MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La modernización china: una perspectiva histórica

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“Para culminar la construcción integral de un poderoso país socialista moderno, se ha establecido un arreglo estratégico integral de dos fases: de 2020 a 2035, cumplimiento básico de la modernización socialista; de 2035 a 2049, transformación de nuestro país en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y bello” (Xi 2022). De acuerdo con esta cita, extraída del informe al XX Congreso del Partido Comunista de China, el propósito que Xi Jinping y el Partido persiguen para mediados de este siglo es construir un “poderoso país socialista moderno”. ¿Qué es lo moderno para Xi y el Partido?

Hasta el siglo XIX, China fue la economía más grande del mundo (Maddison 2007). Paralelamente, el país se concebía, como su nombre lo indica, como el Reino del Centro (??). Su larga historia, su rica cultura, sus aportaciones a la ciencia, su influencia en países vecinos, así como su vasto territorio y su poderoso aparato burocrático daban a China la sensación de estar a la vanguardia de la humanidad en los principales ámbitos de una sociedad. La idea de China como centro cultural-político-tecnológico, como fuente que irradiaba su producción en círculos concéntricos hacia toda la humanidad, donde quizá se expresa mejor es en el concepto de Tianxia (??), que quiere decir “Todo bajo el cielo”. Este era el mandato que, en la cosmovisión imperial china, el Cielo (?) le daba a su Hijo (??), el emperador, para gobernar; con el Mandato del Cielo (??) el emperador tenía la autoridad para gobernar sobre China, y por lo tanto, de gobernar sobre el mundo.

Una muestra de esta concepción sinocéntrica es la actitud que los chinos guardaban respecto a la ciencia, la tecnología y la cultura de Europa. Antes del siglo XIX, China consideraba que no tenía nada que aprender de Occidente, sino que el país del centro era la gran fuente civilizatoria. Esta visión del mundo sufrió un golpe demoledor, primero, con la derrota militar que China sufrió a manos de los ingleses, en la Guerra del Opio de 1839-1842, y después con los onerosos tratados económicos, políticos y territoriales (Tratados Desiguales) que los ingleses, japoneses, estadounidenses, alemanes, franceses, rusos y demás potencias impusieron a China. Solo hasta entonces China aceptó que en Occidente había cosas nuevas que aprender y comenzó a interesarse en el desarrollo científico, tecnológico y cultural de las potencias imperialistas (Sivin 1982).  Sin embargo, desprenderse de una visión del mundo tan arraigada en el pueblo chino no era fácil: incluso cuando estaban firmando su rendición ante Inglaterra, los diplomáticos chinos se referían a sus contrapartes como “bárbaros blancos” (Fairbank 1940).

Desde que China cayó ante Inglaterra, miembros avanzados de las clases cultas chinas comenzaron a idear diferentes formas de levantar a su país de la postración. Esto significaba elevar las capacidades de China al nivel de las potencias, equivalía a ser lo que las potencias ya eran, en otras palabras, exigía hacer de China ser un país moderno, puesto que eran los países modernos los que habían llegado a someterla. En el contexto de las guerras padecidas por China en el siglo XIX, ser un país moderno fue entendido como ser un país fuerte.

Para salvar a China de la crisis existencial que enfrentaba era necesario desarrollar su ciencia y su tecnología, recuperar la soberanía, alcanzar la estabilidad política y social de antaño y de colocarse nuevamente como un país de vanguardia. La crisis económica, política y social de China se hizo evidente en los numerosos levantamientos y revueltas populares que sacudieron al país, como la rebelión de los Miao y los Nian. Pero el evento que manifestó con particular fuerza el caótico estado en el que se encontraba el país fue la Rebelión Taiping: su apaciguamiento tomó 14 años a la autoridad imperial y su sometimiento tuvo el inaudito costo de 20 millones de vidas.

La crisis general llevó a un primer intento modernizador dirigido desde las clases altas: el Movimiento de Autofortalecimiento. Este movimiento buscó fortalecer militarmente a China, mediante la importación de conocimiento y tecnología occidental, para vencer a las potencias invasoras en el campo de batalla y así lograr su expulsión. Después vino la Restauración Tongzhi, que combinó, por un lado, la inspiración en los clásicos confucianos para manejar dificultades político-económicas, y por el otro, el aprendizaje de las técnicas occidentales para la producción militar. Ya en el ocaso del siglo XIX apareció la Reforma de los Cien Días, durante la cual el emperador dictó decretos para abolir un gran número de prácticas tradicionales y promovió la industria, medicina, ciencia y comercio occidentales. Los tres intentos fracasaron. Destacadas figuras de la cúpula política, burocrática e intelectual, como el príncipe Kung, el general Zeng Guofan y el letrado Kang Youwei, fueron los principales impulsores de estos esfuerzos. Las clases altas parecían no tener las claves para resolver los problemas que enfrentaba el país.

