MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La FNERRR y la razón de su lucha 

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Han transcurrido 16 meses desde que el letal coronavirus SARS-CoV-2 apareció en México. Mismo número de meses en que el presidente de la República y su cuerpo técnico y científico no han controlado este mortal virus, pero no por culpa de este último, sino por falta de inversión a la ciencia, innovación y tecnología. El mismo intervalo de tiempo en que no se ha instrumentado un mecanismo adecuado para combatir de manera eficaz al SARS-CoV-2, porque en lugar de recurrir a la ciencia, el presidente de la República recurre a la fe, la superstición y los amuletos. Mismo periodo de tiempo que el gobierno federal sigue mintiendo al pueblo de México sobre el hecho de que han muerto solamente 244 mil mexicanos (entre ellos, 597 niños y adolescentes), cuando expertos en el área demuestran que es más del doble. Tiempo suficiente para que el presidente tomara medidas estrictas para salvaguardar la salud de todos los mexicanos, pero nulas acciones al respecto se han concretado. Intervalo de tiempo suficiente para que el Gobierno federal remozara las escuelas para un regreso seguro a clases, pero hasta el momento no hay un planteamiento sobre ese apoyo que por obligación le corresponde y a la Secretaría de Educación Pública (SEP) también. Mismo número de meses en que pudo comprar materiales médicos para abastecer a todas las escuelas del país para proteger a los estudiantes cuando llegara el momento de regresar a clases presenciales, pero tampoco el presidente de la República puso esa necesidad como su prioridad y ahora quiere imponer su santa voluntad por la fuerza.

Un año y cuatro meses que el presidente de la República sigue ignorando olímpicamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como lo detalla el estudio publicado en enero de 2021 por el Institute for Global Health Sciences, donde se demuestra que en México pudieron evitarse 190 mil muertes de haber obedecido los consejos de la OMS. Mismo periodo en el que el presidente de la República ignoró las recomendaciones generales como el uso de cubrebocas, como lo demuestran sus mañaneras y giras presidenciales donde sale sin el cubrebocas, sugiriendo un mensaje subliminal a los mexicanos de que el virus SARS-CoV-2 no es tan agresivo como parece y que no es necesario tomar medidas extremas. Y así continúan hasta ahora las exigencias sanitarias, sin que se tome en cuenta que México ya es cuarto a nivel mundial con más muertes y uno de los países con la tasa más alta en cuanto a la mortalidad por covid-19, 8.5 y 8.9 por ciento, en enero y febrero de 2021, respectivamente, y 8.2 por ciento, recientemente. En los 16 meses transcurridos, al presidente siguen sin conmoverle las 244 mil 248 muertes causadas por covid-19 (con corte al día 7 de agosto de 2021). No le conmueve tampoco en lo más mínimo la desgracia que sufren los mexicanos de perder a sus hijos, padres, esposas y abuelos. Nada le dicen las estadísticas reales y serias proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que demuestran que solamente en el año 2020, murieron 35.3 por ciento más personas que lo reportado oficialmente. Periodo suficiente para que el presidente de la República se volviera sensible ante el dolor y sufrimiento de los mexicanos, pero no, hoy se ha vuelto más inhumano. Ante la creciente ola de la covid-19, llama ahora a un regreso a clases presenciales cuando las condiciones no están dadas. Ante la tercera ola, que crece rápidamente y enferma aceleradamente a los mexicanos, la respuesta del presidente es una imposición de regreso a clases ignorando las estadísticas recientes sobre los contagiados y decesos, que de acuerdo con el periódico El Economista del 7 de agosto de 2021, los casos  de covid-19 durante cuatro días consecutivos han estado por arriba de los 20 mil contagiados y de muertes, por arriba de 500 personas, diariamente, en los últimos 4 días, de acuerdo con la estadística oficial.

Los gritos de dolor se oyen por doquier, pero el Gobierno federal cierra los oídos ante ese grito aterrador. Durante 16 meses hemos vivido en un genocidio y lo seguiremos viviendo, pues apenas el 18.6 por ciento de la población mexicana está vacunada a medias y solamente el 21.53 por ciento tiene el esquema completo de vacunación, de acuerdo con las últimas estadísticas proporcionadas por el doctor Arturo Erdely. Los datos son preocupantes y alarmantes a tal grado que conmueven al más inhumano del planeta Tierra, pero el presidente sigue igual de fresco como al principio de la pandemia, ahora montado en su terquedad y con un planteamiento autoritario de un regreso a clases presenciales “llueva, truene o relampaguee”, sin importarle en lo más mínimo la vida de los niños y adolescentes, que son a los que debemos cuidar y educar, porque son el futuro de la patria. ¿Éste es el gobierno que mantiene la llama de la esperanza y da seguridad médica a los mexicanos? Las estadísticas están a la vista para que todo aquel que sea sensible las haga suyas y actúe en consecuencia.

Así las cosas, amigo lector. Y ahí es donde cobra sentido e importancia la justa y racional exigencia de los estudiantes adheridos a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), quienes comenzaron su lucha desde el comienzo mismo de la pandemia planteando enérgicamente vacunas para todos los estudiantes, sin distinción de clase y raza. Razones sobradas hay en esta lucha que están dando los fenerianos y a la que debemos sumarnos maestros y padres de familia. El planteamiento es vacunar a toda la población estudiantil para garantizar un mínimo de seguridad, pues se está comprobando últimamente que, con la variante Delta, los vacunados también se enferman. La vacuna tampoco ya es garantía, como lo acaban de revelar un grupo de médicos del Reino Unido encabezados por Paul Elliott y Steven Riley: “el 44 por ciento de las infecciones de la variante Delta se produjeron en personas totalmente vacunadas”. Por eso, en el planteamiento de los jóvenes fenerianos, se exige también que la SEP se haga responsable de la compra de cubrebocas, líquidos desinfectantes, termómetros, material para crear túnel de desinfección en las entradas de los centros educativos, jabones, gel antibacterial, etc. Además, se plantea que la SEP y el gobierno federal se hagan cargo de los remozamientos de las escuelas para garantizar un regreso seguro a clases presenciales. Tres son las condiciones racionales que piden los jóvenes fenerianos: vacunas para todos los estudiantes, materiales médicos y remozamientos en todas las escuelas. De no cumplir una de estas variables, la variante Delta de la covid-19, más contagiosa y agresiva, terminará por llevar a la tumba a los cientos de miles de niños y adolescentes que nada de culpa tienen. 

Como vemos, la lucha que la FNERRR está dando es justa y racional, y el relincho de la juventud mexicana exigiendo vacunas para sus demás compañeros y condiciones necesarias para no contagiarse debe encontrar eco en la SEP y en el Gobierno federal. Si estos se niegan, como lo han venido haciendo, los fenerianos de todo el territorio nacional, que ya son decenas de miles, deben levantarse organizadamente y exigir enérgicamente lo que por derecho les corresponde, porque la razón los asiste. 

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