De lunes a viernes, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se presenta en la conferencia matutina con las cuentas alegres y otros datos sobre el manejo de su administración para marcar la temática del día, pero con cifras que no corresponden a la realidad del país y habla de un México distinto al que vemos los demás.
Si algo hay que reconocerle es la disciplina, pues desde el lunes 3 de diciembre de 2018 hasta el 29 de diciembre de 2023 se contabilizaron oficialmente mil 259 mañaneras. Así es, a las 7 de la mañana está puntual frente al micrófono; y con un grupo seleccionado de periodistas que le hacen preguntas acordadas, que le aplauden y gritan porras, se da vuelo con más de dos horas de transmisión en vivo, dejando en claro que sabe de la importancia de marcar la agenda mediática de México.
De seguir como va, al final de su sexenio, López Obrador habrá acumulado mil 519 conferencias matutinas que se transmiten en vivo, gastando una millonada enorme.
Pero no sólo eso: él opina de todo, pero centrado en lo bondadoso que es su Gobierno con el “humanismo mexicano” en favor de los pobres, repartiendo dinero mediante los programas sociales de transferencia monetaria, sin importar los otros temas que no le aportan simpatías ni votos a la llamada Cuarta Transformación.
De seguir así al final de su sexenio, López Obrador habrá acumulado mil 519 conferencias matutinas que se transmiten en vivo, gastando una millonada enorme.
Sin embargo, existen carencias que pasan al grado de miseria y también se agravan los problemas de salud, seguridad, vivienda, educación, así como de la infraestructura carretera, que por las lluvias de la temporada se ha acelerado en su destrucción, lo que los ciudadanos han evidenciado en todo el país aprovechando las redes sociales, pidiendo la intervención de las autoridades locales y federales para que den mantenimiento urgente a las vialidades que dañan el patrimonio familiar, causan accidentes y provocan el fallecimiento de cientos de personas.
Es muy evidente que en todos lados faltan obras de infraestructura urbana, que no hay dinero para construir nuevas escuelas ni hospitales porque la mayoría de recursos del erario se gastan en las becas que ayudan en la economía familiar, pero no resuelven las necesidades públicas, y lo peor es que mucha gente ha aceptado esta condición, abandonando su aspiración por la mejora del entorno.
Por otra parte, gobernadores y alcaldes de todo el país tuvieron que callar ante la política centralista que recortó el presupuesto a estados y municipios, en tanto les alcanza para el pago de nómina de sus trabajadores y casi siempre salen debiendo al final del año.
Pero la mayoría de los mexicanos asumieron el conformismo. AMLO puso de moda distintas políticas públicas que afectan a los ciudadanos pobres, pero benefician a los ricos de México.
Por lo tanto, es necesario que orientemos nuestro pensar, porque los hombres del dinero sí se ponen de acuerdo para impulsar al gobernante que les asegure buenos negocios, sin importar el color del partido ni la ideología que dicen representar.
Así, al paso de los años, hemos tenido presidentes tricolores que se denominaron de centro-izquierda; conocimos a los azules que se dicen de derecha y ahora ya experimentamos con los morenistas, totalmente identificados con la izquierda.
Esta “nueva” clase política declara estar a favor de los pobres, pero también se ha enriquecido en el poder, y no sólo no acabó con la corrupción, sino que la fomenta en su seno, tal como pasó en la Segalmex y la Conade, que son ejemplos muy demostrativos de lo falso que resultó la 4T.
Pero lo peor es que esta semana se dio a conocer que el número de víctimas de la inseguridad en el país rondaba ya las 194 mil personas asesinadas por la política de abrazos.
Así que los verdaderos héroes son los millones de mexicanos pobres, que tienen que salir adelante con sus familias con el señuelo de que las cosas son distintas, pero es una falsedad.
Ante esa realidad, urge que los pobres nos organicemos en un gran movimiento social que defienda nuestros intereses, para que se ponga en práctica un modelo de desarrollo que promueva el trabajo para todos, el aumento del salario real para alcanzar una vida digna y para que obligue a que los ricos paguen impuestos progresivos; es decir, que aporte más el que más tiene y que se dirija el dinero a la construcción de obra pública en beneficio de toda la población.
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