MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los frijolitos, sal, tortillas y chile de amor

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He escuchado muchas veces de amigos y personas desconocidas que se les hace agua la boca cuando piensan en tortillitas recién hechas, con salsita, con queso fresco y un café de olla. Y pues no les miento, a mí también se me hace agua la boca porque ciertamente es sabroso comer así, pero detrás de este pensamiento se esconden siglos de socavamiento hacia los pueblos indígenas, que son sobre los demás, los que tienen esta dieta diaria.

Regresemos muy brevemente a la época colonial, cuando a los indígenas nativos se les llenó el pensamiento de una vida dictada por un Dios todopoderoso, que entre sus voluntades estaba que ellos vivieran en miseria. Esto conllevaba también a una educación de una alimentación pobre, porque los indígenas no tenían acceso a los cinco grupos alimenticios, siendo el de las proteínas el menos consumido.

Ese pensamiento de miseria durante la colonia y después, no se despejaron de las mentes de los pobres, porque su condición de miseria era potenciada por la superestructura que les ofrecía una vida de tristeza a cambio de una muerte con derroche.

Este pensamiento tan pegado, después de la revolución se quedó y después de más de un siglo sigue, en el 2023 aún hay gente que sigue aceptando la miseria de buena manera. Ahora no sólo es aceptada, sino que cuando se habla de ella se romantiza, es decir, que hablar de comer tortilla dura, frijoles para el desayuno, comida y cena, es un asunto de cuento de hadas que es meta para una vida de goce. ¡Qué tontería!

El asunto de la alimentación no es algo romántico. Un pueblo que no come bien es un pueblo enfermo, que carece de lo necesario para que su cuerpo rinda en lo que debe y que su pensamiento se desarrolle. En el asunto del cerebro, el ejemplo clásico pero revelador es: en estómago vacío no entra la letra.

La falta de acceso a una alimentación adecuada y una dieta precaria puede tener consecuencias devastadoras. La malnutrición y la desnutrición pueden conducir a una serie de problemas de salud, desde retraso en el crecimiento y desarrollo en niños hasta problemas de salud graves en adultos. La falta de nutrientes esenciales puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que las personas sean más susceptibles a enfermedades.

La desigualdad en el acceso a una buena alimentación es un problema grave por la injusta distribución de la riqueza social.

La desigualdad en el acceso a una buena alimentación es un problema grave por la injusta distribución de la riqueza social, que determina un estado desdeñador de la clase trabajadora.

No estoy en contra de comer frijolitos, sal, tortillas y chile de amor (a mordidas), pues si eso es lo que hay en la mesa pues qué más; la tripa ruge con todas sus fuerzas. Estoy en contra de la gente y del pensamiento que romantiza comer precariamente, que generalmente es la gente que no carece.

No debería ser un lujo comer sano. El pueblo debería alimentarse mejor; cambiemos este maldito sistema que nos da pan duro como el pan de cada día, por uno que ponga sobre nuestras mesas un plato de comida caliente. ¿No creen?

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