El pasado viernes 18 de agosto, la pequeña Katia, de cinco años, recibió un impacto de bala en la cabeza; casi 24 horas después, le provocó la muerte.
Este hecho no es aislado, forma parte de un conjunto de eventos que diariamente aparecen en las noticias, que los mexicanos vivimos, sufrimos y hasta aceptamos como algo cotidiano.
El caso de Katia, la niña baleada en Chalco es la síntesis de dos grandes problemas en México: el primero es el crecimiento desenfrenado del crimen que somete a la ciudadanía al miedo, ya no solo en las noches sin alumbrado público, sino ahora hasta en el día en espacios de gran afluencia, en el corazón del municipio, a unos pasos de la sede del gobierno municipal.
Y es que, según testimonios de quieres estuvieron en el lugar, Katia iba caminando en la avenida Aquiles Serdán, una de las más grandes y emblemáticas de la localidad. De pronto empezaron a sonar los disparos; todos corrieron a ocultarse en los locales comerciales, pensando que solo se trataba de un asalto como de ordinario ocurren en la zona.
Sin embargo, empezaron a oírse los gritos de la abuelita de Katia, quien solicitaba de manera urgente una ambulancia, pues la niña yacía en el piso ensangrentada.
Pronto empezó a verse el drama que actualmente aqueja a los mexicanos, las fallas en el sistema médico nacional: pasaron casi 30 minutos después de la balacera y la ambulancia brillaba por su ausencia a pesar de que hay dos hospitales a menos de cinco minutos.
Katia era una niña que, como muchos, caminaba por el centro de Chalco sin pensar que sería una víctima más de la delincuencia creciente del país y de la crisis de salud en México, ambos fenómenos consecuencia de las medidas de “austeridad” instrumentadas por Morena
Ante la desesperación, un comerciante solicitó apoyo de un mototaxi (una calandria sujeta a una motocicleta que es el transporte público de la zona), el cual llevó con urgencia a la niña al Hospital General.
Pero el terror no concluyó. Pasaron unas 11 horas y la niña no había sido atendida. La madre salió a denunciar que tras 11 horas en el Hospital General no había sido intervenida y que ningún otro hospital la quería recibir debido a que: “no contaban con el material necesario para la operación”.
Horas después, la pequeña Katia fue trasladada a un hospital en Zumpango, donde informaron que su situación se había agravado por la falta de atención oportuna y que el cerebro estaba inflamado. Casi un día después, mediante diversas redes sociales, se informó de su fallecimiento.
Era una niña que, como muchos, caminaba por el centro de Chalco sin pensar que sería una víctima más de la delincuencia creciente del país y de la crisis de salud en México, ambos fenómenos consecuencia de las medidas de “austeridad” instrumentadas por Morena en el poder, que no tiene ninguna estrategia de seguridad pública y ha hecho inhumanos recortes a la salud, lo que no sólo implica los recortes de personal, sino de material para atención médica, falta de vacunas, medicamentos e insumos.
Mientras tanto, al gobierno de Morena no le interesa esa situación, no está en sus prioridades atender la inseguridad ni la salud; nos deja a manos de la delincuencia y la insalubridad, como dejó a su suerte a Katia, quien ya no está con nosotros a pesar de su corta edad.
Todos los males sociales disminuirán y gradualmente desaparecerán cuando el pueblo organizado gobierne este país. No hay otra esperanza para salir de este abismo más que la organización de quienes sufrimos el México dividido en clases y gobernado por Morena, un México sombrío, triste y en luto permanente.
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