Bajo la política de “abrazos, no balazos” de la actual administración las mujeres en México no están a salvo de la violencia en las calles, en los centros de trabajo; incluso en los hogares enfrentan acoso sexual, abuso emocional y psicológico por parte de la misma familia o por la pareja; discriminación, hostigamiento y acoso o abuso sexual, todo ello, tristemente puede concluir en feminicidio.
Organizaciones e instituciones dan datos estremecedores: que en nuestro país cada día son asesinadas 10 mujeres: sólo en 6 meses (enero-junio) del 2021 se registraron mil 844 feminicidios.
De acuerdo con el registro preliminar de defunciones por homicidio publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 73% de estos asesinatos fue cometido con armas de fuego y estrangulamiento, esto da idea de la violencia con que son asesinadas las féminas.
Los registros también evidencian una creciente tendencia de las muertes violentas de mujeres. Aún con el confinamiento estricto que paralizó gran parte de las actividades en algún tiempo y la movilidad total por la pandemia, el número de asesinatos de mujeres creció 0.6% en comparación con el mismo periodo del 2019, pero si analizamos las cifras del primer semestre del 2020 nos arrojan que ha sido el más violento de los últimos 30 años, Ni siquiera en los años de la “guerra contra el narco” se registraron niveles iguales de homicidios.
Todos estos datos y otros confirmados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) nos dicen que la incidencia delictiva contra las mujeres va en aumento sin que, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que prometió grandes cambios en favor de los más desprotegidos, haga algo en favor de un sector tan sensible como lo son las mujeres. Por el contrario, desapareció algunos de los programas que las favorecían como el Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que buscaba que las víctimas fueran escuchadas, atendidas y se buscara mediante la investigación efectiva la reparación del daño y la sanción, medidas que definitivamente tampoco hicieron mucho, pero ahora tampoco hay un proyecto serio que diga que la 4ª. T está preocupado por tanta violencia contra las mujeres.
Lo cierto es que la discriminación, la agresión física, sexual y emocional en contra de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, encuentra sustento en una sociedad desigual e inequitativa que las oprime y las maltrata y que les niega la posibilidad de desarrollar todo su potencial como seres humanos, por ello, las medidas que se han tomado en el pasado han fracasado.
Para erradicar las agresiones en contra del género femenino no tenemos otra alternativa que modificar el modelo de organización social en que se engendra la discriminación, la agresión y el crimen en contra de ellas, no bastan leyes más severas ni cárcel contra golpeadores, violadores y asesinos como lo ha demostrado la realidad, es urgente una solución radical y rápida, de lo contrario seguiremos escuchando hechos escalofriantes, como los de “las muertas de Juárez” que hemos escuchado por décadas desde los 90, como lo de miles de mujeres que han sido secuestradas y esclavizadas sexualmente, además de las desaparecidas y brutalmente asesinadas.
Todo aquel gobierno o ciudadano que se preocupe genuinamente por el bien de las mujeres debe llegar a la conclusión que quién engendra el egoísmo, la desigualdad, la discriminación y el crimen, es esté sistema económico que está pensado para que unos cuantos vivan con exceso de lujos, hasta el hartazgo y las mayorías vivan en la miseria, sin posibilidades materiales y espirituales para vivir una vida digna y entre esta mayoría se encuentran las mujeres.
Los mejores hombres y mujeres del país debemos crear una gran fuerza para llevar adelante un cambio que nos impida siquiera imaginar que una mujer puede estar muriendo brutalmente en estos momentos.
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