"...los niños piden comida y no saben de dónde viene" dijo un señor de Yucatán, "...los adultos podemos aguantar, pero los niños no" dijo del otro lado del país, una señora de Baja California Sur, algunas de las declaraciones que más me han impresionado, que he escuchado en las calles, que se publican a diario en las redes sociales y que están presente en la boca de millones de mexicanos, pues revelan la gran problemática actual de México, el hambre.
¿Por qué hemos normalizado tanto el hecho de que el pobre se quede con hambre? Deberíamos reflexionar en que no es posible, ni justificable que haya gente que día con día se quede con hambre, o peor aún, que sea víctima de una de las muchas enfermedades causadas por una mala alimentación.
En 2018, la estadística del Coneval revelaba que el número de personas en pobreza alimentaria aumentó de 24.3 millones a 25.5 millones de mexicanos; a esto se le agrega que México posee 96 millones de niños y adultos con sobrepeso u obesidad y que somos el segundo país de América Latina que más consume alimentos ultra procesados, pues cada persona consume 214 kilos de éstos al año, lo que incluye bebidas azucaradas, snacks, botanas, cereales y dulces, entre otros, según datos de Fiorella Espinosa, coordinadora de Salud Alimentaria de El Poder del Consumidor (EPC).
En el país, cada año se registran 300 mil muertes relacionadas con una mala alimentación, enfermedades como la diabetes, hipertensión, el cáncer, la insuficiencia del hígado, las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, entre otras que están relacionadas con una mala alimentación, mencionaba en una mañanera del 4 de abril de este año, Hugo López-Gatell, subsecretario de salud.
El pasado 29 de abril, el subsecretario de salud mencionaba, con respecto a la mala alimentación del mexicano y sus factores que "el exceso de sal, es factor de riesgo para la hipertensión; exceso de azúcares, factor de riesgo para la diabetes, y exceso de grasas, factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular. Y desde luego exceso de calorías: la medida de energía que tienen los alimentos".
Quien puntualizaba que hay más oferta de productos industrializados con muy pobre valor nutricional en el país, lo cual lleva a una mala alimentación en la mayoría de la población.
"Lo que comemos no sólo depende de lo que nosotros decidamos comer, sino de lo que está disponible. En México existe una excesiva oferta de estos alimentos industrializados, y bebidas con altas concentraciones de azúcar, debido a que son un buen negocio. Y es lo que está más disponible, incluso en precio. Conseguir un alimento saludable es más difícil que conseguir uno de estos productos de baja calidad. Y esto es el motor principal de la epidemia que hoy está teniendo un impacto importantísimo en cómo se vive en México la covid-19" mencionaba López Gatell que tiene gran relevancia en las decisiones que se están tomando en el país, por la situación del covid-19.
En un país como México, donde el consumo de azúcar está a la orden del día, es casi imposible pensar de qué forma la población puede dejar de consumir estos productos, que las empresas consideran como su mina de oro, pues, le sacan cada vez, más ingresos económicos, no es una novedad que empresas como Bepensa, que envasan refrescos como la coca cola, obtengan ganancias de más de 34 billones de pesos, año con año.
Ahora bien, según el portal INFOBAE, hasta el 7 de abril, el número de personas que habían perdido la batalla contra la covid-19 registraban otras enfermedades en común, el 44 por ciento presentaba hipertensión, el 43.2 por ciento, diabetes; 40 por ciento obesidad, entre las principales enfermedades que han sido relevantes en la condición de los pacientes para librar la batalla contra la covid-19. Estas enfermedades tienen un origen común, el consumo excesivo de carbohidratos refinados.
Urge, pues, un plan de alimentación universal, que no esté basado en los pocos recursos que las familias tengan para comer o en que no se encuentren con el estómago vacío, si no que abarque una alimentación nutritiva para toda la población, desde niños hasta personas de la tercera edad, como lo señala la Ley de General de desarrollo Social, en su combate multidimensional contra la pobreza; no sólo por la situación de contingencia que vivimos hoy, sino porque año con año continua cobrando vidas.
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