¿Cómo pedirte, querida Sonora, que voltees a ver un caso de injusticia cometido en el estado de Hidalgo, si a veces ni siquiera a ti misma te quieres ver en el espejo de tus propias injusticias? Sin embargo, lo haré, rogando a los cielos lo hagas y veas en esta tragedia lo que podría suceder a tus hijos de no sumarte al clamor de justicia y libertad para un preso político en aquella entidad tan pobre, lo que podría sucederte si no denuncias un caso más que deja ver la terrible opresión que en ejemplos como este vislumbramos con espanto, y porque, contra lo que afirma el chovinismo de algunos, los estados de Hidalgo y Sonora son más hermanos de lo que parece, dos cuentas del mismo rosario.
En Hidalgo gobierna el odio al pueblo, los actuales funcionarios se despiden de su gobierno con represión, mentiras e ignominia, sin haber disminuido la pobreza creciente, con una lista nunca vista de carencias, sin que Pachuca haya resuelto su problema de la falta de agua potable, con denuncias de hambruna en las regiones más pobres del Estado, con desabasto de maíz en las tiendas a donde acuden los más pobres.
Nada de esto y más, querida Sonora, es un invento. No quiero llenarte de números, basta que hagas una investigación básica, que reúna los requisitos de imparcialidad científica en el método de selección, para que te des cuenta de que muchos de tus males estructurales ancestrales, contra los que hoy tus mejores hijos luchan, se repiten en Hidalgo. Yo, por mi parte, te agrego una fuente de información en la que confío plenamente, la página www.movimientoantorchista.org.mx y la sección correspondiente a aquel estado.
En síntesis, querida Sonora, la ley ha sido usada en Hidalgo como garrote represivo contra una organización social que lo único que ha hecho y que le molesta a los que gobiernan en ese estado, es reclamarles que cumplan con su papel de atender y resolver la problemática del pueblo hidalguense, y que cumplan con lo que han prometido y jurado. ¿Ves?, te dije que nos parecemos como dos gotas de agua. Respondieron apresando a uno de sus miembros, Domingo Ortega Butrón, presidente de la Cooperativa Antorchista de Transportistas Del Valle, usando engaños y torciendo la ley, y ya cumplirá 24 días de agresión con celda carcelaria.
Antonio Alvarado, integrante del equipo legal en defensa de Domingo Ortega declaró: “el juez decretó la vinculación a proceso en contra del compañero Domingo Ortega Butrón. El juzgado tuvo que retorcer los argumentos para hacer responsable al compañero Domingo de haber cometido un delito, el delito de obstruir el tránsito de vehículos o personas. Nunca el Ministerio Público demostró fehacientemente que Domingo haya cometido ese delito y menos pudo comprobar que haya sido el cabecilla que instigaba a los demás a bloquear porque nunca hubo bloqueo, ni de vehículos ni de personas”. Delito inexistente, pues.
Así, como puedes ver, querida Sonora, hay consigna desde algún lugar del Poder Ejecutivo de Hidalgo, de que a pesar de ser ilegal el proceso contra Domingo Ortega, permanezca preso, y el Poder Judicial se doblega ante sus órdenes y así, el juez encargado, determinó vincularlo a proceso, con lo que condena a una persona ¡sin haberle comprobado ninguna culpabilidad! Sólo que, al ser el agredido miembro de una organización popular política, que también denuncia a los funcionarios incumplidos, se trata, por tanto, de un preso político, y no, como se quiere aparentar, de un delito común que, por lo demás no tendría la gravedad que se le quiere dar.
Con esta acción ilegal se manda el mensaje a miles de hidalguenses humildes que no se organicen y luchen. Por eso el golpe traidor no es sólo dirigido a Ortega Butrón, sino contra los más humildes hidalguenses, los más olvidados, los que siempre aparecen en la lista de los oprimidos.
¿Has escuchado, Sonora, hablar del uso faccioso del Poder Judicial para encarcelar a enemigos políticos? Pues aquí tienes un caso más. ¿Te acuerdas cómo Guajardo traicionó a Emiliano Zapata? Con engaños de rendirse con todo y tropas lo atrajo, lo emboscó y mató. Pues escucha esto: Domingo Ortega fue citado expresamente por el secretario de la Secretaría de Movilidad y Transporte de Hidalgo para liberar las unidades de trasporte secuestradas por su propia institución previamente el 14 de junio (como escuchas, secuestradas porque no cometieron delito alguno).
Domingo confió lealmente en la institución pública, parecía que ésta había entendido la ilegalidad de la detención de las unidades móviles de la Cooperativa, acudió cívicamente a la cita el 17 de junio, pero en lugar de la entrega prometida ¡fue detenido! por elementos de la policía ministerial con lujo de violencia. Por si fuera poca la desvergüenza, no lo presentaron a la fiscalía, donde se debía, de haber seguido un proceso legal justo, sino que lo mandaron directamente al Cereso, a la penitenciaría, e inmediatamente fue presentado a un juez, algo inusual en otros casos. Lo juzgaron indebidamente y encarcelaron para luego… presentarlo a un juez. “Mételo al bote, luego vemos”. A esto, querida Sonora, se le llama opresión política, de la que es urgente liberarnos.
Y entonces, podrás preguntarte, Sonora, ¿dónde quedó el pacto social que los mexicanos firmamos en 1917 para resolver entre nosotros las diferencias sin violencia? ¿Dónde quedaron las garantías de ser tratados todos nosotros, ricos y pobres, con una justicia mínima, en un estado de derecho, no de abusos y atropellos? ¿Por qué ningún político, salvo los propios antorchistas afectados, levantan su protesta ante semejante agravio? ¿Dónde está el Poder federal en casos como este? Sólo el silencio cómplice… ¿No sientes que hacen falta Belisarios Domínguez?
Te invito, Sonora, a sumarte al sentimiento de consternación que golpea nuestros pechos y a levantar, potente y firme, tu voz de condena contra esta opresión dictatorial que se quiere desatar contra nuestras libertades básicas y a exigir la libertad inmediata para Domingo, preso político.
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