El 24 de abril de 2019 RAND-Corporation lanzó un informe titulado “Sobreextender y desequilibrar a Rusia. Evaluando el impacto de opciones y sus costos”. El título de la investigación marca ya la línea seguida y posibilita la reflexión previa a la lectura sobre los temas que se exponen que, a decir verdad, son congruentes sobre todo con la parte de “desequilibrar” a Rusia. Estas intenciones no son sorpresa cuando se conoce que RAND Corporation es una organización privada sin fines de lucro que en sus inicios fue financiada por el gobierno de Estados Unidos, y que, como ellos lo exponen en su sitio web, su origen se da una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial con la intención de “conectar la planeación militar con la investigación y desarrollo de decisiones” y está “dedicada al desarrollo y promoción de objetivos científicos, educativos y caritativos por el bienestar y la seguridad de los Estados Unidos”. O sea, se trata de una organización dedicada a elaborar planes de acción, en todos los ámbitos sociales (economía, política, ideológicos, militares), en pro de Estados Unidos.
Estas intenciones quedan confirmadas tras una revisión del informe mencionado, mismo que es una clase de continuación a un informe anterior, realizado por RAND en el contexto de la Guerra Fría, en el que aconsejaban al gobierno de Estados Unidos no buscar estar por delante de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en todos los aspectos, pues bastaba con que se enfocaran en los que eran más cercanos a Estados Unidos para que ésta se debilitara al expandirse hacia ámbitos que le resultaban lejanos. En la versión pública del informe de 2019 se dividen las áreas de influencia que son más cercanas a Estados Unidos —lejanas para Rusia— y se analizan las razones para provocar tensiones en ellas, cuáles serían los costos y las probabilidades de éxito.
Aunque buena parte de las páginas se centran en la presión militar a Rusia, hay un apartado dedicado a analizar los costos de medidas en el ámbito ideológico e informativo. En esta sección se presentan cuatro opciones de acción: 1) disminuir la confianza en el sistema electoral ruso; 2) crear la percepción de que el régimen no busca el interés público; 3) promover protestas domésticas y otras formas de resistencia no violentas y 4) socavar la imagen de Rusia en el exterior removiendo a Rusia de organismos internacionales (con excepción de los de la ONU) y boicoteando la participación de Rusia en eventos internacionales como la Copa del Mundo [la mención de este evento es explícita].
Cualquiera de las cuatro líneas de acción presentadas por RAND alertaría a cualquier nación por sí misma, pues es una declaración explícita de guerra ideológica al buscar minar y ensuciar la imagen de una nación en el exterior, y al tratar de inmiscuirse en los asuntos internos de un país independiente y soberano, como Rusia. Tener presentes estos elementos al analizar la guerra en Ucrania es fundamental, por dos razones: 1) porque las propuestas que RAND hizo en 2019 están siendo implementadas en estos momentos con más fuerza, desde la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU hasta la “cancelación” de artistas rusos muertos hace más de 100 años, y 2) para tener claridad de que la cuestión no se reduce a ser pro o anti Rusia, sino de cómo, por qué y hacia dónde se están moviendo las fuerzas internacionales y cuál es la posición que nuestro país debe tomar al respecto.
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