue subiendo. “Al corte de enero del 2023, fueron necesarios 1,644 pesos mensuales por persona para costear sólo la alimentación en zonas rurales. En las zonas urbanas el monto escala a 2,144 pesos por persona”. Si en una familia de 5 integrantes, solo uno es el que trabaja, ¿cómo harán para alimentarse adecuadamente, y además vestirse, calzarse, y pagar los servicios básicos como luz, agua, predial (que también están aumentando considerablemente)?
Ahora entiendo que el pobre es pobre, no porque no trabaje, no porque no se esfuerce, no porque no sepa, no porque sea inútil, no porque sea flojo, sino porque lo están explotando, en el sentido más literal, pues usan su fuerza de trabajo para convertirla en trabajo, aumentando de valor, y eso no se le reparte, sino que se lo queda el patrón, es así como se hace cada vez más rico, y el obrero cada vez más pobre, pues sus fuerzas no son eternas.
Esta historia ha sido repetida por muchos años, y aunque el tiempo ha pasado, la explotación sigue existiendo, solo que se ha modernizado, y es más difícil de notar, pues hay muchos adornos que entorpecen. Por ello, urge pues un modelo económico que sea más justo, más equitativo que reparta más las riquezas generadas por los obreros con su esfuerzo y trabajo.
Pero eso no será sencillo, pero sí posible. Y lo primero que creo que debemos hacer, es conocer de qué tamaño son nuestras cadenas, para que podamos romperlas. Si no descubrimos eso, seguiremos pensando como yo lo pensaba en algún tiempo, que la proliferación de los pobres era cosa normal y natural, pero ahora reflexionando un poco, podemos entender que nos contaron mal la historia, que sí hay explicación y contundente respecto a cómo se genera la pobreza.
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