Ya está muy cerca la elección para presidenta de la república, senadores, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, etcétera, a la que estamos convocados todos los mexicanos. Sin embargo, es sabido que en general hay un gran resentimiento de la población contra los políticos de todos los partidos, que se refleja en el porcentaje de la votación.
Muchos ciudadanos, por ejemplo, ni siquiera saben o recuerdan quiénes son los diputados que los “representan” en las legislaturas. Tampoco conocen a los diputados federales y senadores de sus circunscripciones que los representan ante el Congreso de La Unión. Por alguna razón, sólo tienen la idea de que son oportunistas y corruptos, que los visitaron cuando ocupaban el voto y que nunca más han regresado siquiera a saludarlos. La población ya no les cree.
La criminalidad se incrementa y el 48 % de los mexicanos sospecha que los delincuentes cuentan con el respaldo del presidente de la república.
En la elección de 2018 en que fue electo el presidente Andrés Manuel López Obrador, con su hábil narrativa sobre la corrupción, desarrollada a lo largo de más de 80 años por los gobiernos priistas y panistas, votó el 63.4 % de la lista nominal. Sin él en la boleta, a pesar de seguir en campaña a favor de los candidatos de su partido, en la elección de 2021 la votación se redujo al 52.6 % del total de ciudadanos en edad de votar.
En la elección para gobernador del Estado de México, de junio de 2023, clave para la elecciones federales por el tamaño de su padrón electoral, a pesar de los cientos de millones de pesos invertidos en publicidad, reparto de despensas y dinero en efectivo, no votó ni la mitad de los inscritos en la lista nominal; lo hizo apenas el 49.9 %. Y en este año, 2024, según los especialistas en análisis y encuestadoras, pronostican cuando mucho, una votación aproximada del 50 % de los mexicanos.
El alejamiento y la renuencia de la ciudadanía a votar, particularmente de los jóvenes, se explica porque lo consideran una pérdida de tiempo, debido a que las cosas en el país no mejoran; al contrario, empeoran cada vez más, situación en la que desde mi punto de vista desgraciadamente tienen razón, pues quienes gobiernan no están haciendo las cosas bien.
La criminalidad se incrementa y el 48 % de los mexicanos sospecha que los delincuentes cuentan con el respaldo del presidente de la república. Además, empeora la salud, la educación el empleo bien pagado, la inflación, la corrupción; hay nula realización de obras en beneficio de la gente y crece la dilapidación del dinero público producido por la clase trabajadora en obras que en nada le benefician, como la Refinería Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, a nivel nacional.
Pero lo mismo sucede en todas las entidades. En Querétaro, por ejemplo, la votación en 2023 apenas rebasó el 51 %. Tristemente, la percepción de los ciudadanos en cuanto a los políticos de todos los partidos es muy similar, pues, ¿en qué se han beneficiado, por ejemplo, las familias pobres de Corregidora y Cadereyta gobernadas por los alcaldes panistas? ¿Qué obra importante para la gente ha hecho el alcalde priista del municipio de Colón o el supuesto alcalde “independiente” de Tequisquiapan, experto en cobrar excesivas cantidades por concepto de predial?
La única salida de los queretanos necesitados está en nosotros. Primero que nada, entendiendo que con despensas, juguetes para los niños, cobijas y tinacos, incluidas las tarjetitas con dinero, jamás saldremos de la pobreza ni mejoraremos nuestras condiciones de vida. La verdadera alternativa para mejorar es entender que no necesitamos amo, sino unirnos, y con dignidad, exigir lo que es nuestro.
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