MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La STyPS es un elefante blanco

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Desde los tiempos más remotos, se ha dado una lucha desigual, entre el opresor y el oprimido, entre el explotador y el explotado, entre el patrón y el asalariado. Y en esta lucha sin contrapesos, siempre ha existido un solo ganador que es el poderoso, el opresor, el explotador, en pocas palabras, el patrón. 

Desde el inicio de la historia de nuestro país, la lucha de clases ha sido una constante, se ha presentado en todas las etapas del desarrollo de nuestra nación, y se manifiesta desde despojar por la fuerza al recolector del fruto de su esfuerzo, o bien, esclavizándolo, privándolo de su libertad y sometiéndolo a extenuantes horas de trabajo y en las peores condiciones, convirtiéndolo en peón y servidumbre y obligándole a trabajar extensas jornadas laborales, en una tierra que pertenecía a sus antepasados y que ya despojado de ella, ahora tenía que trabajarla para poder sobrevivir. 

Ya fueran caciques, amos o terratenientes, los patrones se han aprovechado del fruto del trabajo de todos los desposeídos, para beneficiarse ellos mismos. Si bien este es un suceso que se ha dado en todos los países del mundo, en esta ocasión nos limitaremos a nuestro México. 

En todo este proceso de explotación, el poderoso no actuó solo, tuvo diversos cómplices, algunos tenían látigos, otros usaban togas, algunos hasta sotanas, otros al ejército, pero todos, sin excepción, contribuían para que las cosas siempre salieran a favor de los patrones. Será hasta inicios del siglo XX que por fin se fijen normas y reglas para establecer las relaciones obrero-patronal y que se verán plasmadas en la constitución de 1917, específicamente en el artículo 123, que rige los derechos y las obligaciones de unos y otros. No debemos pasar por alto, el arduo trabajo que la Casa del Obrero Mundial, había venido realizando desde años antes y, que también daría grandes aportaciones en lo ideológico y en lo humano, basta mencionar a don Antonio Díaz Soto y Gama.

Todavía no desaparecía el olor de la pólvora, ni se había asentado el polvo levantado por los cascos de los caballos de los diferentes ejércitos que participaron en la revolución de 1910, cuando el general Venustiano Carranza convocó al congreso a elaborar una nueva constitución para que en ella se plasmaran las demandas que habían impulsado el movimiento armado. No era la primera constitución que tuviera la nación, ya le habían antecedido las de 1824, la de 1836, 1847 y la de 1857, que fue, a diferencia de las anteriores, la que planteó un proyecto de nación consolidado, con un sistema bien establecido, democrático y federal y se reconocieron la división de los tres poderes de la federación, pero de lo laboral, ni media palabra, es por eso, que la constitución de 1917 será vista como una justa reivindicación a las demandas enarboladas por la clase trabajadora en sus muy distintas expresiones.

La nueva constitución, emancipaba a la clase trabajadora del yugo patronal, liberaba a niños, niñas, jóvenes, adultos y a ancianos a tener que trabajar jornadas laborales de hasta 18 horas diarias, con salarios raquíticos, sin ningún tipo de servicio ni prestación social. Por eso la inclusión del artículo 123 resultó un bálsamo en las heridas provocadas por años y años de abuso y explotación. 

La constitución de 1917 y su muy reformador artículo 123 ponían fin a siglos de explotación y miseria, protegían al trabajador, hombre y mujer, de las atrocidades cometidas contra ellos y también contra sus hijos, que vivían, si a eso se le podía llamar vida, y morían jorobados por la carga laboral que les era impuesta. Con los años y los diferentes cambios y adiciones que se le fueron dando, finalmente en el año de 1940, se hacen las reformas que permiten ascender de departamento a secretaría de Estado y con ello surge la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), cuyo objetivo es cuidar y velar por los derechos de los trabajadores en general, haciendo valer su autoridad para que se cumplan las leyes y las disposiciones que tanto la constitución, como la Ley Federal del Trabajo suscriben: pagos justos, jornadas de 8 horas, horas extra renumeradas, descansos, vacaciones, aguinaldo, reparto de utilidades y cuidando que el trabajador tenga un ambiente sano y justo para desarrollar su trabajo, fomentar su capacitación y establecer relaciones cordiales, para el crecimiento y desarrollo que permita la creación de más empleos. Esto y más, es lo que se supone que es la tarea fundamental de la (STPS), pero todos sabemos que para ellos los derechos laborales, simplemente es letra muerta. 

La tarea de hacer vale los derechos, así como velar por los intereses del trabajador mexicano, siempre ha sido un rotundo fracaso, 20 secretarios han ido y venido y ninguno quiso, ni ha querido, responder al compromiso de dicha tarea, y el día de hoy con la secretaria Luisa María Alcalde Luján, la situación se torna peor y, es que ya sabemos que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no permite que nada suceda, si no es con su venia, y así, desde su residencia palaciega, ha frenado los distintos movimientos laborales, como la advertencia a los trabajadores fronterizos de Tamaulipas, a los que criticó por luchar por incrementos salariales, o las amenazas lanzadas desde su mañanera a los trabajadores gaseros que amagaban con irse a la huelga si no se mejoraban sus porcentajes de ganancia y la huelga de NOTIMEX que ya lleva a la fecha, más de 28 meses, sin que su directora Sanjuana Martínez o Luisa María Alcalde puedan solucionar. Y claro, la experiencia de ambas para desempeñar de manera eficiente sus encargos es haber participado de manera activa en la campaña de AMLO apoyándolo financieramente. Hoy, como adornos, son costosas y perniciosas. 

Mientras Luisa María alaba al presidente, las empresas han adoptado sistemas de contratación que les permite incumplir la ley, sin que la STPS y su secretaria pongan remedio, son sistemas importados con todo y sus denominaciones: el outsourcing, que no es otra cosa que la subcontratación de mano de obra calificada, a otra empresa, sin que ello le comprometa laboralmente con los trabajadores, de esa manera la empresa contratante queda sin obligación alguna sobre el trabajador, afectando severamente sus derechos de antigüedad, así como de vinculación con la referida empresa donde presta sus servicios, ya que, en los hechos, él, es contratado por una tercera empresa que es la (subcontratista). El offshoring son simples empresas golondrinas que, al verse beneficiadas con la mano blanda del gobierno que urgido de activar la creación de empleos, ofrece todo tipo de beneficios contractuales y ventajas fiscales, volteando para otro lado, cuando los derechos de los trabajadores son pisoteados. 

Y el nearshoring, que pasa a convertir a la clase trabajadora en simplemente maquiladores, pues son mano barata para el país vecino y, que mientras acepten sueldos de miseria en condiciones deplorables, son contratados sin derecho a ningún tipo de prestación social, ni laboral. 

Creer que los gobernantes en turno van a resolver la lamentable situación de la clase trabajadora, que es la nación entera, es lo menos iluso, el gobierno es impuesto por el establishment, están para proteger los intereses de los ricos y poderosos, aquellos que ganan contratos y hacen obras, aquellos que ven crecer su riqueza de manera escandalosa, mientras el pobre se hace cada día más pobre.

Es necesario e indispensable, que la clase trabajadora reflexione, analice y entienda la situación por la que estamos pasando todos, para que, sin filias ni fobias, se ponga un remedio y se dé solución a los problemas que aquejan a todos los mexicanos, la parálisis. Nos hemos vuelto paralíticos mentales, solo somos observadores inactivos de nuestra propia desgracia. La solución no va a venir de los patrones ni de sus empleados en el gobierno, la solución está en nuestras manos, es hora de levantar la cabeza y alzar la voz, es la hora de los trabajadores.

 

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