En Tijuana, una ciudad fronteriza que no para de crecer por el flujo migratorio, que destacó económicamente durante la pandemia porque no se vio mermado su desarrollo, que vemos que se siguen ampliando las fábricas o instalando nuevas porque a la industria del vecino del norte le sale más barato el pago por mano de obra en México que en su propio país, porque las prestaciones laborales también son menos onerosas, tal progreso no cubre otros ámbitos de los pobladores.
En este municipio cuya topografía se caracteriza por cerros, lomas, laderas y muy pocos espacios planos; para favorecer la instalación de la planta productiva, fabril y de grandes compañías de comercio se acondicionan (se hacen todos los trabajos de ingeniería) los terraplenes y se hacen llegar hasta ahí todos los servicios, para que los insumos, los trabajadores y las mercancías puedan desplazarse adecuadamente, pues así lo requiere la industria y el desarrollo, pero el contraste está ahí donde viven los obreros, los trabajadores, quienes producen la riqueza y hacen a este municipio próspero como muchos políticos lo pregonan, pues el pasado fin de semana, con tres días de lluvias, los diarios y los principales noticieros daban a conocer que las lluvias que se vivieron se comparan con las del año 1993, al acumularse 70 mm, pero a pesar de haber pasado 30 años, se da un desigual desarrollo, pues como dije más arriba, las instalaciones de fábricas y espacios para instalar las planta productiva crece, crece y sigue creciendo.
El contraste se ve en el poco desarrollo de las colonias, pues lo valioso de esta ciudad, los trabajadores, muchos de ellos siguen viviendo en laderas y faldas de los cerros que ponen en peligro su vida, como ocurrió en la colonia Tejamén, por el reblandecimiento de la tierra se derrumbó una casa donde perdieron la vida dos menores; siguen corriendo peligro los vecinos de Camino Verde también por deslaves, pero a lo anterior se suma a que un gran número de viviendas de los trabajadores se mojan por estar construidas con material reciclado que, en algunos casos, los accesos a las colonias son intransitables, que ahí donde no tienen agua potable, se suspende el acceso de las pipas y se quedan sin agua; que ahí donde no tienen drenaje y tiene adaptada una fosa séptica se desborda y las heces fecales corren por el pato de las casa y calles. Las calles sin pavimentar se convierten en un batidero de lodo, hay personas que por lo resbaladizo del terreno, caen y se lastiman, no alcanzan a llegar a su lugar de destino a tiempo, pero ese vía crucis lo tienen que soportar los trabajadores pues temen no llegar, pues, una falta es sancionada con una fuerte suma reducida de su salario, así como la pérdida de algún bono en efectivo o en despensa.
De esta última situación poco se habla, no importa, ni mucho menos realizar un proyecto integral que dignifique las condiciones de vivienda que le permitan tener la seguridad de que no se mojará dentro de su hogar, que ante una contingencia climática tendrá los servicios suficientes y de calidad, no la angustia permanente.
De ahí la necesidad de organizarnos con nuestros iguales, de crear una fuerza social suficiente que nos permita modificar la situación actual de las cosas. Cambiar el actual modelo económico por otro más justo y equitativo en cuyo centro de acción esté el ser humano con un desarrollo integral. Difícil pero necesario.
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