Con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se han movilizado más de 80 mil elementos de las Fuerzas Armadas por las calles de México para intervenir en tareas de seguridad pública, superando, incluso, el sexenio de Felipe Calderón en 2006 con su llamada "guerra contra el narcotráfico".
Así, desde el 29 de marzo de 2019 se decretó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que el presidente solo podría hacer uso de las mismas de manera “extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria”, como marca el documento, y el 11 de mayo de 2020 inició su operación por todo el país sin especificar sus objetivos. Por ello, actualmente, vemos a los uniformados realizando tareas que no les corresponde como entrar gas LP, transportar combustibles y ser mano de obra en los proyectos de infraestructura del Gobierno Federal.
Además, independientemente del presupuesto asignado en 2021, el Ejército ha absorbido más dinero que otras dependencias de seguridad debían emplear en el mismo año. En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 (PEF), ahora con un solo beneficiario que es la Sedena, la 4T busca consentirlos sin medir las consecuencias que pueda provocar el derroche sin límite al tener acceso a más dinero.
Y todavía más, busca formar una empresa cuyo propósito sea administrar los aeropuertos de Santa Lucía, Palenque, Tulum, Chetumal y también el Tren Maya para evitar que sean “privatizados como en la época neoliberal” y redituar el 75% de las ganancias para cubrir pensiones del Ejército y el 25% para los trabajadores al servicio del Estado. En una simple lectura: dinero sin medida ni tope para la Sedena. Opacidad ni rendición de cuentas.
Darle más poder del que ya tienen en sus manos es abrazar una militarización nada lejana. Por eso, resulta peligroso el llamado del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, para que sus tropas cierren files en favor de la 4T. Pone entre dicho la promesa de campaña del presidente de no militarizar el país cuando en los hechos pasa todo lo contrario.
Y, como consecuencia, vulnera la democracia. La lógica presidencial aparenta reflejarse en la línea de las ocurrencias escondiendo su lado represor contra su propio pueblo y sumiso frente a la violencia al alza en todo el país, principalmente estados gobernados por Morena. Por ejemplo: Zacatecas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Veracruz, CDMX, Puebla, etc.
Cabe preguntarse: ¿por qué existe un número récord de homicidios con tantos militares desplegados?. La respuesta la encontramos en la esencia del mismo Ejército porque ellos no están capacitados para problemas que no requieran el uso de las armas. Por el contrario, sus tareas van más allá de ser simples piezas del juego de AMLO porque son la defensa de un país soberano e independiente. Las afiliaciones partidistas no caben en ellos porque sirven a la nación en general.
En su fallido plan de AMLO de luchar contra la corrupción solo vulnera a las Fuerzas Armadas frente al expansionismo del vecino del norte. En una sociedad polarizada, resulta hasta peligroso y sinónimo de alerta las acciones del Gobierno con la seguridad nacional. La impunidad será parte de ello al ser más difícil que un miembro del Ejército sea llevado a prisión por actos ilegales o desleales porque mientras esté en las filas del lopezobradorismo tendrá la posibilidad del perdón.
Dar más poder al Ejército confirmará la errónea política de seguridad y la incubación del huevo de la serpiente que López Obrador protege, pero en el menor de los descuidos será atacado por la misma, la historia lo ha demostrado en países de Latinoamérica y en México se puede repetir el mismo fenómeno y AMLO finge no saber o no darse cuenta. Por el momento, querido lector, es todo.
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