MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La nueva ley de vida: huir o morir

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“Huir o morir” ha sido la nueva ley de vida a la que se han visto sometidas miles de familias de diferentes estados como Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Guerrero, Chiapas, Sinaloa y Oaxaca, pues muchos de sus pueblos han quedado en completo abandono debido al incremento de la delincuencia y al fuego cruzado en el que han perdido la vida decenas de miles de personas.

México inició el año 2022 con un incremento alarmante de asesinatos: tan solo en la primera semana se registraron 471 principalmente en los estados de: Guanajuato, Michoacán, Zacatecas, Estado de México, Jalisco, Chihuahua y Veracruz; las cifras dadas a conocer por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) indican que Michoacán superó ya a Guanajuato como entidad con mayor incidencia delictiva, cuando al 25 de enero registró 193 homicidios contra 190, respectivamente.

Esta situación de inseguridad y violencia generó que desde que se inició la llamada “guerra contra la delincuencia”, más de 350 mil personas tuvieran que desplazarse y salir de sus municipios en busca de una vida más segura para ellos y sus familias.

En Michoacán los pueblos que más movimiento han tenido son Parácuaro, Tepehuaje, La Estancia, Tepalcatepec y Aguililla; en este último, recientemente abandonaron sus hogares cerca de 900 familias, quienes ante el temor de encontrarse en un fuego cruzado tuvieron que salir en busca de una nueva oportunidad de vida para ellos y sus familias, lo que sumó a las filas de desplazados a más de 20 mil michoacanos.  Hay que agregar que en estos pueblos no hay ni policía y no por que no haya delitos que perseguir o prevenir, sino por el hecho de que pertenecer al cuerpo policiaco es sellar su muerte; así lo han declarado varios de los pobladores.

En esta misma situación se encuentran Jalisco y Guanajuato en este último en media década 6 mil 253 habitantes afirmaron haber salido huyendo a otros municipios, e incluso a otros estados por el incremento de la delincuencia, siendo sus focos rojos Celaya, Irapuato, León y Salamanca; Jalisco tuvo su primer pueblo fantasma en la comunidad de Rancho Nuevo en el municipio de Teocaltiche.

Las plazas abandonadas, las escuelas sin niños, las iglesias y edificios que sirven como presidencias, muestran en sus paredes la historia de todos estos habitantes y del derramamiento de sangre del que han sido víctimas; las balas incrustadas dan fe también de ello.

Pero esto es un reflejo más de los niveles estratosféricos a los que ha escalado la delincuencia, pues las cifras, y la realidad, a pesar de toda la paja y todas las cortinas de humo con que se quiera cubrir, no miente ni mucho menos cambia, sigue siendo la misma, cruel y real.

Los homicidios dolosos en México han ido a la alza en cada administración, pero en esta última, la del gobierno de Morena, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, rebasa cualquier película o historia de terror. Según los datos de la casa de investigación TResearch este gobierno federal, ha rebasado las cifras de sexenios anteriores, pues en los tres años ya concluidos que lleva al “mando”, los homicidios han alcanzado, hasta el día de escribir estas líneas, 28 de enero de 2022, la cantidad de 111 mil 447 homicidios.

El gobierno de Vicente Fox Quesada registró 60 mil 280, el de Felipe Calderón duplicó las cifras en 120 mil 563, el de Enrique Peña Nieto alcanzó los 156 mil 66. Todas estas cifras se registraron en la totalidad de sus seis años de gobierno, pero que el gobierno de Morena está a punto de alcanzar en apenas la mitad de su sexenio. 

Pero si lo que se quiere hacer es un balance más exacto del tiempo transcurrido, nos vamos a los 38 meses que lleva el gobierno actual. Vicente Fox tuvo un registro de 43 mil 077; Felipe Calderón de 45 mil 417, lo que registró un incremento del 9 por ciento; Peña Nieto de 67 mil 388, marcando un incremento así del 48 por ciento, y por último López Obrador, que al día de hoy lleva 111 mil 477 lo que representa un aumento del 65 por ciento.

Todas estas cifras, todas esas vidas, el incremento de la delincuencia y del crimen organizado deben verse y analizarse como lo que son: una consecuencia más del mal gobierno y de la pobreza; de la falta de oportunidades y la miseria que se ha generado debido a la tan injusta distribución de la riqueza que existe en el mundo; y también la avaricia de mantener las gigantescas fortunas de los señores del capital, han propiciado el aumento estratosférico de toda esta violencia. Es, pues, urgente cambiar este sistema que tanto daño social causa y para eso no queda otra salida que la acción consciente de la sociedad civil, pues bien se ve que el gobierno y los señores del poder que se ocultan atrás de él, sencillamente no pueden con el problema; al contrario, lo ahondan. La evidencia es abrumadora. 

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