Una característica de la política neoliberal es la ficción de que todos los individuos somos iguales en el seno de la sociedad; ficción que se cae con solo ver la realidad. Sin embargo, bajo este supuesto se hizo la propuesta de la nueva miscelánea fiscal por López Obrador y aprobada por los legisladores de la Cuarta Transformación.
La miscelánea fiscal son los cambios a la ley de ingresos que propone anualmente la secretaría de hacienda. Este año, el objetivo de los cambios propuestos fue aumentar la base gravable, es decir, aumentar el número de contribuyentes. Destaca entre las medidas aprobadas, la regla del régimen simplificado que se introdujo en el impuesto sobre la renta.
Este cambio promete a pequeños negocios como taquerías, estéticas, talleres mecánicos, papelerías, en fin, micro y pequeñas empresas hacer su declaración y pago de impuestos de manera sencilla, rápida y sin costos. Con este nuevo régimen, el SAT espera agregar aproximadamente a 10 millones de contribuyentes con ingresos no mayores a tres millones y medio al año.
La regla pretende captar como “nuevo” sector cautivo a los trabajadores del sector informal, quienes se caracterizan mayoritariamente por tener las peores condiciones laborales, sin ingreso fijo, sin prestaciones laborales, sin seguro social. Mientras que a los grandes contribuyentes, los que tienen ingresos mayores a 1,250 millones de pesos anuales, y de los que se obtiene una recaudación real menor a 4% de sus ingresos, la quinta parte de lo pagarían en un país europeo, a esos, no se los toca nada más. Y esto a pesar de que la estadística más reciente reporta que, durante la pandemia, no solo se han mantenido sus ingresos, sino que se incrementaron.
Tratar por igual a todas las personas que perciben un ingreso, sin poner atención en las diferencias de éste, hacer tabula rasa y plantear que “hacienda somos todos” como reza el eslogan del gobierno es, en realidad, inclinar la balanza a favor de los privilegiados de siempre.
La nueva miscelánea fiscal se cuida mucho de no tocarle ni un pelo al 1% más rico de nuestro país, a pesar de que las reglas de funcionamiento del mercado les garantiza la mayor parte de la producción que generan los trabajadores. Esta es la base de la gran desigualdad que padece México y la 4T en lugar de fiscalizar al sector más privilegiado, ha optado por gravar a los que apenas sobreviven.
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