En los últimos años, las redes sociales han extendido su influencia hacia todos los sectores sociales, principalmente entre las personas más jóvenes y los niños, lo que está provocando afectaciones muy graves en su formación académica y social, además de generar un desinterés generalizado ante los problemas sociales, económicos y políticos de la realidad, incluyendo aquellos que nos golpean directamente.
Como un jugoso negocio, las redes sociales venden principalmente publicidad a otros gigantescos negocios que promocionan sus productos a través de estas plataformas, esto los ha llevado a generar mecanismos muy efectivos para mantener la permanente atención de los usuarios, generarles la necesidad de estar pegados al teléfono celular, tableta o computadora, porque entre más tiempo pasa una persona en las redes muchas más posibilidades hay de que los anunciantes lleguen al gran público.
Esta es la razón por la que las redes siguen siendo gratuitas, porque los usuarios somos la mercancía.
El botón de “me gusta”, los reels, los hilos, las fotografías editadas, los videos cortos, los filtros y tantas otras innovaciones que han tenido las redes sociales, tienen como objetivo generar adicción en la gente. Según el reportaje “Redes sociales, confundir, paralizar y polarizar”, publicado en la revista buzos de la Noticia, “el mercado de la publicidad digital genera actualmente ganancias por 625 mil millones de euros y su modelo de negocios es sencillo: más clics, visualizaciones o interacción significan más dinero”. Esta es la razón por la que las redes siguen siendo gratuitas, porque los usuarios somos la mercancía.
Pero no son solo un gran negocio, también son poderosos medios de difusión ideológica, utilizadas a conveniencia de sus dueños, de sus socios y de todo el sistema capitalista para moldear la conciencia y los puntos de vista de la población, también en el ámbito político.
Por ejemplo, en el reportaje antes citado, se relata cómo las grandes empresas tecnológicas impusieron a Kamala Harris como la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos.
“Las principales redes sociales como Facebook, Twitter, YouTube e Instagram desconectaron al expresidente Donald Trump. Un tiempo antes Kamala Harris se retiró de la interna demócrata con el 1% de los votos. Ella se comprometió a votar porque las empresas se autorregulen y no sea el gobierno quien ponga un marco regulatorio”. En las más recientes encuestas, los dos candidatos se encuentran empatados, porque las redes sociales han impulsado a propósito la popularidad de Kamala Harris.
Mientras esto ocurre, se silencia el genocidio en Palestina: se bloquean cuentas que hablan sobre el tema, se censuran las fotografías y los videos que revelan la masacre que Israel comete contra la población de la Franja de Gaza y lo mismo ocurre con otros conflictos en el mundo, como en el caso de Ucrania, pues para imponer la narrativa de que estaba siendo víctima de una invasión desde Rusia, las redes sociales censuraron a medios no occidentales como RT o Sputnik, que narraban otra versión, más cercana a la realidad del conflicto.
Esto quiere decir que en las redes sociales se le da privilegio a la difusión de la información política, económica y social que mejor conviene a los intereses de sus dueños y del sistema capitalista. No todo lo que se ve en las redes es real, la desinformación, las mentiras y la manipulación de las conciencias está a la orden del día.
Y a todo esto y a otro tipo de contenido basura estamos expuestos los jóvenes de forma permanente. Según datos de 2021 en México se observó que “74 % de la población, desde la adolescencia, usa internet casi nueve horas al día; mientras que el 80% de la gente en el país la utiliza para conectarse a las redes sociales digitales”, así lo señaló Karla Edith González Alcántara, del Laboratorio de Salud y Alimentación de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM. Estos datos muestran que los adolescentes son los principales consumidores de las redes.
Esto está provocando graves afectaciones al desarrollo mental y al desempeño académico de los estudiantes, pues el excesivo consumo de contenido basura, engañoso y poco útil, está disminuyendo nuestra capacidad de concentración, la comprensión lectora y la retención de información a largo plazo, es decir, la memorización.
Según datos publicados por el diario El Economista, de 2018 a 2022, los estudiantes en México redujeron significativamente sus competencias y rendimiento en matemáticas, ciencias y lectura. Para el área de ciencias, en 2022 México anotó una calificación de 410 puntos, un retroceso de 9 puntos respecto de la medición previa. Por su parte, en comprensión lectora el puntaje fue de 415, una caída de 5 puntos. Estos niveles de rendimiento escolar no eran tan bajos desde el 2003 para el área de matemáticas y 2006 para el área de ciencias y comprensión lectora. Además de que el promedio de rendimiento de los estudiantes es significativamente bajo comparado con otros países con economías similares a la de México.
Estos datos son alarmantes, y aunque quizá mucho del problema no sea la distracción que generan las redes sociales en los jóvenes sino la falta de planeación de un sistema educativo de calidad por parte del gobierno, seguramente la inmensa distracción que generan las redes también esté afectando nuestro desempeño escolar.
A la vez que las clases dominantes buscan alejar a los jóvenes de la vida política y el conflicto social con un arsenal enajenante como las drogas, el alcohol y las redes sociales, con el objetivo de hacer que no perciban su realidad, asimismo, la cultura actual les hace pensar que su vida debe girar en torno a la “diversión” como lo “propio de su edad”. Todo esto para evitar que nos preocupemos por encontrar las causas profundas de los problemas que todos los días vivimos nosotros y nuestros padres y, por tanto, no nos cuestionemos la posibilidad de construir una sociedad y un mundo distinto.
Los jóvenes debemos comprender esto no para renunciar al uso de las redes sociales, porque eso sería prácticamente imposible en un mundo cada vez más interconectado, sino para estar alertas del peligro, para no dedicar mucho de nuestro tiempo al contenido basura y ser más selectivos en la información que consumimos.
A pesar de la censura, también en las redes sociales puede encontrarse información educativa, medios de comunicación alternativos que cuentan una versión del mundo distinta y más realista de las injusticias del sistema económico. También podemos utilizarlas para acercarnos a la cultura y el arte de otros pueblos y para encontrar información valiosa para nuestra propia formación educativa.
Los jóvenes antorchistas, además, debemos utilizarlas para difundir nuestras ideas a otros jóvenes, pues tenemos la ventaja de que todos podemos publicar cosas y todos podemos generar contenido mucho más educativo para el desarrollo del pueblo.
Nosotros no podemos renunciar a utilizarlas como un medio para la lucha ideológica, aunque para hacerlo bien tenemos que tener claro sus alcances, ventajas y limitaciones. Debemos, además, estudiar la situación política y social del mundo y del país, porque de esta manera nos estaremos revelando en serio contra la manipulación que el sistema quiere hacer con nosotros
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