No resolver las demandas de obras y servicios que presentan los grupos populares sonorenses a los gobiernos es también una forma de poner a la población más humilde en mayor riesgo de contraer la covid-19, de quedar dañada de por vida y de morir. Esta afirmación no es ninguna exageración ni un absurdo ni tampoco una bribonada política, sino una dura realidad que debemos entender para actuar sin pérdida de tiempo: los datos que veremos a continuación, revelados por la organización OXFAM, una ONG que no es de ninguna manera izquierdista ni "populista” y que recibe financiamiento, entre otros, de la Unión Europea, no dejan lugar a dudas. No obstante, es revelador que nadie en Sonora se ha manifestado al respecto, excepto honrosas excepciones de medios que dieron a conocer al menos lo fundamental del estudio "El virus de la desigualdad&rdquo, el pasado 25 de enero. Una vez más pareciera que la virgen les habla a todos los funcionarios, diputados y gobiernos, a los candidatos de unos y otros. Ninguno de todos ellos está interesado en hablar o mencionar siquiera los temas que trata la OXFAM, pues las conclusiones que esta organización humanitaria proporciona cuestionan de raíz el sistema neoliberal del que todos estos políticos se han alimentado, incluido Morena; Oxfam les pisa los callos a unos y otros, como partidos gobernantes a nivel estatal o federal, y sus personeros prefieren hacerse los desentendidos antes que dar pie a que el sonorense común haga suyas las graves denuncias del mentado estudio y, en consecuencia, exija la compostura.
El estudio afirma que "las mil personas más ricas del planeta necesitaron apenas nueve meses para recuperarse del impacto económico ocasionado por la pandemia, algo que, en cambio, podría llevar una década a la población más pobre del mundo”. Subraya que la covid-19 tiene el potencial de aumentar la desigualdad en casi todos los países y alerta de que su incremento implica que las personas que viven en la pobreza tardarán al menos 14 veces más en volver a los niveles de pobreza que tenían antes de la pandemia. El estudio no deja lugar a dudas: "las tasas de infección y mortalidad son mayores en áreas más pobres de países como Francia, India y España mientras que en Inglaterra, las regiones más pobres experimentan índices de mortalidad del doble de las zonas más ricas”. Ni más ni menos.
En Hermosillo, las autoridades estatales de Salud reconocen que las áreas de mayor incidencia de Covid, que denominan Zona Cero, son Lomas de Linda Vista, Lomas de Madrid, Los Cuatro Olivos, Balderrama, Olivares y Sahuaro, al norte de la ciudad. En la parte centro se encuentran la colonia Revolución, Las Granjas y Las Quintas; mientras que al surponiente de la capital sonorense están Fovissste, San ángel y El Apache. Sin embargo, también han reconocido en varias ocasiones que la pandemia está descontrolada en Sonora; ello significa que sus datos son inciertos de origen y altamente cuestionables, además de estar necesariamente manipulados para no contradecir los datos engañosos del Gobierno federal. Resultados oficiales y privados continuamente publicados demuestran cómo la pandemia ha sido, en efecto, especialmente grave en las colonias de estrato social más bajo en todo el país, a la vez que las colonias de estrato social más alto han sido las menos afectadas. No tenemos ninguna razón de peso para pensar que en Sonora sea diferente. La causa radica en la pobreza misma y sus terribles manifestaciones, como la falta de drenajes, de agua potable, de electricidad, de pavimentación de calles, de clínicas y hospitales, del espantoso desempleo, del bajísimo salario -cuyo aumento del 14% quedó rebasado en dos semanas por los precios de los productos básicos, los combustibles y de los propios servicios-, además del desastre educativo y cultural.
Y entonces cabe preguntar: si así está nuestra realidad, qué esperan los gobiernos para ayudar de inmediato invirtiendo en desarrollo social, por qué retardan tanto las soluciones a solicitudes populares tan básicas como ayudas alimenticias, mínimos apoyos para mejoramiento de vivienda vulnerable u obras indispensables como las ya mencionadas. La única respuesta real que sí dan es darle largas a los asuntos. Si alguno se destraba de su fatal burocracia e infinitas justificaciones es gracias a la insistencia popular, a la movilización. Mientras la gente no se mueva, nuestros gobiernos se escudan en una característica cultural de este sistema económico: que los gobiernos sean reactivos, no proactivos; es decir, no hacen nada si no se les recuerda y urge a que lo hagan, rasgo cultural que algún día habrá de desechar la humanidad.
El texto referido revela asimismo que las economías más justas son clave para lograr una recuperación económica rápida. "Lo que mata a las personas no son tan solo las enfermedades, sino la injusticia social. La pandemia ha puesto al descubierto las peores consecuencias del abandono crónico que sufren los sistemas de salud públicos, especialmente en lo que respecta a las personas en situación de pobreza y a las comunidades excluidas. La falta de financiación y la fragilidad de los sistemas de salud públicos impiden que tengan capacidad para realizar pruebas, rastrear, dar seguimiento y poner en cuarentena a la población, a fin de contener la propagación de la enfermedad, y que puedan proporcionar una atención médica adecuada y oportuna a quienes la necesiten”. Y ahora pregunto: si la respuesta es "no hay, no hay, no hay” ¿entonces ya no debemos exigir justicia social? ¿Ya no vale esa demanda, habremos de tirar al bote de la basura un ideal que las élites gobernantes nos machacaron durante decenios? OXFAM denuncia que nuestros gobiernos y las clases sociales ricas que representan tienen en el abandono crónico los sistemas de salud que le prometieron a la nación desde hace un siglo, han dejado raquíticos y frágiles los sistemas de protección social -en particular, añado, Morena los hizo trizas para quitarles los recursos y financiar sus campañas electoreras-, han debilitado nuestro sistema educativo hasta dar vergüenza cuando inevitablemente nos comparan las encuestas internacionales, y mantienen el empleo en niveles precarios, dejan morir a millones de pequeñas empresas; las mujeres trabajadoras, desde el inicio de la crisis, dedican más tiempo al trabajo doméstico no remunerado, algunas de las consecuencias de ello son el incremento de la ansiedad, la depresión y la sensación de estar abrumadas, aisladas y físicamente enfermas debido al aumento del volumen de trabajo que recae sobre ellas. Y, por si fuera poco, el coste y el esfuerzo que supone cuidar a millones de niñas, niños y personas mayores y enfermas ha recaído en las familias: han destruido nuestra mínima seguridad social, la de antes, aunque fuera deficiente -y hoy pretende Morena que olvidemos estos golpes traicioneros dándonos algunos pesos de manera directa, "sin intermediarios&rdquo, pero con la intermediación de los "servidores de la nación”-. Y en estas circunstancias, las élites sonorenses, condescendientes y cómplices, elevan sus ojos al cielo, como si la virgen les hablara y no escucharan el clamor popular. Son estas algunas de las problemáticas reales para cuya solución real los candidatos de las minorías gobernantes de siempre no hacen más que plantear viejas recetas que no van al fondo, y, por tanto, dejan todo esencialmente igual.
Por nuestra cuenta, insistimos a los gobiernos de Claudia Pavlovich y de Célida López Cárdenas que cumplan sus compromisos de resolver las demandas pendientes a la fecha de los grupos antorchistas, en el entendido de que son planteamientos justos y racionales que sus gobiernos se comprometieron a satisfacer. Retrasar más su solución equivale a arriesgar más al pueblo, pero no se va a entregar tan fácilmente: tendrá que movilizarse otra vez.
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