La primera mitad del siglo XX fue para China tan desastrosa como lo había sido la segunda mitad del siglo XIX. En el escenario internacional la situación fue caótica: en 1905, Rusia y Japón se disputaron militarmente la región china de Manchuria; en la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles (1919) determinó que los territorios que Alemania ocupaba en China no le serían devueltos al país asiático, sino que pasarían a manos de Japón; en 1931, Japón invadió el noreste de China y en 1937 lanzó una ofensiva militar para conquistar todo el país. En el escenario interno, la Rebelión Boxer (1900) se propuso acabar con la dinastía Qing y expulsar a los extranjeros, pero fue aplastada por las fuerzas de las potencias; en 1911 la Revolución Xinhai derrocó a la dinastía Qing y terminó con dos mil años de sistema político imperial, fundando la República de China; en 1919 los estudiantes universitarios se movilizaron en la capital en rechazo del Tratado de Versalles; luego, la fragmentación post-imperial dio origen a una descentralización del poder, de la cual surgieron los señores de la guerra (con sus propios ejércitos y sus propios gobiernos), que se dividieron todo el territorio nacional sin reconocer alguna autoridad superior; a eso se sumó la guerra civil entre comunistas y nacionalistas, entre 1927 y 1949. Paralelamente, la economía china cayó abruptamente, el panorama social era desolador y el desarrollo científico y tecnológico no pasaba de ser solo una aspiración.

En la primera mitad del siglo XX aparecieron nuevos esfuerzos modernizadores. Sun Yatsen, padre del Kuomintang, y otros líderes, buscaron crear un nuevo sistema político para China, uno que le diera unidad y estabilidad. Culturalmente, escritores como Lu Xun se lanzaron a recuperar el habla vernácula china y rechazaron el viejo estilo acartonado de la burocracia imperial. Hubo figuras que, buscando la modernización del país, incluso llegaron a proponer que China debía abandonar su escritura de caracteres para adoptar la escritura occidental, así como debía abandonar el confucianismo y el daoísmo, herencias que veían más como lastre que como un punto de apoyo para el rejuvenecimiento nacional. Fue un momento de negación del pasado, de rechazo de lo que China había sido hasta ese momento para adoptar un nuevo perfil en todos los aspectos posibles. La modernización, pensaban algunos, era abandonar todo lo que eran y volverse tan occidentales como fuera posible. Modernizarse era occidentalizarse.

El triunfo de los comunistas, en 1949, fue el triunfo de un proyecto modernizador específico. Mao y sus camaradas planteaban un nuevo sistema político, una nueva base económica y una nueva plataforma cultural. El proyecto estaba inspirado en el marxismo-leninismo, pero había adquirido nuevas características al ser aplicado a la especificidad de la realidad china. Mao planteó una modernización socialista, es decir, encabezada y controlada por los obreros y campesinos. La suya era una propuesta que buscaba modernizar a China desde abajo, con las clases populares como centro del proceso. Su principal rival, Chiang Kaishek, planteaba una modernización capitalista, comandada por la burguesía china e internacional; era, como las de finales del siglo XIX, una modernización desde arriba, desde las élites. La modernización del país, entendida como recuperar la independencia nacional, desarrollar una economía potente y generar ciencia y tecnología de avanzada, era un proyecto compartido por los comunistas y los nacionalistas. (Fue durante el gobierno de Chiang Kaishek, por ejemplo, cuando China logró acabar con los Tratados Desiguales). La principal diferencia era qué clase social conduciría el proceso, la de arriba o la de abajo. Ésa era una contradicción irreconciliable.

Para Mao, la construcción del socialismo en China era, en otras palabras, la modernización nacional conducida por los trabajadores. El Gran Salto Adelante puede ser entendido como un proceso de modernización acelerada, como una carrera rápida por alcanzar y superar las capacidades productivas, científicas y tecnológicas de las potencias imperialistas; que lograra todo eso mientras se protegía la independencia nacional, incluso si ello tuviera costos para la relación de China con la URSS. Por otro lado, la Revolución Cultural perseguía asegurar que fueran los trabajadores quienes dirigieran el proceso, pues Mao temía que la introducción de relaciones capitalistas de producción (promovidas por Liu Shaoqi, Zhou Enlai y Deng Xiaoping) quitara el mando a los obreros y campesinos, y eliminara, por lo tanto, el componente socialista de la modernización china. Al final de la era Mao, la modernización china se encontraba a medio camino: había ganado soberanía y estabilidad política, pero todavía se encontraba lejos de la vanguardia tecnológica y productiva.

