Seguramente a miles y quizá millones de personas partidarias o simpatizantes del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, les parezca que quienes critican su política es por interés económico o político; por pertenecer a un partido distinto, por envidia o simplemente por mala fe. No dudo que pueda haberlos.
A pesar de su ideología y su singular forma de hacer política, no creo que sea el caso de la generalidad de los mexicanos que lo critican. Como seres pensantes y miembros de la sociedad en que vivimos, no sólo es nuestro derecho sino nuestra obligación analizar e intervenir desprejuiciadamente en los asuntos que nuestros gobernantes, obnubilados por el poder y la ambición, consideran correctos.
Para que no quede huella, López desaparece por decreto disfrazado de “reforma” los organismos autónomos encargados de vigilar el buen uso de los recursos públicos.
Viene esto porque López Obrador, después de más de 30 años de caminar por todos los rincones de México para intentar ser gobernador de Tabasco, jefe de Gobierno de la Ciudad de México y tres veces candidato a la presidencia de la república, se convirtió en un político conocedor de las inconformidades y el rencor de las masas empobrecidas por las acciones de los políticos corruptos.
Al llegar al poder y perpetuarse en él, ha repartido dinero en efectivo a destajo (a través de tarjetitas), pero sabedor de que, a pesar de la enorme riqueza de México, los recursos son limitados, instrumentó, entre otros métodos, como negociar con el narcotráfico, su plan de “austeridad”: consistente en eliminar fondos y concentrar el dinero de organismos claves para la gobernabilidad y el desarrollo, para utilizarlo en la compra de conciencias y tener al pueblo contento.
Hasta los días previos a la elección federal, AMLO y Morena habían desaparecido 300 fondos y fideicomisos, entre ellos el Fondo de Salud para el Bienestar, el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), el Fondo Sectorial Conacyt-Secretaría de Energía, el Fondo de Financiera Rural, el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), el Fondo Sectorial para la Innovación, el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Fondo para el Cambio Climático, etcétera, con ingresos hasta 2021 por 385 mil millones de pesos, cuyo gasto, según la Auditoría Superior de la Federación, no está justificado.
Y para hacer creer a los mexicanos que tiene razón en sus reformas y su política del “rastrillo”, el presidente acusa a los legisladores que se oponen a que desaparezcan los fideicomisos de defender a “ladrones” y “gente deshonesta”.
Ante la imposibilidad legal de justificar el gasto del dinero de los mexicanos, se adelanta a los acontecimientos. Para que no quede huella, desaparece por decreto disfrazado de “reforma” los organismos autónomos encargados de vigilar el buen uso de los recursos públicos. Así se explica la desesperada lucha por la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (Inai).
Para ocultar y no rendir cuentas sobre la pésima educación de niños, jóvenes y profesores de todos los niveles, proponen la desaparición de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), organismo autónomo encargado de realizar investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas del Sistema Educativo Nacional.
Y con el mismo cinismo, para mentir que 9.5 millones de personas salieron de la pobreza como hizo en su pasado y último informe, sin tener que demostrarlo, decidió fusionar el Consejo Nacional de Evaluación de Política y Desarrollo Social (Coneval) con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La Constitución de México es clara al establecer que el Coneval tiene a su cargo la medición de la pobreza, la evaluación de los programas, objetivos, metas y acciones de la política de desarrollo social, así como emitir recomendaciones a las autoridades federales, locales y municipales para el buen ejercicio de sus funciones, mientras que las funciones del Inegi son elaborar un Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica cuyos datos serán oficiales para la federación, los estados y municipios.
Es claro que el objetivo del presidente ególatra y mentiroso con el respaldo del poder legislativo es esconder la realidad para seguir engañando a los mexicanos ingenuos, que se conforman con limosnas políticas y económicas.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario