Es muy obvio que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no quiere hablar de temas que le causan escozor político y que desde luego le han traído graves daños a su administración y también a sus tan “importantes” popularidad e imagen; tanto es así que se sigue esforzando, desde su “mañanera”, en cambiar el discurso y la conversación política y posicionarse en los medios nacionales.
Al Gobierno federal y a algunos locales no se les ve muy alegres con los resultados electorales; esto tiene que ver con que conocen muy bien las dificultades que enfrentarán para lograr mayoría en el Congreso y sacar adelante sus reformas; también saben que la división dentro Morena es más evidente conforme avanzan los días.
AMLO ataca a la clase media; Mario Delgado culpa a Claudia Sheinbaum de la pérdida de nueve alcaldías y señala traiciones dentro de Morena; Ricardo Monreal responde que él no es el traidor. Marcelo Ebrard y Sheinbaum siguen echándose la culpa de la tragedia en la Línea 12.
En Morena, las cosas no están como para hacer fiesta en los próximos tres años. Monreal va a seguir su camino político y no aceptará bajarse de la candidatura presidencial; Mario Delgado sabe que, aunque no es el preferido de AMLO, tendrán que respetarlo por los acuerdos que pueda conseguir en San Lázaro.
Claudia Sheinbaum empieza a causarle desagrado a AMLO; tanto que, aseguran especialistas, en días recientes se tuvo que ir a refugiar a Oaxaca, donde se encuentra su incondicional Alejandro Murat, ¿qué es lo que busca? Parece que al Presidente ya le empieza a preocupar quién se quedará en el poder en 2024; y también parece tener muy claro que no podrá controlar la división en Morena.
AMLO trata de ocultar los temas que le quitan popularidad, pero sigue sin conseguirlo. Por ejemplo, en sus mañaneras evita hablar de la Línea 12; y ya con el dictamen, espera mandarlo al rincón del olvido; sin embargo, este tema impactó mucho a los capitalinos, que se solidarizaron con las familias de las víctimas, incluso hubo quienes se sumaron a las protestas frente a Palacio Nacional cuando nadie los atendía ni se entregó oportunamente el apoyo para gastos fúnebres.
Otro de los temas que el presidente no desea abordar es el fallido regreso a clases. En Campeche, luego en la Ciudad de México y más recientemente en el Estado de México, esa medida fue muy cuestionada; casi de inmediato se empezaron a contagiar jóvenes y maestros y las condiciones en las escuelas no eran ni son las adecuadas.
Así lo demuestran las numerosas muestras de solidaridad con la Federación Nacional de Estudiantes “Rafael Ramírez”, quien demanda un regreso a clases solo cuando ya esté vacunado el 70 por ciento de la población (hoy apenas se lleva un 14 por ciento) y cuando ya existan las condiciones apropiadas para que los estudiantes puedan tomar clases presenciales. También tenían razón las voces que expresaron que todo era una acción con tintes electorales.
AMLO también ha logrado con su “cambio de conversación” que se hable muy poco de los contagios y muertes por covid-19. Los periódicos, incluso los más “críticos” del mandatario, como el diario Reforma, han comenzado a retirar de sus portadas el conteo de los muertos y contagios que publicaron durante más de un año, relegando a una tercera o cuarta categoría de la información los estragos por la pandemia, a pesar de que el miércoles 16 de junio, el propio Hugo López-Gatell, aseguró que en seis entidades los contagios van en aumento.
Esos tres temas son algunos de los que AMLO quiere ocultar. Con la derrota en nueve alcaldías, la CDMX se le fue de la mano a su ahijada política, preferida para 2024; por eso tendrá que seguir usando todo el poder del Estado para someter y presionar a diversos grupos políticos; el SAT y la FGR ya investigan a los dirigentes del Partido Verde y han comenzado las presiones contra un amplio sector del PRI para que le ayude con sus reformas.
AMLO y Morena podrán haber ganado 12 gubernaturas y tener la mayoría simple en la Cámara de Diputados, pero lo están haciendo en medio de una gestión calificada como la más desastrosa en varios sexenios: los tres años de gobierno morenista no tienen nada que presumir en seguridad, salud, combate a la corrupción o combate a la pobreza. Por lo tanto, el voto de castigo cada vez será mayor, les guste o no. Por el momento, querido lector, es todo.
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