Cuando las calumnias y la satanización cometidas por los poderosos se repiten sin cesar y cotidianamente en contra de sus adversarios, como lo hace el presidente Andrés Manuel López Obrador, en contra del Movimiento Antorchista, es necesario la defensa decidida y firme, más aún cuando se tiene la certeza de que nuestra organización es una de las pocas en el país que desarrolla una lucha justa a favor del pueblo trabajador y no duda del triunfo final de los oprimidos sobre sus opresores.
Esta defensa está legitimada en nuestro derecho a la existencia ante la condena a muerte que contra nosotros han dictado los grandes ricos de este país y que se expresa por la voz de su oráculo, Andrés Manuel López Obrador.
Para denostar a nuestro movimiento, el señor presidente utiliza su foro personal, creado al interior del palacio nacional especialmente para manipular las conciencias de los mexicanos, ofreciendo información que, en varias ocasiones, no coincide con los datos reales, o la que tiene previamente diseñada para difamar, en muchos casos, a los que considera sus enemigos.
López Obrador es incapaz de conducir a este país por las vías del desarrollo para alcanzar los niveles de bienestar que merece el pueblo trabajador, y es incapaz porque está impedido por los compromisos políticos con los grupos de poder económico que hicieron posible su triunfo electoral. Por esa situación no tiene otra alternativa que la simulación y el engaño para continuar manteniendo el poder. Así, emite información falsa en el espacio matutino la cual es replicada por los medios de comunicación nacionales, estatales y locales, información que no coincide necesariamente con la realidad.
En este espacio, al que denominan conferencia mañanera, el presidente miente y calumnia sus enemigos políticos con total impunidad, irresponsablemente, sin que a estos se les conceda el beneficio de la réplica, que debe estar garantizada por todo aquel gobierno que presuma de demócrata.
Además de irresponsable, porque no ofrece argumentos serios ni las pruebas necesarias y suficientes para sostener sus acusaciones, la ofensiva presidencial es abusiva. Esta última característica no es extraña, ya que es entendible que, una vez en el poder utilicen toda la fuerza del estado para doblegar a sus enemigos.
Aunque es entendible que así procedan, no deja de tener este carácter despótico, pues no hay más ley que la del propio presidente y tampoco más palabra que la de él; las demás, tanto leyes como voces, no cuentan.
Cuando López Obrador acusa, su palabra se replica en todos los medios de comunicación a nivel nacional, estatal y local; ahí radica una parte del gran riesgo que representa el uso de la palabra de una forma irresponsable como lo hace el señor presidente, pues al ser difundida a lo largo y ancho del país y, por provenir de la voz del representante del poder ejecutivo, se toma como una verdad absoluta que no está sujeta a demostración. De esta manera, todos aquellas personas u organizaciones que caen en la desgracia de ser nombrados en esos espacios, se convierten en culpables por decreto presidencial.
En marzo de 2022, López Obrador, sin ofrecer ninguna prueba que sostuviera sus palabras, acusó a nuestra organización de recibir 10 mil millones de pesos al año por parte de la Secretaría de Desarrollo social; ese mismo mes, nuevamente calumnió acerca de que que nuestra organización recibió 20 mil millones de pesos. En días recientes volvió a inculparnos de recibir miles de millones de pesos.
Es necesario hacer este breve recordatorio de la forma en que López Obrador agrede a las personas y organizaciones sociales, particularmente a la nuestra, con toda la seguridad de que ninguna de las señaladas le replicará en la misma dimensión con la que él ataca. Así, el presidente miente al pueblo de México. Esa es una realidad, el gobierno tiene a su servicio a los medios de comunicación, aunque algunos de ellos se consideren como opositores, críticos al régimen e incluso se les haya atacado también en las conferencias matutinas.
Estas son algunas de las razones por las cuales es necesario crear nuevos foros en los que se denuncien las atrocidades que el gobierno de la 4ªT está cometiendo contra el pueblo mexicano. La difamación a las organizaciones sociales solo es una de ellas, las otras son más crueles como las de quitar medicamentos a los niños con cáncer, la cancelación de los programas que en algo ayudaban a la economía de los más necesitados, dejar sin ayuda a quienes han sufrido por algún desastre natural o el intento de eliminar las escuelas de tiempo completo y tratar de volver mediocres y sumisos a los estudiantes con la reforma educativa morenista.
El concurso de oratoria organizado por el Movimiento Antorchista hace algunas semanas, es uno más de esos espacios que deben desarrollarse para ofrecer un foro popular a quienes tienen que padecer en carne propia los efectos de las malas determinaciones de este gobierno insensible. Mediante este esfuerzo, creando estos escenarios, podrá el pueblo dar a conocer a los demás, la problemática particular que les aqueja, podrá también, aunque no en la misma magnitud en que lo hace el poder económico que nos ataca, desmentir y enfrentar las calumnias que hace López Obrador contra las organizaciones sociales y ofrecer a todos los trabajadores las perspectivas y tareas que nos corresponden en la creación de una patria nueva.
Todo a través de la palabra, sostenida en el estudio y en la argumentación precisa que haga claridad de esos atropellos del poder y mediante la cual se vislumbre una sociedad más justa para los desposeídos. Mediante ella, se irán forjando los verdaderos tribunos populares que necesita nuestro pueblo.
La palabra es lo único que tenemos; el poder ha querido arrebatárnosla, pero no ha podido. Es necesario usarla con toda responsabilidad y es urgente que ella exprese fielmente la realidad de nuestra sufrida patria trabajadora.
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