El advenimiento de la era de Deng Xiaoping no significó una ruptura con el proyecto modernizador, sino solo con la manera como éste se haría. Deng y sus partidarios concluyeron que la mejor vía para modernizar a China no era el socialismo como lo entendía Mao, sino un socialismo que se apoyara en la propiedad privada para desarrollar su tecnología y sus capacidades productivas. Éste fue el viraje que se operó en el país desde 1978 y que, fundamentalmente, pervive hasta hoy. El principal precursor de esta nueva concepción modernizadora fue Zhou Enlai. De hecho, hay quien sostiene que Zhou era el gran pensador de la reforma y Deng el gran político realizador (Ríos 2021). Zhou Enlai planteó, en una fecha tan temprana como 1963, lo que llamo las Cuatro Modernizaciones: la agricultura, la industria, la defensa nacional y la ciencia y la tecnología, pero éstas solo fueron llevadas a la práctica hasta el advenimiento de la era Deng.

En el terreno internacional, la modernización en la era Deng significó recuperar la soberanía sobre territorios que las potencias imperialistas habían arrebatado a China, como Hong Kong y Macao (Taiwán sigue pendiente), y marcó un ascenso sostenido de China en el escenario global. En el terreno nacional, la estabilidad política (sorteando la crisis de Tiananmen 1989), el desarrollo económico y las crecientes capacidades científicas y tecnológicas fueron las pautas que marcaron el proceso de modernización. El control del proceso se mantuvo en las manos del Partido, que, pese a las metamorfosis experimentadas, siguió siendo el representante de las clases populares chinas.

Llega la era de Xi Jinping. Xi plantea que la modernización es una aspiración común a todos los países del mundo, pero que solo ha sido realizada por algunos países occidentales (Xi 2023). Estos países siguieron la “vieja vía de modernización que recurre a formas de guerra, colonización, saqueo y demás, una vía de autobeneficio a expensas del otro y llena de sangre y crimen que ha traído profundas penalidades al pueblo de la gran prole de los países en vías de desarrollo” (Xi 2022). Hasta ahora la modernización ha seguido esa vía, pero Xi plantea que la modernización de los países no modernizados no necesariamente tiene que seguir esa ruta y sostiene que la modernización china “termina con el mito de que modernización es igual a occidentalización” (Xi 2023).

Para Xi, “la modernización china tiene no solo las características comunes a la modernización de los diversos países, sino las peculiaridades chinas basadas en nuestras condiciones nacionales propias” (2022). Estas peculiaridades son cinco: gran magnitud poblacional, prosperidad común para todo el pueblo, coordinación entre la civilización material y la espiritual, coexistencia armoniosa del ser humano y la naturaleza, y desarrollo pacífico en el terreno internacional. De acuerdo con Xi, el rejuvenecimiento de China (la modernización de China) ha sido una aspiración común de todo el pueblo desde el inicio de los tiempos modernos, pero sólo el Partido ha podido encontrar las claves necesarias para hacerla realidad, mediante una modernización socialista.

El planteamiento de Xi contiene dos dicotomías sobre la modernización: una cultural-geográfica (Occidente–No Occidente) y una de modo de producción (Capitalismo–Socialismo). Entendido así, en términos lógicos podría haber una modernización occidental capitalista y una modernización occidental socialista, así como una modernización no occidental capitalista y una modernización no occidental socialista. Modernización occidental capitalista, serían los países del G7 menos Japón; occidental no capitalista, desierto; no occidental capitalista, serían Corea, Singapur y Japón (¿Rusia?); no occidental no capitalista, sería China.

Después de este recorrido, puede decirse que el significado de modernización en China ha recorrido cuatro etapas, cada una de las cuales no rechazó totalmente a la inmediata anterior, sino que se construyó sobre ella. La primera comprende el Siglo de la Humillación (1842-1949). En esta etapa la modernización equivalía a recuperar la soberanía nacional, a hacer de China un país respetado en la arena internacional, a tener unas fuerzas armadas competentes y a reconstruir la estabilidad política interna. La segunda etapa, la de Mao, va de 1949 a 1978. Sobre los objetivos de la primera modernización se añadió uno más: el control obrero-campesino del proceso, construyendo un modo de producción socialista. La etapa de Deng, de 1978 a 2012, aceptó el control obrero-campesino del proceso, pero permitió a la burguesía una participación activa en la construcción del modo de producción socialista, entendiendo el socialismo de manera diferente a como lo hacía Mao.

