MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

México, 2º en América Latina con alto nivel de trabajo infantil

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El capitalismo, sistema económico que se basa en la explotación del hombre por el hombre, se encuentra ya en una crisis terminal, pero como toda fiera herida, sus últimos coletazos son muy peligrosos. En el mundo las cosas están peor que nunca, por todos lados podemos ver injusticias, guerras, hambre, y los sectores de la población más olvidados están viviendo un verdadero infierno.

Quienes propician la situación actual son los milmillonarios que se han apoderado del mundo y sus riquezas naturales. En este planeta, claramente dividido en clases sociales, quienes mandan son los dueños de los medios de producción, que se han enriquecido a costa del sudor de los millones de trabajadores que no tienen más que su fuerza de trabajo para ofrecerla al patrón, a cambio de un mísero salario para poder mal vivir, mal comer y mal vestir.

Los niños están en su etapa de formación, por lo que el trabajo no debería ser una actividad para ellos. Los niños deberían recibir una educación que los forme como buenos ciudadanos que sirvan a su patria.

En la Revolución Industrial, que dio inicio en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, con un incremento exponencial en la producción, todos los miembros de una familia se empleaban, pasando a formar las filas de la clase explotada en este sistema que sólo tiene sed de ganancia.

Se sabe que desde entonces se utilizó a los niños como mano de obra en las fábricas, minas y explotaciones agrícolas, quienes a menudo trabajaban en los mismos turnos que los adultos y cobraban una miseria, realizando peligrosos trabajos en las máquinas de tejer, transitando por estrechos pozos mineros, entre otros duros trabajos.

Hoy en día, tras más de dos siglos de haber pasado por esa época negra para los niños, el capitalismo como un sistema caduco sigue obligando de hecho a las familias a que empleen a sus hijos, porque no le importa, ni nunca le ha importado, que los niños, que son lo más sagrado que poseemos como sociedad, y que representan el presente y futuro de la humanidad, se eduquen y puedan prepararse como científicos, artistas, en fin, que le sirvan a su patria. No, a los niños se les explota por igual sin importar su edad y fragilidad.

Actualmente hay más de 160 millones de niños y adolescentes que son obligados a laborar en todo el mundo (datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef).

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que estas cifras son preocupantes, ya que casi ocho millones de ellos desempeñan roles domésticos, siendo niñas en su mayoría, quienes son alejadas de sus familias sufriendo todo tipo de vejaciones, prácticamente siendo esclavas de forma clandestina.

Cerca de la mitad de ellos, unos 79 millones, realiza trabajos peligrosos que ponen en riesgo su integridad física. “En América Latina, México se ubica como el segundo país con el mayor nivel de trabajo infantil, solo superado por Brasil” (El Economista, 5 de octubre de 2023).

Se calcula que en nuestra nación este problema creció 14.1 % en el sexenio de López Obrador, un aumento de medio millón de infantes que tuvo que trabajar, fenómeno en gran parte como reflejo de la falta de apoyos solicitados por las familias más humildes durante la pandemia de covid-19.

Con este porcentaje de aumento, actualmente la cifra de infantes trabajando en nuestro país es de 3 millones 700 mil; de este universo, 60 % son hombres y 40 % mujeres. Buena parte de ellos realizan sus labores en el sector agropecuario, la construcción y el comercio, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y de los cuales 2 millones 100 mil niños y niñas laboran en actividades no permitidas o en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas dentro de su propio hogar” (Gaceta UNAM).

Muchos de estos niños no cuentan con acceso a la educación ni a las necesidades básicas que todo ser humano debe tener para vivir de una forma digna, como son la salud, la alimentación y la educación.

Estos niños desde muy temprana edad son lanzados al mundo laboral para ayudar a sostener a sus familias y esto ocurre sobre todo en los países con mayores índices de pobreza y miseria, como en México, donde más de cien millones de mexicanos viven en la marginación y la pobreza.

Los niños están en su etapa de formación, por lo que el trabajo no debería ser una actividad para ellos. Los niños deberían recibir una educación que los forme como buenos ciudadanos que sirvan a su patria.

En nuestra Carta Magna, en su artículo 123, se prohíbe emplear a menores de 15 años, pero esto no se respeta. Muchos niños trabajan en nuestro país, explotados, dejando de lado sus sueños, prácticamente formando parte de esta nueva esclavitud. 

Vivimos en un país donde muchas leyes no se aplican en nuestra realidad nacional. Urge que las autoridades de gobierno atiendan este cáncer social que está dejando en el olvido a la niñez mexicana, pues la negligencia gubernamental de la 4T ha ocasionado el incremento de la pobreza y la desigualdad, aunque el Gobierno diga lo contrario.

Es una verdadera hipocresía que salgan siempre cada 12 de junio (Día Mundial Contra el Trabajo Infantil) a pregonar que están en contra del trabajo infantil, porque lo que en verdad necesitan nuestros niños y nuestros jóvenes son acciones reales, y no discursos, para erradicar este flagelo y que los millones de recursos públicos también se apliquen en esto.

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