MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Llegó la hora de un cambio de rumbo

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“No hay fecha que no se cumpla, ni plazo que no se venza”, reza el refrán en la cultura popular mexicana que, como nunca, hoy es claramente aplicable en nuestro país. Este domingo 4 de abril iniciaron de manera formal las campañas electorales y la efervescencia política entre los aspirantes se hace cada vez más intensa en la búsqueda de ser favorecido con el voto en las urnas el próximo 6 de junio.

Algunos especialistas en temas electorales coinciden en que las elecciones intermedias del mes de junio -denominadas oficialmente por la autoridad electoral como el proceso electoral federal 2020-2021-, son las más importantes en la historia de nuestro país. Su importancia radica -según los analistas-, en el tamaño del padrón electoral, se espera la participación de 94 millones 800 mil ciudadanos con derecho a votar, inscritos en el padrón electoral,  el número de puestos políticos en juego y la enorme cantidad de recursos que nos está costando su preparación; pero también y, sobre todo, por porque en este proceso se definirá si el Presidente y su partido (Morena), mantienen la mayoría en la Cámara de Diputados y con ello la continuidad de su autollamada “Cuarta Transformación”.

Es importante señalar que el próximo 6 de junio se elegirán de manera simultánea los puestos a cargos federales y locales en 32 entidades del país. En total serán 500 diputados federales al Congreso de la Unión: 300 serán electos por mayoría simple y 200 mediante el principio de representación proporcional. Por primera vez en la historia de nuestro país se podrán reelegir los diputados de la actual Legislatura; se renovarán 15 gubernaturas, 30 congresos locales, así como mil 900 ayuntamientos y juntas locales; también se renovarán ayuntamientos y alcaldías en 30 entidades, menos en Durango e Hidalgo, así como los Congresos locales de todo el país, excepto en los estados de Coahuila y Quintana Roo.

Pero como señalábamos líneas arriba, la importancia de las próximas elecciones del 6 de junio radica en la posibilidad de que el actual gobierno que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador mantenga la mayoría en la Cámara de Diputados, ya que de ello depende que le aprueben sus iniciativas sin contratiempos, tal y como ha ocurrido por ejemplo con el Presupuesto de Egresos de la Federación en los años 2018, 2019 y 2020, que fueron aprobados sin modificar una sola coma, por lo que la lucha de cara a la estratégica elección intermedia para llegar a ocupar una curul será encarnizada.

Pero las cosas no pintan nada bien para el presidente López Obrador y su partido. Veamos. Según una nota publicada en tvcanal.mx, “en Palacio Nacional andan muy preocupados porque los números en las encuestas no los favorecen como ellos quisieran, sueñan con carro completo, pero las cifras no les cuadran. Y la encuesta de la semana pasada de GEA-ISA los puso mal y de malas”. Según dicha casa encuestadora, de noviembre 2020 a marzo 2021, el presidente López Obrador perdió siete puntos de aprobación ciudadana. De acuerdo con los parámetros de los propios encuestadores, un punto equivale a 500 mil sufragios, dos puntos a un millón, y así sucesivamente, de lo que se traduce que el Presidente y su partido han perdido alrededor de 3.5 millones de votos en solo cuatro meses. Y aún faltan por contabilizar abril y mayo.

Por otro lado, la credibilidad del presidente observa también una importante caída en los últimos cuatro meses: el 53% de la población “le cree poco”, y el 31% “no le cree nada”. Solamente un 13% “le cree mucho”. Esta medición es demoledora contra el inquilino de Palacio Nacional, ya que la historia nos ha mostrado y demostrado que un Presidente jamás recupera su credibilidad ante los ciudadanos por dos razones fundamentales: primero, por el desgaste natural del ejercicio del poder; y segundo, porque la inercia política impone topes y para cualquier mandatario es más común continuar bajando en su aprobación, en lugar de recuperarse y subir en las encuestas. 

La encuesta de GEA-ISA revela porcentajes que, sin duda le restan fuerza al Presidente y su 4T el 6 de junio, y de ahí la desesperación de López Obrador por apoyar a su partido desde Palacio Nacional, por vetar a los gobernadores mediante un “Acuerdo Nacional por la Democracia” amañado que solo sobrevivió durante unas cuantas horas, principalmente a los gobernadores de la Alianza Federalista, por ello también los constantes ataques a los comunicadores críticos del gobierno y al Instituto Nacional Electoral (INE), erigido hoy en contrapeso valido y legitimo frente al Poder Ejecutivo. 

Por otro lado, la encuesta de GEA-ISA que aparece en el portal de Forbes México afirma que el 58% de los mexicanos desaprueban la gestión del Presidente, que esta desaprobación mantuvo su tendencia al alza por cuatro trimestres consecutivos, hasta acumular una caída de 27 puntos desde junio de 2019 a la fecha. El portal afirma que las causas del desplome de la popularidad del Presidente son varias, pero resalta dos que considero de mayor importancia: el grave deterioro de la situación económica del país, por un lado, y de las familias, por otro. El 70% de las personas encuestadas desaprueba el trabajo de López Obrador con relación a la situación económica que vive México, y solo un 29% lo aprueba; el 45% considera que la crisis económica es responsabilidad del gobierno de Obrador, y dentro de este espectro, el 64% desaprueba las decisiones del régimen en materia económica. 

A la pregunta: ¿Usted cree que el país va ahora por un rumbo correcto, o por un rumbo equivocado? El 51% contesto que México va por un rumbo equivocado, mientras que el 35% contesto que va por un rumbo correcto.

Los porcentajes anteriores son las consecuencias de tantas mentiras del Presidente y de la autollamada 4T. Si al principio del sexenio pudieron haberles funcionado, a estas alturas -28 meses en el poder-, se ha desgastado y desinflado. El Presidente y su partido saben que, a pesar de la entrega de dinero en efectivo a través de los famosos Programas de Transferencia Monetaria Directa a los pobres, se les está complicando asegurar el voto porque a cambio del dinero distribuido con los programas sociales dejaron de hacerse obras que antes llegaban para mejorar la calidad de vida de la gente. 

Al pueblo bueno se le ha mentido con la economía, con la inseguridad, con la pandemia, con el número catastrófico de defunciones (203 mil), con las vacunas, con la salud, con el petróleo, las gasolinas y la electricidad. Este gobierno ha sido, “un carnaval” de mentiras desde Palacio Nacional y las mañaneras.

Por todo lo anterior, cabría preguntarnos ¿Aguantará el pueblo bueno otros tres años Gobierno de Morena y de la autollamada Cuarta Transformación? La respuesta la tenemos en nuestras manos. Urge un verdadero cambio de rumbo.

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