Los estudiantes son un excelente termómetro social porque son sensibles, preocupados y rebeldes. En parte, el movimiento estudiantil de 1968 fue un reflejo del descontento social en torno al agotamiento del modelo centralista que, en el marco de las olimpiadas que podrían considerarse como un gran distractor (como fue también el mundial de fútbol en 1970, dos años después de la represión estudiantil y el de 1986, para tapar el descontento social derivado de la crisis de los ochenta y el temblor del 85), requerían de un país en calma y, por ello, al declarar que el movimiento estudiantil se convertía en un riesgo para la nación fue que utilizaron al Ejército Mexicano lo que desencadenó la matanza y la represión que conocemos.
En la época de Echeverría, la situación no fue distinta: “El 10 de junio de 1971, el Jueves de Corpus, estudiantes principalmente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) salieron a las calles en apoyo a la huelga que se había conjurado desde la Universidad de Nuevo León, por la defensa de la autonomía universitaria y otras demandas democráticas. El punto de reunión para marchar hacia el Zócalo capitalino de la Ciudad de México fue el Casco de Santo Tomás. Sin embargo, a la altura del metro Normal, un grupo paramilitar, organizado y financiado por el Estado, bajo la dirección del coronel Manuel Díaz Escobar, con la asesoría y auspicio de elementos del Ejército, la policía y los granaderos, agredió y asesinó a decenas de asistentes.”[1]
En los tiempos que corren, podemos ver un nuevo despertar de los jóvenes estudiantes en concordancia con el llamamiento de Salvador Allende en el sentido de que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Veamos.
Los primeros estudiantes en lanzar sus protestas enérgicas contra los atropellos cometidos por la 4T fueron los inscritos en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. “Más de un centenar de alumnos y profesores se concentraron en la sede del Conacyt para pedir medidas contra el jefe interino del centro de estudios tras la destitución de un encargado regional y la secretaria académica”[2].
Esto en el marco del amañado cambio del director y en el marco de la desaparición de los fideicomisos destinados a la ciencia y la tecnología que formaban parte del CIDE.
Por su parte, los jóvenes del Politécnico Nacional elevaron la voz y “el 22 de agosto de este año, una semana después de que el Instituto Politécnico Nacional (IPN) inició el ciclo escolar 2022-2023, estudiantes realizaron protestas en diversas escuelas. Las manifestaciones llevaron al paro en 15 planteles: 10 de educación superior y cinco vocacionales del nivel medio superior”. Las demandas planteadas por los estudiantes del IPN son: “Atender las denuncias por acoso sexual y otras violencias de género. Destituir a funcionarios y directivos que señalan por presuntos actos de corrupción. Transparencia y rendición de cuentas de las autoridades politécnicas. La creación de Comisiones de Seguimiento en cada escuela. Garantizar la seguridad de los y las alumnas dentro y fuera de los planteles. Cero tolerancia a las agresiones y discriminación contra estudiantes. No aplicar represalias contra los manifestantes. Recalendarizar todas las actividades perdidas o afectadas por el paro. Garantizar la gratuidad de los trámites escolares. Aumentar la plantilla docente. Mejorar la infraestructura educativa. Incrementar el presupuesto de la institución”[3].
Por su parte, los estudiantes de la UNAM comenzaron con una protesta después del temblor del 19 de septiembre, para garantizar seguridad en sus planteles, sin embargo, esa sólo fue “la chispa que encendió la llama”, pues “al menos una docena de escuelas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -tanto de nivel superior como de bachillerato-, se mantuvieron en paro este viernes, aunque algunos planteles también concluyeron con dicha protesta.”[4] “Una de las principales peticiones del alumnado de la UNAM, por las que escuelas como la Prepa 5 están en paro desde inicios de septiembre, es el despido de maestros con denuncias de acoso y abuso sexual. Estas quejas se extendieron a través de los planteles. Otras peticiones que trascendieron en redes sociales tienen que ver con la mejora del inmobiliario de las escuelas, la revisión de edificios tras el sismo, así como agilización en cuanto a trámites escolares y mejoras en las oportunidades de titulación”[5].
En relación con la Universidad Autónoma Chapingo, “desde el 31 de agosto, estudiantes iniciaron un paro indefinido de labores para exigir aumento en sus becas de 30 por ciento, ya que se les retiró la ayuda otorgada durante la pandemia; el establecimiento de un nuevo Consejo Universitario, apoyos a sus estudios internacionales, y denunciar las deficiencias de los internados, como la filtración de agua a los dormitorios y hacinamiento en aulas, entre otras demandas”. El jueves 6 de octubre (emblemático, pues sucede a 4 días del 2 de octubre), la Comunidad Universitaria de Chapingo se reúne en una asamblea excepcional. En todo el tiempo en el que fui estudiante y por tres décadas la comunidad no había podido reunir el quórum, es decir, de aproximadamente 12 mil miembros que conforman la comunidad se reunieron 6 mil 593 y a la hora de plantearse el punto de la destitución del Rector la votación quedó como sigue: 6,379 votos a favor de la destitución, 38 en contra y 176 abstenciones. Con base en el Capítulo II, Artículo 25 del Estatuto de la Universidad Autónoma Chapingo: “La Comunidad Universitaria tendrá entre otras, las siguientes atribuciones… II. Elegir y en su caso remover al Rector”. En el Artículo 26 señala: “La Comunidad Universitaria para ejercer sus atribuciones se manifestará por: I. Asamblea General”. De tal suerte que el procedimiento de remoción del Rector fue legal.
Finalmente, la Federación Nacional de Estudiantes Rafael Ramírez hizo un importante movimiento que solicitó al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la SEP un regreso seguro a clases mediante la vacunación de los estudiantes. Hoy mismo denuncian la falta de recursos del gobierno federal para la resolución de problemas esenciales de infraestructura en las escuelas donde participan los fenerianos.
Estos movimientos estudiantiles son alentadores, pues demuestran que la sociedad está inconforme con el modelo económico y político de la 4T y dan muestras de la capacidad de organización y los tiempos de cambio a los que se enfrentan. La condición revolucionaria de una sociedad se resume como sigue: las autoridades no pueden y el pueblo no quiere, de tal suerte que felicitó a los jóvenes que han dado la lucha valientemente y que se convierten en una esperanza revolucionaria para México, convirtiéndose en la conciencia del pueblo para su liberación y para la construcción de una sociedad más justa, más libre, más soberana, más equitativa y más democrática.
[1] Conmemoración de la Matanza del Jueves de Corpus, “El Halconazo”. 10 de junio | Comisión Nacional de los Derechos Humanos - México (cndh.org.mx)
[2] https://elpais.com/mexico/2021-11-19/los-estudiantes-del-cide-protestan-contra-el-director-romero-tellaeche-nos-trata-de-tontos-y-neoliberales.html
[3] https://politica.expansion.mx/mexico/2022/09/15/tras-cuatro-semanas-de-paro-en-el-ipn-director-ofrece-resolver-demandas
[4] https://www.jornada.com.mx/notas/2022/10/08/sociedad/continua-paro-en-escuelas-de-la-unam/
[5] https://www.elfinanciero.com.mx/cdmx/2022/10/06/paro-en-la-unam-que-piden-estudiantes-y-encapuchados-que-tomaron-las-instalaciones/
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