MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Lo han hecho ustedes!

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Adorna la sala de espera del consultorio del Dr. J. el cuadro de Pablo Picasso conocido como “Guernica”, una obra que, sin duda, es todo menos ornamento. Esta, una de las obras más emblemáticas del pintor español, es un testimonio visual de la tragedia y el sufrimiento humanos. 

Fue pintado en 1937 durante la Guerra Civil Española, que ha dejado una huella imborrable en el mundo del arte y, sobre todo, en la memoria del pueblo español y de todos aquellos que se identifican como explotados en este mundo.

El cuadro “Guernica” fue creado como una respuesta al bombardeo de la ciudad vasca de Gernika por parte de la aviación alemana e italiana, que apoyaban al bando franquista. Este ataque indiscriminado dejó un saldo de cientos de muertos y heridos, y destruyó gran parte de la ciudad. 

Picasso, profundamente conmovido por esta tragedia, decidió plasmar su indignación y su dolor en un lienzo de grandes dimensiones. Mucho se le criticaba en sus distintos periodos por “perder” la forma y apostar por lo que más tarde sería su elemento único y que hoy nos hace diferenciarlo. Aquí bien podría entrar Albert Boadella con su ópera contemporánea tratando de “desmitificar” a Picasso.

A Picasso la forma ya no le bastó para representar lo que sus ojos de artista alcanzaban a ver y, en este caso, el tamaño tampoco.

La obra mide 3.49 metros de alto por 7.76 de ancho; está pintada en blanco y negro, lo que le confiere una atmósfera sombría y desoladora. En ella, Picasso representa el caos y la destrucción a través de una serie de figuras y símbolos impactantes. El cuadro está lleno de imágenes distorsionadas y desfiguradas, que reflejan el sufrimiento y la desesperación de las víctimas.

En el centro del lienzo  se encuentra un caballo, que representa el pueblo español, desgarrado y agonizante. A su lado, una figura femenina llora la pérdida de su hijo (esta es, tal vez, la imagen más cruda del cuadro), mientras que un toro (símbolo de la brutalidad y la violencia) se alza en la parte superior del cuadro. Estas figuras, junto con otras representaciones de cuerpos mutilados y rostros angustiados, crean una sensación de caos y desesperanza.

“Guernica” es una obra cargada de simbolismo y significado: cada elemento y cada detalle tienen un propósito y una intención. Por ejemplo, la luz que entra por la ventana en la parte superior izquierda del cuadro representa la esperanza y la posibilidad de un futuro mejor. Además, la presencia de una bombilla en forma de ojo en el centro del cuadro simboliza la vigilancia y el control.

La composición de “Guernica” también es notable. Picasso utiliza una técnica cubista, caracterizada por la representación de objetos desde múltiples perspectivas, para crear una sensación de movimiento y dinamismo. Los diferentes planos y perspectivas en el cuadro hacen que el espectador se sienta inmerso en la escena, como si estuviera presenciando el caos y la destrucción en tiempo real.

El impacto de esta obra trasciende el ámbito artístico. Desde su creación, ha sido un símbolo de resistencia y denuncia de la violencia y la opresión. Ha sido utilizada como un llamado a la paz y la justicia en momentos de conflicto y crisis en todo el mundo. Además, ha sido objeto de numerosas interpretaciones y análisis, que han contribuido a su reconocimiento como una de las obras más importantes del siglo pasado.

En la actualidad, el “Guernica” se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde es admirado por miles de visitantes cada año. Su impacto y su relevancia perduran, y su mensaje de paz y humanidad sigue resonando en el corazón de quienes lo contemplan. Más que una pintura, es un testimonio de la capacidad del arte para transmitir emociones y generar conciencia sobre los problemas que afectan a la sociedad.

Una “leyenda urbana” dice que en el momento en que invadieron París, los nazis visitaban de vez en cuando el estudio de Picasso para ver si podía delatar a algún artista judío. Este sólo sonreía y les daba una postal con la reproducción de su “Guernica”. En una ocasión, un embajador nazi tomó la tarjeta y le preguntó con desprecio: 

—¿Ha hecho usted esto, monsieur Picasso, esta mierda? No —respondió el pintor— lo han hecho ustedes…

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