Quintana Roo es un espejo de la polarización evidente de la inequitativa distribución de la riqueza, que es producto del esfuerzo del pueblo trabajador. Sin embargo, la riqueza generada no está proporcionalmente recompensada con el salario que obtienen los trabajadores en la llamada industria sin chimeneas.
Los millones de ingresos económicos producidos por el trabajo de los quintanarroenses no se dice a dónde va a parar dicha riqueza, aunque se puede deducir, seguramente, que va a manos de los ricos y poderosos nacionales y extranjeros que representan una diminuta porción de la población. Por supuesto, sin asumir el esfuerzo del trabajo, gozan el incremento millonario de sus fortunas, dejando las miserias a los creadores de riqueza.
Las grandes cadenas hoteleras y de restaurantes no están interesadas en mejorar las habilidades de sus empleados; todo con el objetivo de no aumentar los salarios.
En consecuencia, la injusta distribución de la riqueza producida generó un incremento desorbitante de la pobreza que afecta a miles de familias porque los imposibilita a satisfacer sus necesidades básicas.
De acuerdo con la plataforma TripAdvisor, las playas de Tulum, Playa Norte de Isla Mujeres, El Cielo de Cozumel y Playa Langosta se encuentran entre las primeras 20 posiciones del ranking mundial de las preferencias de los turistas en este 2024.
Y para constancia, ahí están los reveladores datos en mejores salarios: un trabajador del sector turístico de Quintana Roo gana en promedio 14 mil 600 pesos mensuales, incluyendo las propinas, de acuerdo con la “Guía Salarial Adecco”, que analiza los puestos de trabajo que se pagan en este tipo de turismo.
Esto coloca a los ingresos de este grupo de trabajadores quintanarroenses en la posición número 31. Lamentablemente, los salarios de los trabajadores se encuentran muy lejos de las primeras posiciones.
En los países del primer mundo, los trabajadores tienen una alta capacitación en atención al cliente y por eso suelen recibir mejores salarios y propinas.
Esto también permite, cita el documento en su edición de este año, que las empresas ofrezcan mejores salarios para poder atraer a este tipo de trabajadores y así maximizar sus ganancias.
Pero en Quintana Roo y en el resto del país, no sucede igual. Las grandes cadenas hoteleras y de restaurantes no están interesadas en mejorar las habilidades de sus empleados y, con ello, su desempeño ante los comensales o huéspedes; todo con el objetivo de no aumentar los salarios.
Desde luego, al no haber oportunidades que ayuden a los trabajadores para acceder a mejores condiciones salariales, la situación se torna más difícil debido al constante aumento de los precios de la canasta básica y, lo peor aún, es la incapacidad del Estado para garantizar el bienestar de los quintanarroenses en aspectos como la alimentación, vivienda, salud, seguridad y educación.
Alguien ha escrito que Quintana Roo tiene dos caras, y tampoco miente: la turística, que es la más importante del país, con costosos hoteles, restaurantes de lujo, con una vida nocturna e importantes empresas que generan millones de pesos,
Pero también está aquella faceta donde niños y mujeres trabajan en las esquinas o piden limosnas y habitan humildes viviendas, donde apenas hay para comer y para el transporte urbano, situación que urge revertir.
Y duele más cuando se sabe y se presume que Quintana Roo recibe miles de millones de pesos para impulsar, no la igualdad social, sino ese rostro donde el que tiene dinero produce dinero, el que es rico se vuelve más rico, mientras que los pobres sólo miran y se vuelven más pobres.
Eso sí, los pobres tienen la esperanza, que es lo último que muere, de mejorar sus condiciones de vida, lo que difícilmente lograrán sin la sinergia y el apoyo de las autoridades gubernamentales. Conste.
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