Estamos en la antesala de un proceso electoral muy importante, el proceso del año próximo, y el presidente de México sigue afilando sus estrategias para tener el control de todo. Ya vimos cómo inició una guerra contra el INE, contra el INAI, contra las organizaciones sociales, contra los periodistas, contra la SCJN y contra todo aquel que se oponga a su capricho de mantener el control del país.
Ya no es noticia que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), desprecia a todo aquel que no comparte su forma de pensar y de actuar; a quien se atreva a cuestionarlo y a exponer sus ocurrencias o falta de empatía y humanismo por todo lo que está pasando México en su administración, bajo el sello de la 4T.
Quien se atreva a desafiarlo está condenado a ser señalado, difamado y hasta perseguido desde el circo mañanero que le sirve como escenario para, todos los días, defender sus caprichos, burlarse de las tragedias, hacer oídos sordos a los reclamos de los mexicanos, insultar, llamar mafia del poder, conservadores, neoliberales, prensa chayotera, fifís, vende patrias, politiqueros, en fin, toda su acervo viperino que tiene para referirse a quien no comulga con sus ideas, poniendo en evidencia que no está a la altura de la investidura que representa.
Dicho lo anterior, queda más que claro que la batalla que ha desatado contra el estado de Chihuahua y en particular en contra de la gobernadora, María Eugenia Campos Galván, es debido a que la jefa del Ejecutivo estatal en varias ocasiones ha desacatado las ordenes de AMLO, por considerarlas y probar que son violaciones a los derechos y garantías de los chihuahuenses, un pueblo que en lo que va de la 4T ha sido castigado por la actual administración federal.
AMLO ha enviado a sus fieles guardianes a una serie de visitas al estado grande de México, donde su misión es dividir, calumniar y preparar el terreno para que Morena gane las elecciones del 2024.
Así, recordemos el conflicto del agua en la presa La Boquilla iniciado en el 2020, cuando el Gobierno Federal anuncio que se llevaría el agua de Chihuahua para pagar el Tratado de Aguas de 1944 con Estados Unidos, donde una vez anunciado lo anterior, los productores locales se mantuvieron alerta y posteriormente la Guardia Nacional se enfrentaría a los integrantes del movimiento en defensa del agua provocando la muerte de una persona y a cuatro más detenidas.
El conflicto del agua aún no termina, y el presidente sigue con su lista de descalificativos para la mandataria de Chihuahua, acusándola de acaparadora, de proteger a politiquillos locales y estar detrás de unos cuantos productores enemigos de la transformación; nada nuevo en el vocabulario de AMLO, y lo más grave, todas sus acusaciones las lanza sin prueba alguna.
AMLO ha enviado a sus fieles guardianes a una serie de visitas al estado grande de México, donde su misión es dividir, calumniar y preparar el terreno para que Morena gane las elecciones del 2024.
Así, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena a ocupar la silla presidencial, en sus visitas al estado ha tratado de mandar un mensaje a los chihuahuenses de que no apoyen a la gobernadora, tachándola de irreverente al no someterse a los caprichos del presidente, y más aún al no aceptar afiliarse al IMSS-Bienestar.
Si el presidente cree que todos le vamos aplaudir sus ocurrencias y nos vamos amedrentar con sus amenazas, descalificativos, acusaciones sin pruebas, el que llame conservadores, politiqueros, mafia del poder, fifís, corruptos etcétera, está muy equivocado. Lo que está provocando es que el pueblo se organice; se una para dar la lucha contra un gobierno que, desde su campaña, pintaba como el peor. Esto pasará más temprano que tarde.
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