Finalmente, para Xi, cuarta etapa, la modernización conjunta cinco elementos: la soberanía nacional (soberanía sobre todos los territorios reclamados o no), el lugar de China como país importante en el escenario global (si tiene peso como centro de poder o no), el nivel tecnológico y productivo (de vanguardia o no), el carácter cultural del país (occidental o no) y el modo de producción (socialista o capitalista). China sería un país que todavía no alcanza su soberanía plena (falta Taiwán, el Mar del Sur de China, etc.), que ya es importante a nivel global (aunque puede serlo más), con un nivel tecnológico y productivo que cada vez se acerca más al lugar de la vanguardia, con un carácter cultural sinocéntrico proveniente de la milenaria historia china y con un modo de producción que se autodefine como “socialismo con características chinas”.

Sobre este último punto, ¿en qué sentido puede decirse que la modernización china sigue siendo socialista y no capitalista? En el sentido que el Partido Comunista, entendido como el partido que lucha por la superación del capitalismo, sigue dictando el camino que debe transitar China. En esa medida, sigue siendo el partido de los trabajadores quien lleva el timón del proyecto modernizador. Los capitalistas, integrados de manera subordinada al Partido mediante la Teoría de la Triple Representatividad de Jiang Zemin, no solo no tienen su propio partido, sino que han sido absorbidos y han aceptado (de facto) la dominación de los trabajadores. ¿Por qué están dispuestos a aceptar esto los capitalistas? Porque ese proceso de subordinación les permite enriquecerse y acrecentar sus fortunas; han podido crecer a la sombra del Partido. Los capitalistas sirven al proyecto modernizador de los trabajadores y el proyecto, a su vez, sirve a los capitalistas para valorizar su capital.

En su visión de la historia, el Partido explica que solamente el socialismo fue capaz de dar respuesta a los grandes problemas que enfrentaba China en el Siglo de la Humillación, que solo el socialismo ha sido capaz de modernizar a China. Para el Partido, una modernización capitalista de China es simplemente inviable, pues el capitalismo precisamente fue el que trató de modernizar a China, con Chiang Kaishek, hasta 1949, y fracasó. La modernización china solo puede ser, dice Xi, una modernización guiada y realizada por el pueblo, por el Partido (2022). Esta es una idea aceptada en China. Sin embargo, mientras exista el capital y los capitalistas, existirá la tentación de impulsar un proyecto modernizador capitalista: con un país soberano, con importancia internacional, con altas capacidades tecnológicas y con una cultura china, pero conducido por la burguesía. ¿Es esto imposible? Éste es un riesgo inmanente a la “economía socialista de mercado” que hasta ahora el Partido ha sabido superar. Y esperemos que siga así, porque, como dijo Deng: “mientras el socialismo no colapse en China, siempre se mantendrá firme en el mundo” (1989).

Referencias

Deng, Xiaoping. «We Must Adhere To Socialism and Prevent Peaceful Evolution Towards Capitalism.» marxist.org. 23 de Noviembre de 1989. https://www.marxists.org/reference/archive/deng-xiaoping/1989/173.htm (último acceso: 31 de Enero de 2024).

Fairbank, J. K. «Chinese Diplomacy and the Treaty of Nanking, 1842 .» The Journal of Modern History, 1940: 1-30.

Maddison, Angus. Chinese Econonomic Performance in the Long Run: 960–2030 AD. OECD, 2007.

Ríos, Xulio. Las metamorfosis del comunismo en China. Factoría K de Libros, 2021.

Sivin, N. «Why the Scientific Revolution did not Take Place in China -or Didn't it?» Chinese Science, 1982: 45-66.

Xi, Jinping. «Full text of Xi Jinping's keynote address at the CPC in Dialogue with World Political Parties High-level Meeting.» CGTN. 16 de Marzo de 2023. https://news.cgtn.com/news/2023-03-16/Full-text-Xi-s-speech-at-CPC-in-Dialogue-with-World-Political-Parties-1id6MvcS8E0/index.html (último acceso: 27 de Enero de 2024).

—. Texto íntegro de informe al XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China. 25 de Octubre de 2022. https://politica-china.org/secciones/texto-integro-de-informe-al-xx-congreso-nacional-del-partido-comunista-de-china (último acceso: 27 de Enero de 2024).

—. Xi stresses grasping, advancing Chinese modernization. 7 de Febrero de 2023. https://english.www.gov.cn/news/topnews/202302/07/content_WS63e256b1c6d0a757729e67b0.html (último acceso: 27 de Enero de 2024).

 

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