Dicen que “cae más pronto un hablador que un cojo”. Y es que el presidente ha pregonado mil veces la “austeridad franciscana”. Sí, ha dicho una y otra vez, que todos, el pueblo y los gobernantes, deben llevar una vida austera, sin lujos, recordando a la orden religiosa fundada por San Francisco de Asís allá por el siglo XIII y que entre sus votos estaba el de la pobreza. Pero esto sólo ha sido en el discurso, ya que en la cruda realidad la bonanza y los lujos son para unos pocos privilegiados, los que detentan el poder político y la clase del dinero, mientras la austeridad, austeridad forzosa dado el régimen socioeconómico en que vivimos, es para las grandes masas trabajadoras.
La tan mencionada “austeridad republicana” del presidente no ha sido sino uno de los somníferos propagandísticos para adormecer al “pueblo bueno”, para distraerlo de los grandes problemas que vive el país (desempleo, bajos salarios, alta inflación, pandemia, etc.), y provocar que se conforme con su situación y no participe activamente en la solución de los mismos problemas que lo aquejan. En los hechos duros: gobernantes y funcionarios de la 4T prevaricando y enriqueciéndose con el dinero público; empresas explotando a los trabajadores robándoles sus prestaciones elementales. Abundancia, lujos, despilfarros para los dueños del poder económico y político, y la austeridad más horrenda para las masas trabajadoras.
Se siguen ventilando en estos días cosas que contradicen el pregón presidencial como es ahora el caso de su hijo primogénito, José Ramón López Beltrán, sobre el cual se ha investigado vive en una lujosa mansión en Houston, Texas, la cual se encuentra a nombre de su esposa, Carolyn Adams, y siguiendo la madeja nos enteramos que esta es una alta ejecutiva de una empresa petrolera que tiene contratos con PEMEX. La casa fue propiedad de un empleado de la empresa Baker Hughes, empresa estadounidense que es proveedor y contratista que actualmente tiene contratos por 151 millones de dólares con Petróleos Mexicanos. Mientras AMLO, les dice a al pueblo trabajador que es mejor vivir en la pobreza, su hijo se da vida de rey en una lujosa mansión cotizada en más de un millón de dólares y que los medios, que husmean todo, nos han descrito con lujo de detalles.
La investigación es seria, pues es real que dicha empresa tiene contratos con PEMEX; la misma Secretaria de Energía, Rocío Nalhe, visitó las instalaciones que tiene la empresa en Florencia, Italia, desde donde escribió en su cuenta de twitter: “Desde la planta Hughes, en Florencia, Italia, la secretaria Rocío Nahle supervisa los compresores y turbinas que ya están en la línea de fabricación; los cuales se enviarán para la refinería en Dos Bocas” (El Financiero, 31 enero). Todo esto es resultado de una investigación periodística, dada a conocer por el portal Latinus.
El presidente ha salido a “defender” a su primogénito con una serie de “argumentos” que no dejan de ser generalidades y frases vacía que a nadie convencen. Dijo el lunes pasado: “Este fin de semana salió el escándalo de que mi hijo José Ramón, ya grande, de 40 años, casado vivía en una residencia en Houston, queriendo equiparar, diciendo que somos iguales, Carmen Aristegui casi la compara con la casa blanca. Nada más decir que en este gobierno no tiene influencia mis hijos, no se le da contrato a ningún recomendado.” ¿En serio? ¿Qué son los contratos con Baker Hughes?
Mientras el pueblo trabajador vive en una de las peores crisis económicas con falta de empleo, con salarios más raquítico por la inflación, que le obliga a vivir miserablemente, el presidente tiene que salir a justificar lo injustificable: la vida de lujos de uno de sus vástagos, en la que puede haber, como de hecho se empieza revelar actos de corrupción. El presidente “austero” no ha resultado tan austero, él mismo vive como virrey en Palacio Nacional, ahora con su hijo se destapa más la cloaca. Así las cosas.
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