Tres años han pasado de la llegada al poder del licenciado Andrés Manuel López Obrador, obteniendo el triunfo con el respaldo de la mayoría de los mexicanos que votaron, pues en campaña dijo que su objetivo principal era “primero los pobres”, que la situación en la que estaban, por culpa de los gobiernos anteriores cambiaría; AMLO transformaría al país, pensaron los votantes.
Si analizamos las promesas de López Obrador, desde su campaña hasta hoy, podemos sacar la siguiente conclusión: que no ha cumplido. Una de sus promesas era bajar el precio de la gasolina, que esta costaría 10 pesos el litro, hoy la gasolina está por arriba de los 20 pesos el litro; también prometió bajar el precio diésel, el gas y la energía eléctrica, pero éstos también han subido su precio. Su lema de “por el bien de todos, primero los pobres”, hoy a 3 años de gobierno nos da cuenta que no hay menos pobres, se ha incrementado el número, según datos de Coneval, a casi a 10 millones.
Las mentiras se acumulan cada mañana, en seguridad por ejemplo es mentira que esté pacificando el país, más bien la situación se perfila a que sea el sexenio más violento de nuestra historia. También resultó mentira que íbamos a crecer al 4% anual; antes de la pandemia hubo crecimiento cero, y con la pandemia al -8.5%. Lo que sí está muy por arriba del 4% es la inflación (los precios del gas, tomate, tortilla, huevo, etc., han subido).
Otra de sus promesas es que íbamos a tener un sistema de salud como el de Dinamarca y Canadá, Coneval acaba de reportar que el 60% de los mexicanos no tiene acceso al servicio de salud y por si fuera poco hay desabasto de medicinas en todo el país y un sector muy afectado son los niños con cáncer, que ya no reciben sus quimioterapias y se están muriendo. Otra de sus tan sonadas promesas era acabar con la corrupción, pero ahí están los contratos de Felipa, el dinero de Pío, las casas de Bartlett y de Irma Eréndira Sandoval, donde se comprueba que la corrupción no se ha acabado si no que es solapada por el mismo presidente de la República. Promesas incumplidas, mentiras y destrucción, aunque se disfracen de transformación, es lo que se puede ver como resultado de sus grandes logros de tres años de gobierno.
No hay nada que celebrar, las cosas no solamente no han mejorado si no cada vez están peor; no hay un resultado real que presumir, sus políticas fallaron, en seguridad, en salud y educación, también en combate a la corrupción; es necesario decir “ya basta”. Seguir culpando a los predecesores de todos los males del país es una salida fácil, sin embargo, él fue consciente de ello y por eso fue elegido, para cambiar la situación en la que nos encontrábamos. Ya se fue medio sexenio y debe dar resultados, el gobierno tiene que hacerse cargo de sus actos y responsabilidades; enderezar el rumbo del país y que se materialice el progreso, la paz y el bienestar, tan mencionados por la cuarta transformación, para la mayoría de los mexicanos.
Pero está claro que la solución no la tiene AMLO y su 4T, no van a transformar el país, su modelo de gobierno es equivocado y nos lleva directamente al fracaso. Seguir dejando el poder en sus manos es augurio de fracaso para todos los mexicanos.
Por eso es necesario seguir insistiendo en la educación y conciencia de clase de todos los mexicanos; seguir trabajando para fortalecer la única salida que existe para darle un cambio al país, uno con una patria más justa y más equitativa para todos; esa salida está en la educación y organización del pueblo, sólo así ya no se privilegiarán los intereses de unos cuantos, ya no podrán endulzarnos los oídos sólo con palabras bonitas.
Es una tarea gigantesca, pero si todos los mexicanos que hemos padecido de tanta injusticia social queremos a nuestro país, debemos estar dispuestos a trabajar en consecuencia; debemos fortalecer la unión de la clase trabajadora y juntos todos lograr el tan soñado cambio que exigimos y nos merecemos. Unidos, jamás seremos vencidos.
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