La realidad que pregona todos los días el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es totalmente diferente a la que viven más de sesenta millones de mexicanos que están en pobreza moderada y extrema, pues los otros datos del inquilino de Palacio Nacional son de un país feliz, donde el pueblo bueno vive maravillosamente en el actual gobierno de la cuarta transformación (4T).
AMLO, con sus 200 pesos en la cartera, ha logrado sacar a sus hijos adelante, mandarlos a vivir o estudiar al extranjero, crear una fábrica de chocolates y una de cerveza artesanal.
En diferentes medios de comunicación se han expuesto los casos de corrupción y tráfico de influencias de los hijos del presidente, además de sus costosos viajes, por lo que se les ha cuestionado el origen de tanto dinero para darse esa vida de lujos que millones de mexicanos no se pueden dar con 200 pesos.
Eso, por un lado; por el otro, al referirse a que el pueblo está feliz con su Gobierno, hace hincapié en que todo va mejorando: ahora ya no hay corrupción, ya no hay moches, se acabaron los privilegios, ahora todo es transparente. Hasta creó un instituto “para devolver al pueblo lo robado” y decretó la austeridad franciscana para ahorrar, pero en contraste, se fue a vivir a un palacio. Como que algo no cuadra entre lo dicho y la realidad.
Así es el mundo feliz del presidente. Para él, todo está bien, y quien diga lo contrario es linchado mediáticamente, acusado de chayotero, de fifí y todas las linduras que el mandatario usa para denostar a los que considera sus adversarios.
Pero esa realidad nada tiene que ver con la que viven las familias mexicanas, pues diariamente tienen que salir a buscar el sustento, todos los días tienen que salir con miedo a las calles por el incremento de la inseguridad (recordemos que este sexenio ya es el más violento con más homicidios dolosos), el incremento del costo de la canasta básica, la falta de medicamentos, las calles destruidas, la falta de servicios básicos, etcétera.
La realidad objetiva de los mexicanos nada tiene que ver con la república amorosa de AMLO. Pareciera que gobierna un mundo maravilloso, donde no pasa nada, y si algo, por alguna extraña razón, llegara a pasar, rápidamente culpa a sus antecesores; ellos son los culpables del fracaso inminente de su Gobierno.
Los mexicanos debemos ser verdaderamente críticos ante la incapacidad del actual gobierno de resolver los problemas más apremiantes.
Debemos rechazar todo intento de distorsionar la realidad, de que insulten nuestra inteligencia con sus otros datos. Urge que el pueblo se organice, se politice y forme una verdadera vanguardia en defensa de sus intereses.
Ya gobernó el PRI, el PAN, el PRD y ahora Morena, y sólo han demostrado que lo último que les importa es resolver las necesidades del pueblo. Llegan al poder para defender sus intereses.
Ahora toca que el pueblo forme su propio partido, un partido auténtico que luche por conquistar el poder político y así lograr transformar esta realidad llena de penurias y miseria que viven todos los días los mexicanos.
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