MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las mentiras del Führer mexicano

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La palabra de Adolfo Hitler, sus discursos y sus mítines labraron primero su camino en la política y, con el tiempo, el triunfo electoral. Pero era físicamente imposible que el Führer (tanto en el partido como luego del Estado Alemán) pudiera hablar tanto y tan continuado. Para ello, Joseph Goebbels que tenía el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, multiplicó sus palabras a través de las emisiones radiofónicas y logró el eco de las mismas por medio de las reseñas periodísticas.

En cualquier caso, es evidente que la labor de Goebbels al frente de la propaganda del Partido Nazi, y luego del Tercer Reich, fue uno de los pilares en los que se asentó la popularidad del nacionalsocialismo en los primeros años y su voluntad de resistencia en los momentos de la derrota. 

Orientación, censura, consignas, prensa y radio eran controladas por Goebbels de manera férrea, al tiempo que promovía todo tipo de actos de masas y creaba una escenografía colosal que, aún hoy en día, impresiona o asusta. Su influencia se extendía a la literatura, el teatro e incluso al campo cinematográfico. Bajo su mandato, todos los medios de expresión fueron puestos al servicio de una ideología y de un partido.

Su técnica se resume en una sola frase a él atribuida: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”… Todos los medios eran buenos para conseguir sus propósitos, sobre todo cuando se puso en práctica lo que él mismo bautizó como “Guerra Total” (Der Totale Krieg).

La labor de Goebbels fue clave, pues Hitler adquirió los rasgos de un ser casi divino: “incansable hombre de Estado”, afectuoso camarada, líder carismático y “canciller del pueblo”, que comprendía y compartía las preocupaciones de la gente corriente. Un padre para todos los alemanes de “raza germana”, incluidos los que, según enfatizaba la propaganda cada vez con más insistencia, sufrían lejos de Alemania. Su presencia se hizo omnipresente en la vida cotidiana.

Además de aparecer constantemente en los medios de comunicación, su retrato adornaba escuelas, fábricas y edificios públicos, objetos con su imagen –desde bustos a cerillas o cuberterías– decoraban los hogares de muchos alemanes, y el saludo en su honor –“Heil Hitler”– se convirtió en norma. El propósito era crear un culto casi religioso, una fe inquebrantable y legitimadora en el Führer que permitiera al régimen dar el paso hacia su siguiente objetivo: la guerra.

Hago esta pequeña reseña histórica de lo que fue la Alemania Nazi con Hitler a la cabeza, para ilustrar lo que sucede hoy en México, puede que sea una mala comparación, si es así, pido disculpas por anticipado, y si en algo se parecen, nuestro deber, es no dejar que suceda en México, lo que sabemos que ocurrió en Alemania en aquellos entonces. 

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sin duda, ha aprendido muchas cosas de Hitler y de Goebbels. Utiliza sus mañaneras como su pulpito donde, sin ton ni son, se dirige a los mexicanos para mantenerlos “informados” de todo el “excelente” trabajo que se realiza desde presidencia, pero a más de tres años del gobierno de la auto llamada “Cuarta Transformación” (4T) los malos resultados están a flor de piel. 

Lo que López Obrador y la 4T aprendieron mejor de Goebbels fue que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” porque, es lo que se han dedicado a hacer en lo que va del sexenio: mentir.

Ante la falta de resultados en la economía, en la salud, en la educación, obra pública, bienestar, seguridad y un largo etcétera, López Obrador, como dije, desde su mañanera, quiere hacer creer a la gente lo contrario. “Vamos bien”, -dice- el país ha eliminado la corrupción en el gobierno, “no somos iguales”, y se da su baño de pureza y de pueblo, pero al final, la realidad se da con la puerta en la nariz. 

De acuerdo con el estudio de la consultora política SPIN, en las 684 conferencias mañaneras hasta el 31 de agosto de 2021, López Obrador ha mentido al menos en 61 mil ocasiones; es decir, 89 veces en promedio en cada una de las mañaneras, “ha dicho lo que la gente quiere escuchar”, es decir: que el pueblo, sobre todo, la clase más humilde y menos informada, al oír a AMLO piensa que todo lo que dice es verdad y que se debe creer u obedecer sin rechistar.

Ha adquirido gran habilidad para adecuar, deformar e incluso crear conscientemente versiones distorsionadas de los hechos y transmitirlos posteriormente a la gente que, si bien, podía resistirse a su aceptación, terminó cediendo —decía Goebbels— con la repetición de la mentira.

Con López Obrador, Morena y la 4T es, sin duda, el ejemplo claro donde podemos ver reflejada de manera franca y común el ejercicio de la deshonestidad, el autoritarismo, la corrupción, el fanatismo ciego que, sin duda, envenena a nuestro pueblo mexicano. Los mexicanos más preparados y más conscientes de la realidad de nuestro país, no debemos permitir que esta política engañosa de la 4T siga arrastrando nuestro pueblo a un callejón sin salida. Luchemos por un mejor país, esto es posible si nos organizamos y educamos a los jóvenes y al pueblo trabajador. Vale.

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